lunes, 25 de octubre de 2010

ZAPATERO, INNOVADOR

Aunque lo que más se le recrimine sea su mala gestión de la crisis económica, José Luis Rodríguez Zapatero ha causado daños más graves a España como presidente del gobierno.
Puede que haya sido su cruzada pedagógica a favor de una economía sostenible con subsidios públicos la aberración implantada por Zapatero de la que más tiempo tarden en librarse los españoles.
Antes de que lo hicieran Presidente del Gobierno, los empresarios evaluaban las demandas del producto que pretendían fabricar, estudiaban su distribución en el mercado, analizaban costes de mejoras para competir con ventaja, estrechaban márgenes para abaratar su precio y procuraban la financiación más conveniente.
Desde que Zapatero convenció a los emprendedores de las ventajas de su economía sostenible, basta con averiguar qué actividad económica obtiene más y más fáciles subsidios estatales.
No solamente ha revolucionado la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero la actividad empresarial, sino que ha modificado sustancialmente la relación de los españoles con los ciudadanos del resto del mundo.
En ese aspecto, Zapatero no ha sido excesivamente original, pero hay que reconocerle el mérito de resucitar y perfeccionar la praxis diplomática que se atribuía a Neville Chamberlain, primer ministro del Reino Unido hasta 1940.
Aquel político, tan conocido por su inseparable paraguas como Zapatero por el mefistofélico arqueo de sus cejas, fue un tosco pionero selectivo de la política de apaciguamiento, contemporización o appeasement, que es lo mismo pero suena mejor.
Neville Chamberlain no servía ni para sombra de Zapatero quien, al contrario que el inglés que se limitó a conceder a Adolf Hitler lo que por su bigotuda boquita pidiera, premia a todos los piratas, tiranos, terroristas y sátrapas.
Chamberlain ni siquiera dejó discípulos.
El éxito de la nueva diplomacia zapateril lo acredita la ininterrumpida cadena de fracasos de Miguel Ángel Moratinos (“El que más ha aprendido de política exterior he sido yo por los consejos y la orientación del presidente del Gobierno”, se enorgulleció en su despedida) y la sucesora de Moratinos parece que también promete seguir sus pasos.
Es la de Zapatero una manera contagiosa de diplomacia: su discípula Trinidad Jimenez está a punto de convencer a la Unión Europea de la conveniencia de premiar a la tiranía de Fidel Castro por expulsar de Cuba a los disidentes que lo molestaban por la desfachatez de exigir libertad.

domingo, 24 de octubre de 2010

MARXISMO, HIPOCRESIA Y MACHISMO

Parecía el del domingo en Málaga un discurso del futuro inminente, en el que Mariano Rajoy ya hubiera ganado las elecciones y José Blanco se empeñara en recuperar para su partido socialista el gobierno perdido.
De las dentelladas dialécticas del tribuno socialista contra el dirigente popular, el de que Rajoy corteja a “los enemigos de la igualdad” quizá fuera, si no el más certero, al menos el más halagüeño.
Porque negar la igualdad es tanto como reconocer la diversidad o, en términos ideológicos, rechazar la uniformidad en favor de la libertad.
El todavía ministro socialista José Blanco, que seguramente estará de acuerdo con su correligionaria H. Hartmann en que “las categorías marxistas son ciegas al sexo”, hizo esa referencia a Rajoy a propósito de las muy criticadas alusiones del alcalde de Valladolid a la ministra Leire Pajín.
Pero, por mucho que se empeñen Blanco, la Hartmann o Marx, no pueden evitar que entre varones y hembras haya evidentes diferencias que condicionan el atractivo recíproco.
Ni el hombre es más que la mujer ni la mujer menos que el hombre. La mujer es más tenaz, sufrida, pragmática y dúctil que el hombre frente a lo imprevisto. Si alguno de los dos es el sexo débil, es el masculino.
Ni hombres y mujeres somos iguales ni se juzga con igual severidad los atractivos ponderativos de las cualidades visibles del sexo contrario de los de un sexo hacia los de otro.
En el caso de las mujeres, cuando se refieren en público al atractivo físico de alguien del sexo contrario, nadie se escandaliza pero el varón que confiesa lo que le atrae del físico de una mujer es un machista.
La televisión, que más que retratar la vida es un escaparate de la forma de vida que quienes mandan proponen, está saturada de programas en los que tanto el hombre como la mujer ponderan las diferencias que entre hombres y mujeres atraen a los del sexo contrario.
Si quieren evitar comentarios como el del alcalde de Valladolid, que censuren en televisión los elogios a las oquedades o protuberancias fisiológicas de hombres y mujeres.
O, por muy de moda que se haya puesto, que rechacen la hipocresía de negar lo evidente: que varones y hembras somos diferentes y que las diferencias nos hacen atractivos y no repulsivos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

