viernes, 14 de noviembre de 2008

CONSEJOS IMPRUDENTES

Hay ocasiones afortunadas en las que informaciones que se difunden como noticias se demuestran falsas, o pierden su categoría inicial de noticia para quedar en trivial rumor sin fundamento.
Ojalá sea ese el caso del supuesto contenido del discurso que el Presidente del Gobierno pronunciará en la reunión en la que, con otros 21, mantendrá en Washington para poner en marcha un plan mundial contra las dificultades por las que atraviesa la economía.
Se dice que el Presidente, basándose en textos elaborados bajo la dirección de sus consejeros José Blanco y Jesús Caldera, trazará el análisis de la crisis actual hasta identificar sus orígenes con las políticas neoliberales de la británica Margaret Thatcher y del norteamericano Ronald Reagan.
Los ciudadanos de los Estados Unidos son envidiablemente celosos de su bandera y de la Jefatura de su Estado, como símbolos de la tenaz lucha por la Independencia de su país, de la que se sienten cotidianamente responsables.
Criticar en público la política de su antecesor una vez fuera de la Casa Blanca es una bajeza que ningún presidente ha cometido, ni permitiría que cometiera nadie en su presencia, y menos a un extranjero, en la residencia que el criticado ocupó, y en su ausencia.
Es inconcebible que sus consejeros recomienden al Presidente del Gobierno español esa torpeza y, en caso de que así hubiera sido, sería una atrocidad que siguiera sus consejos.
El error de quedarse sentado al paso de la bandera de los Estados Unidos sería una trivialidad en comparación con el que supuestamente le proponen.
Si sus consejeros calculan que con ello se ganarían la simpatía de Barak Obama en la que tan ingenuamente confían, están equivocados.
Si el que será presidente de los Estados Unidos a partir del 20 de Enero distinguiera especialmente al gobernante de un país que se hubiera atrevido a criticar en la Casa Blanca a uno de sus antecesores en el cargo, no se lo perdonarían los que lo eligieron el 4 de Noviembre.
Seguir los supuestos consejos de Caldera y Blanco en la reunión de Washington sería un segundo tropiezo en la misma piedra y las magulladuras de éste serían todavía peores que las que ha tenido que sufrir España por haber permanecido sentado al paso de la bandera.