sábado, 28 de febrero de 2009

OBAMA NOS DEJA POR OTRA

Estaban tan acostumbrados a que el presidente de los Estados Unidos fuera uno de los suyos que los europeos no se han percatado todavía de que el moro Barak Husein Obama es de los otros.
Desde sus primeras iniciativas, el negro que para los europeos era la gran esperanza blanca frente al arrogante George Bush, les está mostrando que, al contrario que sus antecesores en el cargo, no comparte la herencia cultural europea.
Empezó por una insignificancia: su primera entrevista televisada la concedió a una televisión mora, su primer viaje al extranjero no fue a México, como litúrgicamente hacían sus predecesores, el primer periplo de su secretaria de Estado ha sido al extremo oriente y el primer gobernante extranjero que recibirá en la casa Blanca será un japonés.
¿Qué es Europa, pues, para Obama?
Ante todo, el vertedero idóneo para sus presos indeseables de Guantánamo y el inagotable fondo del que extraer dinero y soldados para su aventura en Afganistán.
La política exterior de Obama, por lo que indican los balbuceos de su presidencia, se va a centrar en regiones alejadas de Europa, lo que era previsible porque, desde que terminó la segunda guerra mundial, se vaticinaba que los intereses norteamericanos se desplazaban del Atlántico al Pacífico.
Le ha tocado hacer bueno ese vaticinio a Obama que, además, es de los pocos presidentes norteamericanos llegados a Washington desde la cuenca del Pacífico y no de la del Atlántico. Desde su Hawai natal quedan más cerca las costas de Asia que las de Europa.
Para el atavismo de sus raíces paternas, las preponderantes en un musulmán, atraen más a un keniata de las orillas del Indico los pueblos del oriente que los de la exótica Europa colonialista.
Europa además, para un norteamericano, es un aliado fiable y libre de conflictos, sobre todo desde que la Unión Soviética chaqueteó hace 20 años y dejó de cortejar y amenazar a las democracias europeas.
La amenaza a los Estados Unidos está ahora localizada en los gigantes adolescentes China, La India, Corea, Pakistán-Afaganistan, Indonesia y Japón, todos potencias nucleares, menos los dos últimos por ahora, políticamente inestables y exageradamente emprendedores en el comercio mundial.
Volviendo su mirada hacia el extremo oriente, además, los Estados Unidos no hacen más que recuperar sus orígenes imperialistas: las islas Filipinas que arrebataron a España más por incapacidad española que por méritos norteamericanos.
Bueno será recordarlo: El capitán general Primo de Rivera, penúltimo gobernador de Filipinas, salió de naja en el último vapor correo de Manila para salvar su prestigio, sus sedas, maderas preciosas y porcelanas pocas horas antes del ataque naval norteamericano. No había hecho absolutamente nada para impedir la inevitable derrota, salvo mandar sembrar minas falsas para engañar a los espías.
Los artilleros que en Corregidor, Pulo Caballo e Isla del Fraile, deberían haber estorbado la entrada de la flota del comodoro Dewey en la bahía de Manila, no dispararon porque estaban durmiendo con las nativas en tierra firme y no detectaron el paso de la flota enemiga.
La culpa de que Obama vuelque la atención de su política exterior en Extremo Oriente, es pues, cronológicamente y en primer lugar, de España, por haberles permitido iniciar allí su expansión imperialista y, en segundo lugar, de la Unión Soviética por haber dejado de ser una amenaza comunista para Europa.
Si los Estados Unidos nos dejan de lado y nos meten tachito con los de otras latitudes, no culpemos a la lozanía de su nueva amante, sino al poco atractivo de nuestra ajada belleza fondona.

jueves, 26 de febrero de 2009

GARZON Y LOS INGRATOS DEL PP

Tenía razón el viejo Sócrates al admirarse de que el mayor de todos los misterios fuera el hombre, pero lo hubiera espantado el misterio del hombre que se dedica a la política y habría caído en el mayor de los desconciertos si, además, fuera del Partido Popular.
Ni el más sabio de los atenienses que era Sócrates ni el más sabio de los españoles contemporáneos, que soy yo, comprendemos el rebote que se han agarrado los del Partido Popular contra Baltasar Garzón.
El esforzado juez, al fin y al cabo, no intenta más que librar al partido de los posibles desaprensivos que le impiden ganar las elecciones y recuperar el poder para volver a salvar a España.
No tengo yo muy claro que la honestidad sea la principal virtud que un gobernado debe exigir para dar su confianza al que quiera gobernarlo, pero tengo que reconocer que la honradez no estorba.
Un político, para alcanzar el poder en este sistema parlamentario al que nos hemos autosometido desde 1978 los que vivimos entre Andorra y Gibraltar, debe conseguir en las elecciones más votos que sus oponentes.
Los votantes, para preferirlo a los demás aspirantes, deberían confiar en que resolverá mejor que los demás los problemas de la sociedad.
La capacidad de resolver los problemas de la sociedad debería ser,pues, determinante para confiarle el poder a un político.
Si fuera capaz de resolver esos problemas, anticipar la solución de los que puedan surgir y, además hacerlo sin sisar, los gobernados podrían tirar el gorro por alto.
Pero, como el horno no está para bollos ni el verde para pitos, no seamos ambiciosos. Los políticos capaces de resolver problemas escasean, los honestos parecen un especie en extinción y los que al mismo tiempo sean capaces y honrados se dedican a tareas más nobles que la de engatusar a los ingenuos.
Por eso asombra el cabreo de los del PP contra el empeño del benemérito Garzón que quiere separar el honrado trigo de la dañina paja en el cedazo de la justicia.
Y es que Garzón, al que su destino existencial de combatir las miserias humanas lo acerca cada día más a la sabiduría, sabe que los votantes, con la bendita inocencia de la candidez, valoran más la honestidad que la capacidad al preferir las virtudes de sus gobernantes.
Por eso quiere que el Partido Popular, limpio de polvo y paja, esté en condiciones de ganarle al PSOE las elecciones de dentro de tres años y nada mejor que ayudarle a que sea lo más parecido a los socialistas: incapaces, pero honrados.
Agradecidos a Garzón deberían estar Mariano Rajoy y su Partido Popular. Además de incapaces de separar por sí mismos a los malos de los buenos, se enfadan con quien los ayuda. Son unos desagradecidos.