ESTETICA Y POLITICA EN EL CAMBIO DE MINISTROS

Tan enfrascado andaba en dilucidar si algo es bello porque nos agrada o nos agrada por ser bello que, hasta que llegó a la tertulia, no se enteró Salomón Cabeza Sagaz de que Zapatero había cambiado ministros.
Y es que al socarronamente apodado Alfonso Décimo lo preocupaba más la sutil especulación estética que el grosero cálculo político.
--Pues Trinidad Jimenez me agrada más hasta como ministra—concedió ante las acuciantes demandas de El Ditero—que Miguel Angel Moratinos.
La señorita Pajín, en opinión de Salomón, había sido el mayor acierto del cambio de gabinete anunciado por el presidente. “Aunque no sé”—“si la de Sanidad es la cartera más adecuada a sus más que evidentes merecimientos”.
Tuvo que aclararles Salomón a sus contertulios que gran parte del objetivo de ese ministerio es garantizar a los ciudadanos el equilibrio somático y el sosiego anímico.
--Yo percibo al admirar a Leire Pajín un acicate a la exaltación de los sentidos que perturba la serenidad que mi salud necesita.
Ramón Pichaymedia seguía la conversación con tan poco interés como si sus dos contertulios estuvieran analizando la conveniencia de usar el pretérito indefinido o el pretérito perfecto.
El Ditero, que era un animal político—más lo segundo que lo primero—no se daba por satisfecho.
--Pero lo que importa no es si los nuevos ministros te agradan más o menos que los antiguos, sino si gobernarán mejor o peor.
--Los políticos—accedió Salomón—son como el hilo en las manos de un sastre: sirven tanto o tan poco para un roto como para un descosido. Depende del sastre, y el Presidente del Gobierno hará tan bien o tan mal como hasta ahora el traje que desde hace seis años le está haciendo a España.
Del cambio que tanto le preocupaba a El Ditero, Salomón admitió que lo único que se sacaba en claro era que los salientes tienen garantizada desde su cese la pensión de ex ministros.
--Los nuevos—concluyó—aspiran a esa paga en cuanto tomen posesión de sus cargos y, más pronto de lo que ellos quisieran y más tarde de lo que sus desaciertos le darán derecho a cobrarla, la cobrarán.

lunes, 18 de octubre de 2010

RAFAEL VELASCO, VICTIMA DE LA ENVIDIA

Si escandalizarse es mostrar indignación por conductas o hechos reprobables, el escándalo de las subvenciones a la academia de la que Antonia Montilla es administradora única se debe a que su marido es Rafael Velasco.
Buenos muchachos ambos, de excelente conducta personal, simpáticos, serviciales, orgullo de sus familias de honestos trabajadores de Palma del Río, el pueblo del Valle del Guadalquivir en el que, a pesar de la notoriedad regional y nacional adquirida por sus éxitos profesionales, conservan el afecto de los amigos de infancia.
Quien se dice escandalizado puede que exprese ese descontento de forma real o que finja su indignación, en cuyo caso no sería más que un disfraz de la envidia.
Y el ascenso de Rafael Velasco Sierra en la escala social ha sido tan vertiginoso que, quienes hubieran querido y no lograron éxitos como el suyo, puede que lo envidien.
A sus 37 años de edad y sin la plataforma económica, social o académica que le habría facilitado elevarse por encima de sus iguales, es el vicemandamás del Partido Socialista Obrero Español de Andalucía, que pincha y corta, hace y deshace en la Comunidad Autónoma desde que se inventó ese invento en 1978.
Los andaluces somos muy raros en esto de los sentimientos. Nos choca que le den una subvención de 730.000 euros a la academia de la mujer del político más prometedor de Andalucía, pero exigimos subsidios a toda actividad empresarial que pretendamos echar a andar.
En Andalucía, con un paro del 27 por ciento-- excedería del 30 sin triquiñuelas contables—el estudio decisivo previo a la constitución de una empresa es el de las subvenciones que podría obtener.
La de Toñi Montilla, la esposa de Velasco, ha debido ser una de las más arriesgadas porque fundó “Aulacen Cinco S. L” con un capital social de 3.020 euros y la Junta de Andalucía, aunque le haya concedido 730.000 euros, solamente subsidió el 80 por ciento del costo de los cursos que impartía.

