martes, 24 de febrero de 2009

RACHAS TOTALITARIAS

En sus “Cartas Finlandensas” narra el granadino Angel Ganivet la parábola de los esfuerzos de una familia, como símbolo de las corrientes totalitarias que germinaban a finales del siglo diecinueve y que, años más tarde, justificaron los totalitarismos comunistas y nazi-fascistas.
Una jauría de lobos famélicos, cuenta Ganivet, acosa el trineo en el que un campesino lapón y su familia recorren la inmensidad nevada de Laponia.
Parece inevitable que todos morirán a dentelladas devorados por las fieras pero, en un intento desesperado por salvar por lo menos a parte de la familia, el padre decide arrojar a los lobos primero al hijo más pequeño y, por orden de edad, a los que lo siguen.
Es la síntesis de la filosofía totalitaria: si todo el partido, el pueblo y el estado es feliz, son felices los individuos que lo integran. Está justificado el sacrificio de kulaks o judios, si con ello se logra la felicidad del volk, del pueblo.
La democracia se asienta en que la felicidad colectiva es resultado de la suma de la felicidad de todos y cada un o de los individuos que integran la comunidad. Sacrificar al más desvalido o gravoso de la comunidad es una aberración tan nefanda como sacrificar a la comunidad en su conjunto.
Los meteorólogos sociales harían bien en alertar a la humanidad sobre las rachas esporádicas que detectan y que podrían preludiar una nueva borrasca totalitaria: el sacrificio, aunque se argumente que es en su propio bien, de los enfermos terminales, la interrupción de la gestación de los concebidos indeseados o los sacrificados por EREs para salvar a compañeros de trabajo.
De esas minorías sacrificadas para salvar a mayorías en peligro hay un caso paradigmático: la sentencia de una jueza de Madrid que aprobó y justificó el ERE ilegal promovido por la Agencia EFE contra mas de 400 de sus empleados, argumentando que era la solución más barata.
Los 400 despedidos, para la jueza, no pasaban de ser el hijo menor de la familia del campesino lapón acosado por los lobos.