martes, 24 de febrero de 2009

RACHAS TOTALITARIAS

En sus “Cartas Finlandensas” narra el granadino Angel Ganivet la parábola de los esfuerzos de una familia, como símbolo de las corrientes totalitarias que germinaban a finales del siglo diecinueve y que, años más tarde, justificaron los totalitarismos comunistas y nazi-fascistas.
Una jauría de lobos famélicos, cuenta Ganivet, acosa el trineo en el que un campesino lapón y su familia recorren la inmensidad nevada de Laponia.
Parece inevitable que todos morirán a dentelladas devorados por las fieras pero, en un intento desesperado por salvar por lo menos a parte de la familia, el padre decide arrojar a los lobos primero al hijo más pequeño y, por orden de edad, a los que lo siguen.
Es la síntesis de la filosofía totalitaria: si todo el partido, el pueblo y el estado es feliz, son felices los individuos que lo integran. Está justificado el sacrificio de kulaks o judios, si con ello se logra la felicidad del volk, del pueblo.
La democracia se asienta en que la felicidad colectiva es resultado de la suma de la felicidad de todos y cada un o de los individuos que integran la comunidad. Sacrificar al más desvalido o gravoso de la comunidad es una aberración tan nefanda como sacrificar a la comunidad en su conjunto.
Los meteorólogos sociales harían bien en alertar a la humanidad sobre las rachas esporádicas que detectan y que podrían preludiar una nueva borrasca totalitaria: el sacrificio, aunque se argumente que es en su propio bien, de los enfermos terminales, la interrupción de la gestación de los concebidos indeseados o los sacrificados por EREs para salvar a compañeros de trabajo.
De esas minorías sacrificadas para salvar a mayorías en peligro hay un caso paradigmático: la sentencia de una jueza de Madrid que aprobó y justificó el ERE ilegal promovido por la Agencia EFE contra mas de 400 de sus empleados, argumentando que era la solución más barata.
Los 400 despedidos, para la jueza, no pasaban de ser el hijo menor de la familia del campesino lapón acosado por los lobos.

lunes, 23 de febrero de 2009

EL BERMEJAZO

Aunque no sea original, este 23 de Febrero aniversario de aquél que ha pasado a la historia como “El Tejerazo”, es inevitable bautizarlo como “El Bermejazo”, el día en el que se ha anunciado la dimisión, que es el eclipse,de un político rutilante hasta hoy como Mariano Fernández Bermejo.
Si es cierto, como dicen, que hasta el otrora envidiado, por todopoderoso, Pedro Solbes, ha admitido su propia envidia porque el protagonista del Bermejazo ha pasado de ministro a ex, negro porvenir hay que augurar al gabinete que vicepreside Solbes.
El gobierno que preside el político con apellido de remendón, del que se ha escapado Bermejo y del que está deseando salir Solbes, tiene un futuro más negro que la sotana de un cura preconciliar.
Si, como parece inevitable, la incapacidad gubernamental para sortear la borrasca de la crisis que se negaban a admitir se encrespa, los votantes van a librarse a gorrazos como de las molestas avispas estivales del gobierno del que hasta hoy formaba parte Bermejo y del que, a su pesar forma parte todavía Solbes.
Mientras no se confirme, sigue siendo una maledicencia de la deslenguada oposición que el ministro dimitido se ha garantizado acomodo más placentero para sus quehaceres de futuro,como montero mayor del Reino.
Dicen los lenguaraces que exige que a las piezas venatorias se les implante un chip que, activado a distancia, deje en estado catatónico a venados, jabalíes y muflones durante tres segundos, tiempo suficiente para que el escopetero pueda dispararles con garantía de atinarles y dejarlas fritas.
Pura falacia.

miércoles, 18 de febrero de 2009

ACLARACION AL MINISTRO BERMEJO

Si no fuera más listo que Lepe, a Mariano Fernández Bermejo no lo habrían hecho ministro, ni sería fiscal si careciera de rigor intelectual y moral.
Dar por sentado que lo adornan esas virtudes no implica, necesariamente, una garantía de que lo sepa todo, ni excluye que alguien de menor talla intelectual y más condescendiente con las flaquezas humanas pueda ayudarle a comprender lo que no entiende.
Me conmovió el desconcierto de Bermejo cuando, desde su altiva sabiduría de ministro de Justicia, confesó en televisión su incomprensión de las razones por las que se declararan en huelga magistrados y pilotos de líneas aéreas, y no lo hicieran obreros y trabajadores.
Intentaré explicárselo, con el único ánimo de ayudarlo:
La huelga es el recurso extremo al que recurre quien, después de reclamar reiteradamente un derecho, se niega a seguir trabajando para el que le niega lo que pide, como medida de presión para que acceda a su petición.
Para que la huelga sea eficaz debe secundarla el mayor número posible de afectados porque, si se limita a paros individuales y descoordinados, no afecta a la producción de bienes o servicios con cuya comercialización se enriquece el empresario reacio.
La organización de una huelga requiere esfuerzos de difusión, concienciación, coordinación y apoyo de los posibles huelguistas, por lo que son los sindicatos las únicas organizaciones que, de hecho, pueden organizar una huelga eficaz.
Para ello, la burocracia que maneja el sindicato no debe tener otros intereses que defender que los de sus afiliados, ni otra lealtad que la que, con el pago de sus cuotas, tienen derecho a exigirle los cotizantes sindicales.
Pero, si los sindicatos recibieran subvenciones adicionales a las de las cuotas de sus afiliados, se expondrían a un conflicto de intereses que los paralizaría en el mejor de los casos y, en el peor, los haría inclinarse en contra de los intereses de sus afiliados.
Que el desconcertado ministro Bermejo averigüe qué subvenciones estatales reciben a través del gobierno las asociaciones profesionales de los magistrados y las de los pilotos.
Una vez conozca ese dato, que recabe el de lo que reciben del gobierno Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores.
Estoy convencido de que el Ministro Bermejo hallará así respuesta a la extrañeza en que lo sumía que pilotos y magistrados vayan a la huelga y no las hagan obreros, campesinos, menestrales ni albañiles.
Si quiere, se la adelanto: Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores cobran más del gobierno que de sus afiliados y, lógicamente, están obligados a defender con más ahinco los intereses de quien le paga más que los de los que le pagan menos.
Y que los afiliados a los sindicatos, aunque seguramente no hará falta que nadie se lo diga, tomen nota de que sus representantes sindicales solamente defenderán sus intereses cuando coincidan con los del gobierno.

martes, 17 de febrero de 2009

ENSEÑANZAS OTOMANAS

Que José Luis Rodríguez Zapatero, Pepiño Blanco o el estratega que haya diseñado el método de neutralizar a la oposición para conservar el poder me perdonen, pero dudo que sean tan ilustrados como para haberlo calcado del de los sultanes otomanos.
Más mérito tienen por supuesto si, como creo, ha sido fruto de una intuición genial que, por caprichosa coincidencia, es similar al que en tiempos lejanos y felices aplicaban los mandamases de la Sublime Puerta.
Tomemos un botón como muestra:
El Sultán Murad III, que reinó de 1574 a 1595, engendró más de cien hijos varones, de los que lo sobrevivieron 20. El mayor, que lo sucedió con el nombre de Mehmet III, mandó estrangular a sus otros 19 hermanos y a siete de las concubinas de su padre que, al morir, esperaban descendencia de Murad.
Afortunadamente, prácticas tan sanguinarias evolucionaron a métodos menos crueles, aunque igual de eficaces, para neutralizar la oposición al gobernante.
Ahmed I fue el compasivo sultán que abolió el estrangulamiento de sus hermanos y, cuando subió al trono en 1603, ordenó que, en lugar de matar a los demás hijos de su padre, los encerraran en un pabellón especial y los aislaran del mundo exterior.
A partir de entonces, todos los príncipes del sultanato otomano, tras la proclamación como heredero del hermano mayor, pasaron lo que les quedara de vida en los aposentos sellados al exterior, conocidos por "La Jaula", en contacto solamente con eunucos y concubinas.
Pero, como toda precaución le parecía poca al gobernante, era condición indispensable que las concubinas de sus hermanos ya hubieran alcanzado la menopausia.
Si, por un infortunado error de cálculo, alguna de las concubinas concibiera pese a que se suponía que había perdido su capacidad de quedar embarazada, el resultado del error pagaba con su vida el imprevisto accidente.
Los príncipes recluidos, una vez proclamado sultán su hermano mayor, solo alimentaban una tenue esperanza de salir de La Jaula: que el sultán muriera sin descendencia y, por orden cronológico de nacimiento, le correspondiera heredarlo.
Que tomen buena nota los políticos del PP que se quejan de que Rodríguez Zapatero dedica sus esfuerzos a montar insidiosas campañas de desprestigio para impedir que lo depongan de su bien ganada poltrona en el palacio de La Moncloa.
Aunque lo de las campañas fuiera cierto, que seguramente lo será,no los manda estrangular,todavía no los ha encerrado en ninguna Jaula y, ni siquiera, limita a ancianas las amantes con las que puedan desfogar.
Pero ni así están contentos estos políticos del PP, acostumbrados a la vida fácil de los privilegiados por la fortuna. Se quejan de vicio.
sw

