viernes, 30 de octubre de 2009

ABAJO LAS CAMPAÑAS CONTRA EL CAMBIO CLIMATICO

La influencia del hombre en el ritmo natural de cambio del clima es más una argucia de los gobiernos para manejar recursos que detrae de la sociedad que una verdad científica.
Pero, por si acaso, ha llegado la hora de que se ponga freno a las campañas de propaganda tan políticamente correctas para frenar el cambio del clima.
No han hecho más que atrasar caprichosamente los relojes, retirar de los supermercados las bolsas de plástico que suministraban a los compradores, reducir la velocidad máxima permitidas a los vehículos y subcontratarnos gratis para que facilitemos las tareas de las concesionarias de la recogida de basuras y las consecuencias ya son funestas.
La relación causa-efecto es evidente porque, desde que comenzaron esas campañas, el verano se niega a huir y el otoño se resiste a llegar.
Si continúa esa manía de asepsia ecológica, el remedio será peor que la enfermedad porque los ventiladores, que desde hace semanas deberían estar en el cuarto trastero hasta el próximo verano, tendrán que girar frenéticamente en el antiguo tiempo de nieves.
Todavía estamos a tiempo. Que los gobiernos incentiven a las compañías de publicidad, colapsadas por la crisis, para que los ciudadanos contaminen todo lo que puedan y que, así, el medio ambiente y el clima sigan la evolución que el Creador calculó cuando creó el Universo.
Porque, además de una sospechosa argucia gubernamental para sacarles los cuartos a quienes los ganan con su esfuerzo, lo de la influencia humana en el cambio climático es una muestra más de la soberbia satánica del hombre, al pretender enmendarle la plana a Dios.
¿O es que el talento divino no alcanzaba a prever las barrabasadas que el hombre le haría a la virginal pureza de la tierra en la que lo colocó?