lunes, 14 de septiembre de 2009

EMPEZO EN ARENYS DE MUNT

Se detecta un sospechoso interés en desdeñar la consulta independentista de Arenys de Munt porque su resultado carece de traducción legal.
Saben los interesados en quitarle importancia que los cambios políticos radicales, por lo general, se anticipan a su encuadramiento en un marco jurídico que los consolide.
Confían en que cuando el proceso iniciado en Arenys se complete con resultados similares en los otros 60 municipios previstos, los catalanes se toparán inesperadamente con un hecho consumado: su voluntad plebiscitada de separarse de España.
Es una apuesta tortuosa y no exenta de dificultades, la principal de ellas que los catalanes opuestos a la independencia lo descubran, sacudan la pasividad que los dejó en casa en Arenys y voten contra la desmembración.
Si siguen confiados en que la casi folclórica consulta inicial no ha sido más que un exabrupto romántico, cuando reaccionen será tarde porque habrán dejado de ser españoles de Cataluña y serán únicamente catalanes.
Puede que el instinto separatista de algunos catalanes se haya extendido a una mayoría de aquella región y que, tarde o temprano, Cataluña se constituya en estado independiente de España.
Las dos partes perderían algo con la modificación del mapa político actual pero ni sería una catástrofe ni a los habitantes de los dos estados les cambiaría radicalmente su vida personal.
Pero, si la separación llegara a consumarse, ya sería tarde para lamentar no haber frenado a tiempo el capricho de los políticos que alentaron en Cataluña la independencia y propiciaron en España la desmembración.
Cuando todavía están a tiempo los españoles de evitar una modificación del mapa de España, hay un hecho evidente: son más insistentes las voces que alertan en castellano de los inconvenientes de la separación que las de los que hacen la advertencia en catalán.