jueves, 14 de octubre de 2010

LA UTILIDAD DE LOS ABUCHEOS

La profusión de los elogios a la ministra de defensa por querer poner sordina a las protestas en los desfiles militares sorprendió a los acólitos de Salomón Cabeza Sagaz, habitualmente tan comedido en la exteriorización de su alborozo.
--Estoy contento—les explicó—porque los que mandan han reconocido que solo les interesa la adhesión inquebrantable de los que obedecen.
--Pero eso, si fuera verdad,--se escandalizó El Ditero, demostrando que era un brillante alumno de la SER y El País—sería el fin de la democracia.
--La democracia—lo corrigió Salomón—nunca acabará como aspiración de la Humanidad ni como sueño inalcanzable del hombre. Terminará la hipocresía de confundir democracia con un sistema en el que los gobernados se limitan a ratificar al que se haya impuesto a la camarilla que lo propone para mandar.
No daba su brazo a torcer el demócrata de carril.
--Pues sin elecciones, ni el pueblo manda ni hay democracia.
Salomón, al que llamaban Alfonso Décimo, asintió:
--Ni falta que hace, porque al pueblo no le interesa mandar, sino que lo manden bien y que, si quien manda no les resuelve los problemas, no se los empeore.
Ya metidos en harina, Salomón aclaró a El Ditero y a Ramón Pichaymedia que le daba igual que permitieran o prohibieran los abucheos a los políticos en los desfiles.
--Lo malo de esa prohibición no sería que fuera antidemocrática, sino que sería una estupidez. Supondría renunciar a curar la enfermedad porque, como el dolor es un mecanismo de alerta del organismo enfermo, la protesta es un sistema de alerta de la sociedad descontenta.
Ya embalado como filósofo de taberna, Salomón concluyó:
--Lo que tendrían que corregir la ministra y el gobierno serían los motivos de las protestas. Es la mejor manera de acabar con los abucheos.

martes, 5 de octubre de 2010

ZAPATERO, CALVINISTA

Lo ha dicho Zapatero, y punto en boca: la prueba de que Tomás Gómez era el mejor es que ganó las primarias de Madrid.
Si lo que dijo el presidente del gobierno español coincide con lo que piensa—en caso de que, por una vez, haya pensado lo que dijo, sostenga y no enmiende lo que su boca pronunció como traducción de lo que su corazón siente—tenemos por presidente del gobierno a un consumado calvinista.
Porque los calvinistas sostienen que el éxito personal es un claro indicio de la predestinación de los escogidos y, el fracaso, prueba de que Dios les había dado la espalda desde antes de nacer.
Y si Zapatero piensa que Tomás Gómez demostró con su victoria que era el mejor, ¿por qué no acepta el juicio divino favorable a las armas del fascismo en la guerra civil, y se empecina en torcer la predestinación de Franco y sus muchachos, enmendando la Historia con la Ley de Memoria Histórica?
Este Zapatero conoce el viejo proverbio falsamente atribuido a Eurípides de “aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco” y se ha empeñado en destruirnos porque ya está a punto de volvernos majaretas.
Empezó llamando hombres de paz a los mismos etarras que después encarceló por ser enemigos de la convivencia, se enfadaba cuando oía la palabra crisis para que después no se le cayera de la boca , menospreciaba la conveniencia de reducir el déficit para después dedicarse en cuerpo y alma a luchar por eliminarlo y, aunque hasta ayer era el campeón de los desprotegidos y el abogado de los pobres de la tierra, de pronto se descubre como panegirista del éxito.
José Luis, por favor, aclárate que nos estás volviendo loco.