lunes, 16 de febrero de 2009

EMIGRAR Y MORIR

El número de víctimas no hace más amarga la tragedia ni su reiteración evita el estremecimiento ante la muerte de quienes pierden la vida por buscar una vida mejor.
Los marroquíes ahogados en Lanzarote,cerca de Teguise, han reactivado los sentimientos de piedad y compasión de quienes intentaron y no pudieron salvarlos.
Los que no dudaron en exponer sus vidas para rescatar a los que buscaban trabajo, y solo pudieron recuperar sus cadáveres, tardarán en reponerse del desconcierto al ver morir a los que tan cerca estuvieron de la salvación, sin poder evitar sus muertes.
Piedad, compasión, desconcierto y un atisbo de culpabilidad por no haber detectado la embarcación con tiempo de evitar que zozobrara.
Son todos sentimientos tan nobles como ineficaces para impedir que la tragedia se repita.
Como en desgracias similares anteriores, puede que también en ésta aflore un larvado complejo de culpa por el bienestar relativo de la sociedad cuyas sobras ansiaban los inmigrantes.
Hay culpables de la tragedia y de las que, parecidas a la de hoy, han causado la muerte de más de diez mil ahogados que, en los últimos años, buscaban las costas españolas a las que solamente llegaron sus cadáveres.
También la tragedia de un indeterminado número de ahogados cuyos cadáveres quedaron hundidos en el mar.
Si hay culpables de esas muertes y no son los habitantes de la tierra a la que querían llegar, habrá que buscarlos en los países de los que tan desesperadamente intentaron huir.
¿Por qué la piedad, la compasión, el desconcierto y la culpabilidad por esas muertes, que sacuden a los españoles, no conmocionan a las sociedades de las que huían?
Puede que en ellas se difundan menos profusamente las noticias de esas tragedias, o que la vida de los desheredados que la sufren valga menos allí que lo que aquí estamos dispuestos a pagar por conservarla.
Pero no todos los habitantes de los países de los que mueren en su intento de llegar a España tienen que emigrar para lograr una vida mejor.
Los tiranos que los gobiernan y los secuaces que los ayudan a conservar el poder viven en la opulencia más escandalosa, gracias a la indigencia de los que prefieren enfrentarse a la muerte casi cierta de la emigración, antes que malvivir en la tierra en la que tuvieron la desgracia de nacer.
El bienestar de pocos a costa de la explotación de muchos no es una teoría social original: el tartesso rey Habidis la formuló y aplicó dos mil años antes de Cristo.
Para que perdure en Marruecos y en los demás países de los que proceden los inmigrantes muertos en su intento de llegar a España, los tiranos que los gobiernan saben bien lo que tienen que hacer:
Silenciar las noticias de esas tragedias y reprimir los sentimientos de piedad, compasión, desconcierto y culpabilidad para que no se transformen en exigencia de que la opulencia de unos pocos sea menos evidente, y la miseria de los demás, más soportable.
Esos son los principales culpables de la muerte de los ahogados en su intento de llegar a las costas españolas, pero no los únicos.
¿No son culpables los gobernantes de los países desarrollados de que se perpetúen los tiranos del sur, al encauzar a través de ellos, y para su exclusivo beneficio, la ayuda al desarrollo de sus poblaciones, que se queda en las arcas de los gobernantes como pago a su docilidad?

domingo, 15 de febrero de 2009

GARZON Y LA EPICA DE LA CAZA

Nací, crecí y nunca me desvinculé de la tierra de las monterías, el nombre con que se conoce a las partidas organizadas de caza mayor en Hornachuelos, La Puebla de los Infantes, Las Navas de la Concepción, Constantina, Alanís, Malcocinado y otros pueblos de Sierra Morena.
Tengo muchos amigos de infancia que hibernan todo el año aguardando la reviviscencia del breve período de monterías y, como el único placer mayor que el de practicar su pasión es relatar los aciertos y desventuras de la caza, a fuerza de escucharlos tengo la sensación de ser también protagonista.
De todas las modalidades de la caza, solo hay otra de fanáticos más obsesivos que los monteros: la de los que “cuelgan el pájaro”, los que crían, miman y sacan en la jaula su reclamo para atraer y cobrar perdices silvestres en la época de celo.
Los cazadores más diestros, en cualquiera de las especialidades cinegéticas son, sin duda, los furtivos. Me honro con la amistad de Juan Carlos Molina Román, de La Puebla de los Infantes, uno de los más ingeniosos y capaces, y al que menciono en mi novela “El Viejo Río Grande”.
He ido a un par de monterías, solo como espectador, pero he escuchado a tantos monteros alardear de sus aventuras durante tantos años que creo que puedo escribir sobre caza y monterías con suficiente conocimiento de causa.


