lunes, 27 de abril de 2009

AGENCIA EFE: PELIGRO DE DESGUACE

Acabar con la fragmentación de España, de la que culpaba a la República, fue la excusa de Franco para alzarse en armas y desencadenar la guerra civil.
Para Franco, como para sus colegas totalitarios de la época, lo que su mano no controlaba suponía para la Patria un peligro suicida de desintegración.
La diversidad era, para Stalin, Mussolini, Hitler o Franco, una amenaza para la unidad, por lo que impusieron a las sociedades de sus países el partido único, un sindicato único, una raza única y combatieron las creencias religiosas o favorecieron un culto único.
En 1939, recién derrotada la República y en congruencia con ese intento totalitario de unidad, Franco impulsó la fusión de las agencias de noticias FARO, FABRA Y FEBUS, que en la zona republicana habían representado la diversidad ahora proscrita, para fundar EFE.
La nueva Agencia de Prensa, además, tenía como misión patriótica cohesionar la España fragmentada en dos mitades beligerantes, para impulsar la Imperial España Una, Grande y Libre que resurgiera de las ruinas de la guerra.
Los responsables que se sucedieron al frente de la Agencia pusieron su mejor voluntad, con resultados dispares, en dignificar el trabajo de EFE, y siempre intentaron que la asepsia que se exige de una agencia de prensa fuera la vacuna profesional contra su manipulación política.
Carlos Mendo Baos, como Director General, sacó a EFE de las fronteras nacionales en 1965 y, gracias a su expansión por Hispanoamérica, obligó a la Agencia española a profesionalizar los servicios informativos que ofrecía a sus clientes para que fueran aceptados por periódicos latinoamericanos de todas las ideologías.
Desde el castrista Bohemia, el izquierdista mexicano Excelsior, el también mexicano El Heraldo, activamente conservador o el anticastrista “El Diario de las Américas”, de Miami, recibían y publicaban los mismos textos de EFE, asépticamente desprovistos de opiniones ideológicas para que la pureza de la información la aceptaran todos.
Ha sufrido la Agencia, a lo largo de su historia, errores de sus responsables que amenazaron su existencia: la administración que se hizo cargo de EFE y de sus 647 trabajadores en 1986, decidió comprometer la empresa en el lanzamiento de Telemadrid y, cuando fue cesada en 1996, la plantilla ascendía a 1.300 empleados.
El inevitable Expediente de Regulación de Empleo privó a la Agencia de sus más experimentados profesionales que, equivocadamente, la Dirección nombrada por el Partido Popular creía afines al Partido Socialista.
Es facultad de los gobiernos nombrar a los máximos responsables de la Agencia y algunos adoptaron medidas que amenazaron su supervivencia aunque la que sucedió a la del ERE, socialista ahora, puede que lo consiga.
Aduciendo la necesidad de adecuarse a la Ley de Autónomos, se ha quedado sin los corresponsales locales que, como colaboradores, surtían de noticias desde más de 4.000 pueblos de España al servicio informativo de EFE.
Sin información local, y con la nacional e internacional al alcance de todos gracias al desarrollo tecnológico, EFE deja de ser lo que, hasta ahora, le permitió sobrevivir.