jueves, 8 de octubre de 2009

TRUCOS PARA DIABETICOS

Si en el inacabable universo hubiera algún otro planeta habitado, seguramente sería menos afortunado que la Tierra, a la que El Creador favoreció estableciendo en ella los Estados Unidos de América del Norte.
¿Qué sería de los seis mil millones de habitantes de la tierra sin ascensores, coca-cola, telefilmes, bombas atómicas o hamburguesas? Todo eso, que hace de éste un planeta en el que merece la pena vivir, se lo debe la Humanidad a los Estados Unidos.
Como no es oro todo lo que reluce, también de allí llegan plagas: los Simpson, las películas de Woody Allen, las hipotecas basura, la obligatoriedad de su sistema democrático y las encuestas de opinión.
Son más las ventajas que los inconvenientes de que Dios pusiera en nuestro Planeta a los Estados Unidos y no es la más baladí la sistematización de usar manuales de consejos obvios para tareas habituales.
Debra Zellner, una psicóloga de la Universidad Estatal Monclair de New Jersey, es una emérita ciudadana que, desde los Estados Unidos—como no podía ser menos—ha estudiado concienzudamente un arduo problema al que nos enfrentamos, si no toda la Humanidad, al menos una selecta minoría de seres humanos, los diabéticos.
Gracias a sus experimentos con cobayas de laboratorio y con seres humanos, Debra Zellner aconseja a los diabéticos algunos trucos que, por no haberlos ideado los que padecemos esa enfermedad, caemos en la tentación que arruina todavía mas nuestra salud: los platos de los que, aunque nos hagan la boca agua, no deberíamos abusar.
1.-No comer lo que nos daña a la misma hora, de la misma forma ni en el mismo lugar. Para que nos entendamos, hay que evitar tomar una madalena cada día con el café del desayuno. Nos crearíamos a nosotros mismos una dependencia nociva.
2.-No huir, como el diablo el agua bendita, de lo que más nos guste.(Si rechazamos por sistema el pastel de nata con el que soñamos, en la primera ocasión que celebremos algo extraordinario nos zamparemos uno).
3.-Hay que aplacar el hambre aguda con comida poco apetitosa porque el organismo confunde la saciedad con el placer que proporciona lo ingerido.
Bendita Debra Zellner, ejemplo del altruismo desinteresado del pueblo de su país, que desde una sociedad rica se propone como ejemplo a los pobres de las demás naciones.
Si Debra fuera diabética, que Dios no lo quiera, sabría que no es lo mismo predicar que dar trigo.