CAZADORES URBANOS

Al salir del tibio bienestar del auto, lo despertó sin despabilarlo el cortante frío de la noche, precursor del intenso relente.
Todavía amodorrado por la digestión de la cena en el restaurante en que había parado 400 kilómetros después de salir de Madrid, se apresuró a salvar los 25 metros de gravilla del sendero que, desde el estacionamiento, lo condujo al zaguán del caserío.
Los invitados que lo habían precedido conversaban en torno al tronco crepitante de encina que esparcía la caricia de su calor desde la cavernosa chimenea del fondo del salón.
El cansancio acumulado por sus obligaciones profesionales durante la semana pasada, la relativa incomodidad del viaje y la programada necesidad de madrugar lo aconsejaron despedirse pronto y retirarse al descanso del dormitorio que, como al más ilustre de los monteros, le habían reservado los dueños de la finca.
A las ocho de la mañana, después de sus parsimoniosas abluciones matutinas, fresco y descansado por el profundo sueño al que lo indujo el silencio sin los ruidos del tráfico, se unió a los monteros más madrugadores en el salón del caserío.
Degustó las migas con huevos fritos, los crujientes torreznos, el viscoso chocolate y las tostadas con manteca colorada del desayuno, antes de paladear la copa de aguardiente de guindas.
Cuando la noche anterior subió a su dormitorio vestía el atuendo formal de brillante personaje de Madrid.
Cuando bajó había transmutado su apariencia en la imitación de un rústico: recias botas de suelas gruesas que mantenían sus pies tan cómodos como sumergidos en el agua tibia de una jofaina, amplios pantalones enguatados, zamarra con muchos bolsillos y grueso jersey de suave lana y cuello alto.
La ropa parecía primorosamente desgastada, como si la hubiera estado usando desde que su madre lo gestaba, porque nada le preocupa más a un montero social que estrenar atuendo y parecer primerizo.
A media mañana subió al todo terreno y el postor lo depositó, con el secretario que le había sido asignado, en el puesto que le habían destinado, en teoría el mejor de la batida.
El secretario distribuyó en el puesto la “Expres” de doble cañón y seis mil euros de precio, la canana con las balas de 7 milímetros Magnum, la cantimplora con agua, el termo con café, el táper con los sándwiches y la petaca de Glenfiddich.
A mediodía empezaron a oírse en la distancia los ladridos de las rehalas y el secretario aguzó su atención.
Era el secretario un mozo oscuro y taciturno, franco y servicial que compartía con el señorito el gusto por la caza. Pero tardaba medio año en ganar como gañán los seis mil euros que había pagado el de Madrid por el puesto.
El secretario, con la connivencia del guarda de la finca unas veces, con la benevolencia del dueño otras y, las más arriesgando multas y cárcel, recurría al furtiveo para satisfacer su pasión cinegética.
Lo hacía solo. Tenía que rastrear el monte hasta descubrir la pieza, aproximarse a ella confundiéndose con el entorno para que no lo descubriera, administrar su rumbo para que el aire no llevara su husmo al bicho, abatirlo con un único disparo en un punto de fácil huida de los guardas, desollar la pieza, guardar en el zurrón lomos y jamones y limpiar el entorno de pistas que lo pudieran delatar.
Como secretario del cazador urbano, su cometido era alertarlo de la presencia de las piezas, aconsejarlo sobre el mejor momento del tiro, hacerle cómodo el aguardo y tomar nota para encontrar con facilidad una vez finalizada la montería, el lugar donde habían caído las piezas abatidas.
Hay tiradores expertos y tiros de fortuna que logran abatir una pieza a 400 metros de distacia.
Sobre las tres de la tarde cesan los ladridos de las rehalas y poco después, cuando llega el postor y se le da cuenta de las piezas abatidas y de su probable situación, el señorito sube al todo terreno y es devuelto al caserío para que reponga fuerzas con un almuerzo reparador, comente con los demás las aventuras vividas y se fotografé con las piezas cobradas.
Esa, más o menos parecida, fue la fascinante aventura cinegética de Garzón, Bermejo y los otros cazadores urbanos de sus séquitos.
Un cazador urbano se parece tanto al rural como el soldado de un pelotón de ejecución y el de un pelotón de asalto: ambos se dicen soldados pero mientras los segundos conceden al oponente la oportunidad de defenderse, el único riesgo que afronta el del pelotón de ejecución es el de levantarse al amanecer.

viernes, 13 de febrero de 2009

ANSIAS DE REDENCION

Algunas actitudes del comportamiento humano nos parecen tan irracionales que nos intrigan y, si no son esporádicas sino habituales, nos desconciertan.
Intentar encontrar explicación a lo que, a la luz de nuestra razón, nos parece incomprensible puede provocarnos una desazón tan grande que hasta nos haga temer que sea el raciocinio propio, y no el ajeno, el que esté viciado.
¿Qué de qué hablo? De la contumacia con que el pueblo español acepta y perdona las mentiras reiteradas de José Luis Rodriguez Zapatero.
Mientras más le miente, más lo quiere.
He encontrado, por fin, una relación parecida entre individuos a la que encadena a los españoles con su gobernante y, aunque lo he descubierto en la ficción de una novela, me ha ayudado a explicarme lo que tanto me intrigaba.
En “El curandero de su honra”, Ramón Pérez de Ayala retrata a Tigre Juan, un próspero chamarilero de carácter hosco y turbio pasado, benefactor de un mocito que se enamora de Herminia, una huérfana desamparada.
Tigre Juan, que estorba el casamiento de los dos jóvenes, acaba enamorado y marido de Herminia que, embarazada, huye con Vespasiano, un tenorio seductor junto al que espera encontrar la excitación y la aventura que no encuentra junto a su marido.
Arrepentida y desengañada, abandona al seductor y, tras regresar al hogar, escoge a las criadas más agraciadas del pueblo, con la secreta esperanza de que seduzcan a su irreductiblemente fiel y enamorado marido.
Pretende así poder perdonarle una infidelidad igual a la que a ella la atormenta y de la que no deja de sentirse culpable y, al absolverlo, demostrarle a Tigre Juan que su amor es equiparable al que él le evidenció al perdonarla.
¿De qué sumisión carnal a gobernantes pretéritos se culpa el pueblo español que lo inducen a perdonar las infidelidades del que ahora los gobierna?
¿Es equiparable la lógica de la mente colectiva de un pueblo a la de los individuos que lo integran?
¿Necesitan expiación tan perentoria arrebatos pasionales espúreos en los que los españoles se engolfaron en el pasado?
¿Entregaron el candor de su pureza a amantes indeseables, y esperan su redención perdonando infidelidades del amante con el que ahora comparten lecho?
Se necesitaría la imaginación de un recreador de ficciones como el autor de Tigre Juan o la sabiduría de un experto argentino en psicología de las masas para atinar en la respuesta.
Como insignificante semianalfabeto jubilado y, por andaluz, privado de la sabiduría de razas superiores, que son todas las demás, solo se me ocurre esto:
Los españoles se sienten absueltos del pecado de haberse dejado seducir por los truhanes Franco y Aznar cada vez que los engaña el seráfico Zapatero.

