martes, 13 de abril de 2010

TOXO Y LA SALIDA DE LA CRISIS

Tanta razón tenía Ignacio Fernandez Toxo al vaticinar que “de la crisis económica se sale tarde o temprano” como Manolo Caracol cuando evocaba la pena traidora que el niño sufriera por La Salvaora.
El gitano de la voz negra cantaba en los tablaos y el secretario de Comisiones Obreras cantaba la palinodia en la Universidad, al reconocer que a su Sindicato le interesa más batirse por un juez pluriempleado que exigir empleo para cinco millones de parados.
Puede que Baltasar Garzón sea afiliado de Comisiones Obreras y que Toxo pretendiera que no se quede también en paro. Pero, aun así, uno más qué importa si de la crisis, más tarde o más temprano, se saldrá haga lo que haga CCOO.
Lucido aquelarre en recinto universitario el que montaron los sindicalistas, lejos del afanoso ambiente de fábricas y tajos en los que, naturalmente, deberían defender los intereses de sus afiliados.
Pero, ¿tienen afiliados los sindicatos Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras?
Hace años coincidieron en Lisboa para alguna vaina sindical los secretarios generales de UGT,(entonces Nicolás Redondo), Comisiones Obreras (Antonio Gutiérrez) y el de ELA-STV, de cuyo nombre no consigo acordarme.
Convocaron una reunión con la prensa, a la que asistí y en la que, sin tener que esforzarme demasiado, acentué mi cara de idiota para pedirles que, ante la rara coincidencia de que comparecieran juntos, me dijeran el número de afiliados de cada uno de sus sindicatos.
Fue como si les hubiera pisado un callo, sobre todo a Redondo quien con cara de irritación demandó a sus adláteres quién era yo para, a continuación, abroncarme por preguntarle a los sindicatos el número de afiliados y no hacer la misma pregunta a los partidos políticos.
El incidente fue uno de los más divertidos de mi carrera periodística. Pero me quedé sin saber cuántos afiliados tenía cada sindicato y sigo sin saber cuántos tienen ahora.
Un cálculo fidedigno puede equiparar ese número con el de sus liberados, los que están en las nóminas de sus empresas sin obligación de trabajar como sus representados. ¿Medio millón? ¿Un millón? Demasiados, de todas formas, para lo que hacen a favor de los trabajadores.