sábado, 25 de octubre de 2008

PRODIGIO EN CORDOBA

Este esforzado cronista sabe que, a pesar de sus muchos méritos, su demanda de una estatua será inútil por culpa de la pertinaz sordera de la Humanidad.
Como contraste, y a pesar de su ruindad, Dios lo premió con tres hijas (Belén, Verónica y Rocío) y, hasta ahora, con cinco nietos (Miguel, Sofía, Juan, Pablo y Victoria). Sin merecerlos y sin pedirlos, son los mejores monumentos. Por eso cree más en la misericordia divina que en la justicia humana.
Los fines de semana, desde hoy, el blog se dedicará a la poesía. Abrel el soneto de alejandrinos--privilegios de la primogenitura-- de Belén.







Eran de oro y sangre en el Alcázar los rosales.
Los naranjos del patio umbroso, en la Mezquita,
enjoyaban de hojas de severa malaquita
el globo sombrío de sus copas ancestrales.
En su íntimo ovillo de calles medievales
sueña muda la judería sueños semitas
y un tenue aroma de albahaca excita
el desvelo sensual de doncellas virginales.
La Córdoba ayer mora y judía, hoy cristiana,
que el Gran Río cercena en campiña y en serrana
perfumó con su fragancia tu primer aliento.
En tu cuna, me busqué en ti, y presentía
las venturas que anunciaba ya tu nacimiento:
heraldo de Victoria, Miguel y de Sofía.

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