jueves, 12 de febrero de 2009

GARZON Y SU DESTINO

Cuando los recuerdos se rescatan de las brumas del pasado, los perfiles de la imagen pierden nitidez y, en la evocación, solo la sensación experimentada en el lejano pretérito sobrevive hasta el presente.
Mi impresión de la primera vez que vi a Baltasar Garzón hace ahora 22 años fue la de un iluminado capaz de desafiar a las fuerzas del cielo y del infierno, si se coaligaran para impedirle realizar su destino.
El Garzón que conocí en Lisboa la mañana de un día ventoso de invierno era un hombre joven de mirada fija, melena agitada y gabardina abierta cuyos vuelos hacía ondear su caminar implacable.
Quizá fuera lo desapacible de la mañana y el viento racheado que descendía desde el Atlántico por la Avenida Columbano Bordalo Pinheiro lo que me hizo pensar, al ver al joven juez Garzón, en el mensajero de castigos implacables de un dios airado.
Baltasar Garzón había ido a Lisboa en comisión rogatoria, para investigar la contratación en la capital portuguesa de sicarios locales para la trama de los GAL por parte de los policías Amedo y Dominguez, dos de los cabezas de turco de aquella turbia componenda inspirada por el gobierno.
Ya rebasa Garzón el medio siglo y de su progresivo envejecimiento he sido testigo obligado como espectador de televisión, de la que el juez nunca ha dejado de ser rutilante estrella.
Sigue pareciéndome, como aquella lejana mañana de Lisboa, que lo tensa la desazón del que descubre decepcionado que, por mucho que se apresure, no logra reducir la distancia que lo separa del horizonte que se empeña en rebasar.
Puede que ese horizonte sea la Justicia que, con mayúsculas, no está en las manos de ningún ser humano administrar y Garzón, aunque se empecine en no admitirlo, es tan mortal y tan imperfecto como los malandrines humanos a los que tan implacablemente persigue.
Ni siquiera como Dios parece buen justiciero, porque carece de los rasgos de piedad que hasta al airado Dios del antiguo testamento lo acercaban al ser humano.
El ímpetu justiciero de Garzón no tiene límites: persigue por igual a posibles infractores sobre los que tiene la jurisdicción territorial del sistema judicial del que es miembro y a los que cree que han delinquido en tierras lejanas.
Tampoco el tiempo lo detiene. En su afán justiciero, el odiado delito no prescribe. Ni siquiera hace distingos sociales: tan reo de justicia puede ser el desheredado como el todopoderoso.
Hasta con el intocable, sanguinario y feroz dictador de España, Francisco Franco, se ha atrevido aunque, cuando pretendió encausarlo, llevara ya muerto 33 años.
Prisa debería darse Garzón en alcanzar el objetivo cuya persecución lo desazona, y en cumplir el destino al que parece destinado porque, pasados los 50 años, en éste mundo en el que los jóvenes jubilan cada vez más prematuramente a sus mayores, ya ha llegado a la edad de que vaya pensando en su epitafio.
Como el de Gregorio VII en 1085, el de Garzón, cuando Dios lo llame y que no se dé prisa en hacerlo, podría decir: “Amé la justicia y aborrecí la iniquidad. Por eso muero en el destierro”.
Que no sea el destierro del expatriado, sino el del olvido y el perdón.

miércoles, 11 de febrero de 2009

EL PARO, HERRAMIENTA DE PODER

Lo intuía pero no lo comprendía; lo sospechaba pero no quería creerlo.
Se me ha encendido por fin la luz del entendimiento y ahora ya lo creo y lo comprendo.
He descubierto, y me siento aliviado, lo que antes me intrigaba sin saber por qué.
La desazón que me desconcertaba venía de lejos:
1.- El regalo de 400 euros anuales, implícitamente supeditado a ganar las elecciones (pago indirecto de votos).
2.-El pago de 2.500 euros por nacimiento.
3.-El compromiso de mantener el subsidio de desempleo, a pesar de que se sabía que el paro crecería de manera insoportable para las posibilidades del Estado.
4.-La cara publicidad para que los votantes supieran que las chapuzas municipales las pagaba el gobierno.
5.-El pertinaz rechazo a abaratar las contrataciones y a dedicar los fondos del estado a inversiones creadoras de empleo en lugar de a subsidios al desempleo.
6.-El empecinamiento en rechazar los cambios en política económica que todos los partidos solicitaron en el debate que hoy terminó.
7.- La promesa reiterada del Presidente de que su gobierno mantendrá los gastos del paro por mucho que aumenten.
--“Oiga, oiga”—se levanta un clamor tumultuario—“¿no estará usted sugiriendo que hay paro porque el gobierno quiere?
--No señor, lo que digo es que, a éste gobierno, el paro no le molesta ni cree que le haga daño.
--Venga ya, si el propio Presidente está harto de decir que lo que más le preocupa es el paro…
Lleva razón el interpelante, pero no toda, porque es verdad que el paro es lo que más preocupa al presidente. Pero no el que ya ha dejado sin empleo a casi tres millones y medio de empleados, sino el que pudiera afectarle personalmente a él.
Los ingenuos argüirían que, por eso, el presidente tiene más interés que nadie en acabar con el paro y, así, ganar las elecciones.
--“¿Y no es más fácil?”---preguntaría el cínico sabio—“¿impedir que las elecciones las gane la oposición?”
La tarea más apremiante de un político en el Poder es perpetuarse en él. Y si todos sus electores trabajaran, creerían que su bienestar se debe a su trabajo y no tendrían que agradecerle con su voto la dicha de su supervivencia.
Pero si siguen vivos, aunque sin trabajo, es al que subvenciona su paro, en contra de lo que la oposición le aconseja, al que deberán agradecer con su voto su relativo bienestar.
El presidente con apellido de artesano remendón lo ha visto claro: acusa a la oposición de querer acabar con la subvención al paro y, en una maniobra de apoyo, culpa a quienes aspiran a su cargo hasta de lo breve que es el placer del orgasmo.
--¿Y si está tan claro, ¿por qué los de la oposición no lo desenmascaran?
--Porque son unos inútiles.
No acaba de convencerse el tozudo discrepante.
--Usted es un fascista que no ve en el sistema democrático más que pillos o lelos.
--Hay también personas capaces y honestas, pero el olmo español no está como para pedirle peras.

martes, 10 de febrero de 2009

AL ANDALUS

Cada vez que alguno de sus cabecillas sucumbe a la tentación del irredentismo musulmán, reclama la recuperación de Al Andalus.
Es el deseo obsesivo de que la historia retroceda desde la postración de su presente al esplendor de su pasado.
Porque, como la idílica Shangri La de “Horizontes Perdidos”, Al Andalus carece de fronteras definidas. La nostalgia no tiene límites geográficos.
Al Andalus es el nombre que los musulmanes dieron a las tierras que conquistaron al norte del Estrecho de Gibraltar y que se extendieron hasta Poitiers, donde Carlos Martel los detuvo el año 730.
La Comunidad Autónoma y sus ocho provincias del Sur de España formaron parte de Al Andalus, pero la actual Andalucía no representa ni el 15 por ciento del territorio de la Península Ibérica que estuvo bajo dominio musulmán.
Si Andalucía fue solo parte del espacio de Al Andalus, su tiempo sojuzgada al islamismo en relación con la totalidad de su historia fue también, afortunadamente, limitado:
Se toma como primera referencia histórica de Andalucía la de Estesícoro en su “Gerioneida” el año 600 antes de Cristo. La hizo en griego, lengua vehicular de la cultura que, mestizada con la civilización romana posterior, todavía nuclea Andalucía.
Solamente del año 711 a los inmediatamente posteriores a 1212, estuvo desterrada de Andalucía la cultura grecorromana, suplantada por la islámica. En el reino de Granada perduró hasta 1492.
La Andalucía preislámica dio a Roma dos emperadores y luminarias de la cultura como los Séneca, Lucano o Isidoro de Sevilla.
Abderramán III , Averroes, Maimónides y posiblemente Almanzor, fueron algunos de los notables nacidos en Andalucía durante su época musulmana.
Musulmana y no árabe porque, salvo algunos oriundos de Siria o Arabia, los que en sucesivas oleadas invadieron Al Andalus, eran bereberes del Valle del Nilo al Atlántico, y del Mediterráneo al Rio Níger, todavía con el fanatismo de recién conversos al Islam.
Andalucía es, pues, síntesis proporcional de la influencia que, en tiempo y espacio, sedimentaron las culturas grecorromana e islámica que la forjaron.
Desde que culminó en 1492 la reconquista y se restableció la cultura grecorromana, para los musulmanes fue Al Andalus la nostalgia del esplendor perdido y de la tolerancia añorada.
Se justifica la añoranza porque el Islam solo fue tolerante y liberal durante algunos períodos, generalmente coincidentes con los de relajación del fanatismo en la práctica de su doctrina, en el Califato cordobés o en algunas de las taifas en que se disgregó.
Desde su forzado abandono de Al Andalus, el islamismo se hizo paulatina y crecientemente integrista. En ninguno de los países en que actualmente es hegemónico como creencia se admite la división de poderes, la igualdad de derechos ni la libertad de culto.
La huelga como herramienta de presión para conseguir mejoras sociales solo es permisible en los países musulmanes si el empresario, o el gobernante contra el que se declara, es considerado previamente infiel.
El bienestar de los que nada tienen depende de la buena voluntad de quienes tienen todo el poder (religioso, político, económico y militar), concentrado en Dios, titular único del Poder.
Esa concentración monolítica del Poder ha impedido el progreso de los gobernados. En contraste, en la parte de la Humanidad que evolucionó desde la cultura grecorromana hacia la fragmentación del poder político y religioso y su posterior división en ejecutivo, legislativo y judicial, el bienestar de sus habitantes se ha generalizado.
Los gerifaltes musulmanes que reivindican periódicamente Al Andalus quieren recuperar el tolerante pasado glorioso de su cultura, pero encuadrándolo en el integrismo intransigente del islamismo actual.
Integrismo religioso y progreso social son aspiraciones incompatibles, salvo para la quimera alimentada en la nostalgia, que suele enmascarar la realidad.
Porque, ¿fue tolerante el islamismo en Andalucía o fue la tolerancia innata del andaluz la que limó la intransigencia del islamismo?.

