viernes, 7 de agosto de 2009

ZAPATERO, BUENA PERSONA

Una especie de incómoda desazón me inquietó al leer que, para Barak Husein Obama, José Luis Rodríguez Zapatero es “buena persona”.
No es que llegara a obsesionarme, pero tampoco pude dejar de rumiar qué habría querido decir el norteamericano.Me percaté de que, hasta que descifrara si “buena persona” era un elogio, no recuperaría el sosiego perdido.
Que José Luis Rodríguez Zapatero sea para Obama “buena persona” me trae sin cuidado. Lo que puso en guardia mi suspicacia es que Zapatero sea el Presidente del Gobierno de España.
En función de su cargo, lo que menos espero del presidente del gobierno de mi país es que sea cándido, noble, ingenuo y sincero, virtudes todas ellas atribuidas a las buenas personas.
Si Obama hubiera dicho del presidente del gobierno de España que es tenaz, avispado, exigente, suspicaz, inteligente, intransigente o duro de pelar, me hubiera quedado más tranquilo.
Porque, si la cualidad preponderante en un Presidente de gobierno fuera la de “buena persona”, sobran las elecciones: bastaría con ofrecerle el cargo al hermano lego limosnero de una orden de mendicantes.
La segunda consideración en mi lento rumiar del sentido de las palabras de Obama fue quien las había pronunciado:
Si José Luis Rodríguez Zapatero fuera “buena persona” para un antiguo compañero de instituto, para un primo hermano o para alguno de los jardineros de La Moncloa, la intención de elogiarlo sería inequívoca.
Pero quien se refirió así al Presidente del Gobierno de España es el Presidente de los Estados Unidos, con el que Zapatero, aunque sea a través de un intérprete, tiene que hablar de influencias, dinero, poder y otras bagatelas en las que la bondad estorba.
Como incorregible optimista, espero que el Presidente del Gobierno de mi país, cuando hable, si es que habla, con el Presidente de los Estados Unidos, le demuestre que se equivocó al calificarlo de buena persona.
Me gustaría que, después de esa entrevista, Obama rectifique y diga que Zapatero es más atravesado que el hueso de una aceituna atorado en su garganta.