martes, 4 de agosto de 2009

EL MONO DESCIENDE DEL HOMBRE

Sospechaba desde hace mucho tiempo que los seguidores de Charles Darwin habían cometido un error mayúsculo al afirmar que el hombre desciende del mono, de acuerdo con las teorías del eminente sabio.
Tasuku Sugimoto y Kazuhide Ashiya, de la universidad japonesa de Kyhusu, han dejado en claro la cuestión porque, gracias a sus experimentos con la chimpancé Sakura, han confirmado que el mono desciende del hombre y no el hombre del mono.
O lo que es lo mismo, que el mono ha evolucionado del hombre y, por tanto, es superior, ya que el ser humano se encuentra en una fase anterior al mono en el proceso evolutivo de las especies.
El resultado del experimento de los dos sabios japoneses arrojó una conclusión irrefutable de que la chimpancé tiene una cultura más refinada que el hombre porque la gusta más la música melódica que las cacofonías estridentes que enajenan de placer a los humanos de hoy en día.
Si esa prueba no es lo bastante concluyente para confirmar la superioridad del mono, las danzas simiescas que los humanos acometen cuando oyen la musica que les gustan evidencian un impulso instintivo por transmutarse en monos.
No tengo noticias, además, de que sea frecuente el nacimiento de monos sin pelos en el cuerpo, pero son numerosos los casos de niños recién nacidos peludos.
Hace años se publicaron fotografías de una familia mexicana cuyos miembros nacían con una vellosidad tan generosa que, aunque se diagnosticara como caso de hirsutismo genético, podrían haber sido el eslabón perdido en la evolución del hombre hacia el mono.
Hasta el subconsciente colectivo humano señala al mono como ser superior al hombre y su aspiración como meta evolutiva.
Todavía no he oído que se elogie a ningún mono diciendo que ha hecho una hombrada si se porta de manera fuera de lo común a su especie pero, cuando un niño es especialmente agraciado o tiene un desusado talante encantador, el elogio es inevitable: ese niño es “muy mono”.