lunes, 9 de febrero de 2009

INVITADOS DE HONOR

Entre Andorra y Gibraltar se viste hoy de tiros largos por un invitado de honor: mi maestro Don Antonio García Chaves. Ayer recibí un correo electrónico suyo que, sin su autorización, transcribo.Si por esa licencia se cabrea, una vez más le tocará perdonarme a su probada generosidad.


LAS VERDADES DEL BARQUERO


Siempre ha existido una ancestral curiosidad por conocer cuales son las tan cacareadas verdades del barquero. Los estudiosos analistas del tema, después de ímprobos esfuerzos han llegado a descubrir solamente el número de las mismas: concretamente tres y a veces este número de verdades lo esgrimen como sentencia matizada de amenaza.(Recreate en el juego fonético de las zetas).
Pero el contenido de las mismas ha permanecido oculto desde los orígenes del mundo. Me atrevería a precisar que desde la aparición del primer río sobre nuestro planeta.
Mi proverbial constancia en el campo filosófico, mi acrisolada tenacidad, una insaciable curiosidad por lo esotérico y ... por que no confesarlo una personalísima y descarada intuición que me adorna sin haber realizado ningún esfuerzo para merecerla han conseguido descifrar el misterio. Todo ello unido a mi probada modesta singularidad. De este hallazgo histórico-cultural te hago partícipe.
Considero gratificante y aleccionador que aún existan en este egoista mundo personas que desinteresadamente nos preocupamos por ofrecer manjares de cultura aderezados con nuestro profundo estudio para que nuestros semejantes unas veces los degusten y saboreen y otras, las más, los devoren con brusca y grosera voracidad. No te incluyas en la nómina de estos últimos y paladea lo que te envío:


Mecida entre los juncos de la orilla
oculta por las ramas de tarajes
añorando utópicos viajes
tranquila reposaba una barquilla.
Tan solo a unos pasos el barquero
-soñó con ser de mar- lobo de río
filósofo de adelfas y baldios;
de su humor y saber contaros quiero.

En una noche clara y luna llena
lo quise someter a dura prueba:
me contestó que "EL RÍO AGUA LLEVA
CUANDO en su gris silencio SUENA Y SUENA".

Una tarde de siesta, era verano,
tostado por el sol y por la sed
tomé la decisión de no beber
pues el caudal del río no era sano.
Me respondió solemne aquel barquero:
"NUNCA DIGAS DE AQUÍ NO BEBERÉ
QUE EN EL CAMINO PUEDE APRETAR LA SED
Y MÁS AÚN SI LARGO ES EL SENDERO".
"Si eres contumaz y tú no bebes
y te empeñas cerril en no beber
aprende bien lo que tienes que hacer
siguiendo mis consejos como debes:"
"QUE EL AGUA QUE TU NO HAS DE BEBER
para que otro en tu lugar la pruebe
DÉJALA QUE CORRA, DÉJALA CORRER".

Y firmo estos consejos tan certeros
que ante vosotros acabo de exponer;
podeis contarlos pues son tan solo tres
y éstas son las verdades del barquero.

Antonio García Chaves /febrero 2.009

domingo, 8 de febrero de 2009

COMO CONSERVAR EL EMPLEO







Para que un trabajador conserve el empleo que quiere un colega en paro, debería:
a) Cumplir tan bien sus obligaciones que el empresario se niegue a sustituirlo.
b) Adular y seducir con su simpatía al empresario.
c) Inventar y difundir chismes del rival para que no lo contraten.
Cualquiera de los tres métodos serviría al trabajador para conservar su empleo aunque el primero de ellos es, con diferencia el menos recomendable porque es el que mayor esfuerzo requiere.
Si la astucia y la bribonada son tan eficaces como la honestidad, ¿merece la pena ser honrado?
Una combinación del segundo y tercer métodos garantiza, según la experiencia ha demostrado, que el trabajador conserve su empleo mientras la empresa siga funcionando, aunque sea a trancas y barrancas.
Si el empresario es además ingenuo, enamoradizo y un tanto panoli será, como el cónyuge burlado, el último que se entere de que le han salido adornos en las sienes.
Para ilustrar lo que intenta sugerir la anterior parábola, veamos el caso de España.
El empresario español, que en este caso son los votantes, parece cada vez más satisfecho de lo bien que trabaja su empleado, el Partido Socialista que dirige el político con apellido de artesano de la lezna y la chaveta.
En los primeros cuatro años de su contrato estuvo a punto de desmantelar la fábrica, negoció con unos bandidos que se proponían fraccionarla, se peleó con el principal cliente, rechazó todos los avisos de dificultades en el mercado e ignoró los consejos de que ahorrara y limitara el derroche.
En un gesto todavía inexplicable, el empresario le extendió el contrato cuatro años más al trabajador, aunque hubiera sido el responsable de que la próspera fábrica que hasta hacía poco era la admiración y envidia de la competencia, pasara bajo su dirección a motivo de cachondeo.
¿Qué irracional impulso decide al empresario a prorrogar el contrato de su empleado, si es evidente que le miente y acabará llevándolo a la ruina?
Hay quien dice que, sin costumbre de decidir por sí mismo, el empresario padece ansias suicidas, debidas a hondos sentimientos de culpa por haber abjurado del que fundó la empresa.
Otros descartan ese argumento, aparentemente inspirado en las conclusiones de un psicólogo, naturalmente argentino, al que le consultaron el caso.
Parece que todo es más simple y que el encargado conserva el empleo gracias a la influencia de un amigo, que es una especie de guía espiritual del empresario, y que controla el grupo de propaganda política PRISA.
Se aduce a favor de esa teoría que, de los 18 asuntos tratados en su pagina de información general sobre España, el diario digital del domingo El Pais, portaestandarte de PRISA, 10—las de titulares con letras más llamativas-- se refieren a supuestos escándalos del Partido Popular, seis a asuntos diversos y solamente dos aluden a la crisis de la economía.
El titular a cinco de las seis columnas de la primera página de la edición impresa del mismo periódico alude al escándalo en el que implica al partido de la oposición.
El Partido Popular, por si no lo había dicho, es el trabajador en paro de la parábola que quiere el empleo que ahora tiene el partido del político con apellido de remendón.
El encargado actual, parece evidente, conservará su empleo mientras PRISA presione al empresario para que le renueve el contrato. Al aspirante le están aconsejando que se apunte al paro y, mientras le dure, haga algún curso de capacitacion para probar fortuna en otra profesión.

viernes, 6 de febrero de 2009

OLOR A CHAMUSQUINA

Hasta que se vio reflejado en el espejo y descubrió que el olor a chamusquina procedía de la borla de su gorro de dormir, que en una cabezada había tocado la llama de la palmatoria, el tío Frasquito no podía imaginar el origen del tufo.
Como al petrimetre caduco que el Padre Coloma describe en su novela “Pequeñeces”, un intenso olor a chamusquina intriga desde hace días a los sevillanos.
En contra de lo que desconcertaba al personaje de ficción, los ciudadanos de Sevilla supieron desde el primer momento que la tufarada a cuerno quemado la exhala la martingala de unos funcionarios de izquierda unida para desviar a correligionarios comunistas de Nicaragua, Cuba y Colombia, casi un millón de euros.
Parece que Cooperación al Desarrollo, a cargo de un concejal socialista, cambió de nombre sin haber realizado un fondo de más de 990.000 euros para cooperación internacional.
Bajo la aparente tutela de un teniente de alcalde de izquierda unida, se gestionó una modificación presupuestaria para que los fondos no realizados, pasaran a la fundación De Sevilla, gestionada por el Partido Comunista e Izquierda Unida.
El contrato entre el Ayuntamiento y la Fundación, firmado el pasado Diciembre, implicaba la entrega, en el momento de la firma, del 75 por ciento de la cantidad establecida.
Pero el Diario ABC asegura hoy que el Instituto de la Juventud de Nicaragua, destinatario de 276.670 euros del total de los fondos, ni ha recibido nada ni sabe nade del as unto aunque, para ser beneficiario, debería haberlos solicitado.
El Partido Popular, único en la oposición en el ayuntamiento de Sevilla, regido por socialistas y comunistas, ha exigido al alcalde, el socialista Alfredo Sanchez Monteseirín, que aclare cuanto antes el enigma.
Tantas esperanzas tienen de que lo aclare como de que deje de oler a podrido en el ayuntamiento de Sevilla.

jueves, 5 de febrero de 2009

DAR A QUIEN NO TIENE

“Cuando des limosna”—recomendó Jesucristo en el Sermón de la Montaña—“que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”.
Para un cristiano, que según el catecismo de mi época es “quien profesa la fe en Cristo que recibió en el bautismo”, la recomendación está clara: quiere decir que el que de limosna no debe alardear de que lo hace.
Pero ¿si el que da al que no tiene no fuera cristiano,se le podría culpar de interpretar erróneamente a Cristo?
Y, si además de no cristiano fuera político, ¿no sería lógico que atribuyera un sentido ideológico a eso de las manos derechas o izquierdas?
Si fuera un político izquierdista, podría suponer que lo que Cristo recomendó es que, a los de derechas, ni un soplo en un ojo.
El político de derechas, evidentemente, creería lo contrario, aunque la confusión en ese caso sería poco probable porque, dicen, los políticos de derechas son todos cristianos.
Esa teoría del desconcierto político-religioso como explicación del episodio que ABC de Sevilla relata en su edición del miércoles 4 de Febrero es una insensatez pero, como ha sido a mí a quien se le ha ocurrido, me parece ingeniosa y menos malévola que la del favoritismo de unos funcionarios con sus correligionarios, en perjuicio de sus paisanos.
El episodio, trazado con brocha gorda, consiste en que una partida de 836.526 euros asignados a la Delegación para la Cooperación al Desarrollo del Ayuntamiento de Sevilla para el ejercicio de 2008 ha ido a parar a Cuba, Nicaragua y a organizaciones del Partido Comunista de Colombia.
Señala la información a los comunistas miembros de Izquierda Unida Antonio Rodrigo Torrijo y López Adán como lo hábiles muñidores que apadrinaron la modificación presupuestaria que, a espaldas del concejal socialista Alberto Moriñas tenía presupuestada su Delegación de Cooperación al Desarrollo.
Gracias a Torrijo y Adan, la dictadura de los Castros ha recibido el regalo sevillano de 534.835 euros: 38.733 de ellos para que compren ordenadores, 64.881 para un incinerador de restos de ataúdes, 186.389 para contenedores de residuos urbanos y otras partidas para equipos informáticos o restauraciones monumentales.
Meritorio es solucionar necesidades ajenas, y heroico si se hace a costa de las propias. Que se haga con dinero que no es de uno no hace al caso.
A propósito: a 89 kilómetros de Sevilla, en el ambulatorio de Palma del Rio, cuando pedí agua para tomarme un analgésico que el médico de guardia me había recetado, se excusaron porque no tenían vasos desechables.
Tuve que desplazarme por mis propios medios 53 kilómetros hasta Córdoba para que me hicieran la radiografía que ordenó el médico. El ambulatorio tenía el instrumental, pero sin personal que lo manejara.
--“Pues así”,--bromeé a un empleado amigo--"el aparato llegará a la obsolescencia sin que se haya estrenado".
--¿A la obso le qué?
--Que cuando contraten a quien lo maneje ya será demasiado anticuado para que sirva.
--“Si es que alguna vez”—concedió mi entusiasta amigo—“tienen dinero para contratar a alguien”.

miércoles, 4 de febrero de 2009

LA AMENAZA DEL CONSENSO

Hay proyectos de ley, como el de estímulo de la economía presentado por Barack Obama y que el Senado tramita ahora, para los que el gobierno Norteamérica intenta el respaldo de representantes de la oposición, además del de sus partidarios.
El mecanismo para lograr ese apoyo bipartidista se conoce por “horse-trading” que, a pesar de su traducción literal de “chalaneo”, es un procedimiento respetable y eficaz para conciliar discrepancias políticas, en leyes de especial trascendencia.
El escrupuloso respeto a las competencias de cada protagonista contribuye a la respetabilidad del sistema:
Corresponde únicamente al gobierno presentar su texto, tras sondear pero sin negociar el apoyo al proyecto, y los líderes del partido del Presidente en la cámara y el senado, donde ha de obtener su visto bueno, son los que chalanean posibles modificaciones con los de la oposición.
El tira y afloja se hace a la luz del día, públicamente y sin protegerlo del escrutinio de votantes y opinión pública.
Todo lo contrario de lo que, en la práctica, ocurre en España.
En la política española, sobre todo en los últimos cinco años, cuando el gobierno tiene dificultades para salir de una situación particularmente embarazosa, pide consenso al principal partido de la oposición, pero sin detallar específicamente en qué quiere que deje de oponérsele, ni asumir ninguna iniciativa ajena a cambio de su apoyo.
Lo hizo cuando, en la legislatura pasada, quedó en evidencia que ETA lo había engañado en la negociación para que dejara de asesinar y vuelve a exigir el consenso ahora al Partido Popular para sortear la crisis económica.
Pero ni en la pasada legislatura ni ahora dice el gobierno cuáles de las medidas que el Partido Popular propone estaría dispuesto a asumir en el consenso que le pide.
De hecho, parece que lo que espera del partido de la oposición es que renuncie, al menos de forma temporal, a su cometido constitucional de exponer al electorado soluciones diferentes, y si hace falta contrarias, al partido gobernante.
El sistema democrático parlamentario se fundamenta en el disenso, en la existencia de alternativas a las que el gobierno propone y en el derecho a exponerlas para que el votante escoja entre soluciones discrepantes.
El consenso ya está expresado, contenido y limitado en la Constitución. Son las dictaduras las que se asientan en el consenso y temen a la discrepancia.
El Partido Popular no solo faltaría a la obligación que la Constitución le marca si dejara de presentar alternativas distintas de las que defiende el Partido del Gobierno para salir de la crisis, sino que sería irresponsable si accediera al consenso que le piden.
Porque, si accediera a apoyar al gobierno en sus medidas contra la crisis y persistiera a pesar de ello la catástrofe en la que la ceguera, la omisión o la acción equivocada del gobierno ha sumido a España, ¿a quien podrían recurrir los españoles?
La tentación de echarse en brazos de técnicos, civiles o uniformados, sería una amenaza más negra que la que proyecta la economía.

martes, 3 de febrero de 2009

TODO TIEMPO PASADO FUE PEOR

“Felices tiempos aquellos”—añoraba Alejandro Dumas—“en que éramos tan desgraciados”.
Todo viejo que caiga en la tentación de mirar hacia atrás coincidirá en su lamento con el del maestro francés y con la sentencia de Jorge Manrique de que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.
Seguramente, los tiempos pasados no fueron mejores que los del presente, pero la añoranza de la ilusión y de la juventud perdidas los idealiza al compararlos con el pesimismo de la senectud de hoy.
El estado de ánimo del que, desde su decadencia presente recuerda el vigor de su pasado, minimiza las tribulaciones de su juventud y agiganta las de su madurez.
Si coteja los sinsabores que le toca vivir con los que conoce solamente de oídas y que fueron otros los que los padecieron, su juicio será erróneo porque la magnitud de los sufrimientos del pasado solo pudo apreciarla quien los padeciera.
Por eso, y aunque de buena fe, se equivocan los que sentencian que los sufrimientos actuales de la humanidad son mayores que los de antes.
Evidentemente, afectan ahora a más personas que antes porque de los 50 millones de habitantes de la tierra el año mil antes de Cristo, el planeta paso a 200 millones el año en que Cristo nació y la pueblan ahora 6.758 millones.
A pesar de ese brutal incremento de la población, las hambrunas que periódicamente diezmaban a la humanidad por su incapacidad de producir suficientes alimentos han desaparecido y los episodios que todavía persisten se deben a fallos en la distribución y no en la producción de comida.
Gracias a los logros de un proyecto que la Fundación Rockefeller financió en México hace 70 años, lo que se conoce por “revolución verde” acabó con el hambre en el mundo.
Escandaliza con razón al hombre de hoy el conflicto que en el Cercano Oriente no deja de causar muertes y destrucción, pero aunque el escándalo esté justificado, ni se ha agravado ni es más sangriento que el que asola a esa parte del mundo desde hace más de cuatro mil años.
Además de en Palestina, los únicos focos de guerra actualmente son los de Afganistan y Africa Central, regiones donde las guerraqs tribales han sido endémica desde el principio de la historia.
Sin falso optimismo, hay ahora menos sufrimiento en la tierra que en ningún otro momento anterior y, en términos tanto absolutos como relativos, hoy vive el hombre mucho mejor que en cualquier otro momento del pasado.
No es para sentirse satisfecho pero insistir en que cualquier tiempo pasado fue mejor es, afortunadamente, falso.

domingo, 1 de febrero de 2009

PADRES DE LA MATRIA

Un país que como España ha sobrevivido 30 siglos bajo dispares sistemas de organización social y política debe su larga vida al patriotismo, no siempre reconocido, de algunos de sus hijos.
Cuando dentro de otros 30 siglos se estudie en las escuelas la nómina de patriotas que contribuyeron a la supervivencia de España que nadie busque en ella a Don Pelayo, los Reyes Católicos, Hernán Cortés, El Gran Capitán, Francisco Pizarro ni, por supuesto, a Franco.
Desaparecerán esos nombres y los de algunos más de su calaña cuyos falsos méritos fueron ponderados en tiempos de exaltación fascista, por sus excesos militaristas al servicio del Imperialismo Español.
Con la perspectiva que proyecta hacia el futuro la España democrática, descentralizada e impulsora de la Alianza de las Civilizaciones, serán el conde Don Julián, Tarik Abu Zara, Al Hakem II, Blas Infante, José Luis Rodríguez Zapatero y Gaspar Llamazares, los nombres de inclusión obligatoria en la nómina de españoles eméritos.
Don Julián, gobernador de Ceuta, negoció con Tarik Abu Zara el paso del Estrecho para vengarse de su Rey, el visigodo Don Rodrigo, por haberse beneficiado a su hija, La Caba, y negarse a lavar la afrenta casándose con ella.
Tarik, que con nueve mil de sus rifeños derrotó a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, puede considerarse el primer ciudadano de la España multicultural, moderna y democrática.
El Califa Al Hakem II, que con su caudillo Almanzor llevó la nueva civilización a toda la Península, contribuyó además al esplendor cultural de España gracias a su innovación del nay, la flauta árabe de caña, a la que le añadió su sexto orificio.
Blas Infante tuvo la audacia y el acierto de renegar de la cultura grecorromana de su tierra y abrazar el islamismo, lo que le valió su reconocimiento como Padre de la Patria Andaluza.
Zapatero, como presidente del gobierno de España, impulsó la Alianza de Civilizaciones, que sustenta la paz de que goza la Humanidad desde que la formuló a principios del siglo XXI.
El impagable servicio de Gaspar Llamazares a España fue lograr la desaparición del Comunismo ya que la formación política que capitaneaba, Izquierda Unida, pasó de ocho a dos diputados en los siete años que la dirigió.
Llamazares, en un rasgo de congruencia, propuso además que el nombre de rancio tufo franquista de la cadena estatal Radio Nacional de España, se llamara simplemente Radio Española.
Además de permitir un espectacular aumento en el número de oyentes, la supresión de la palabra “nacional” devolvió la coherencia al nombre de la cadena porque España, como nación única de los españoles, hacía tiempo que había dejado de existir.
Como servirán de ejemplo a ciudadanos de una España sin discriminación de raza, creencia, ni sexo, se conocerá como la lista de los Padres de la Matria, para que ninguno de los miembros de matrimonios entre personas del mismo sexo, que entonces serán los habituales, pueda quejarse.