lunes, 10 de mayo de 2010

Y ZAPATERO SE CAYO DEL CABALLO

Al gobierno de Zapatero le pasó ayer en Bruselas lo que a San Pablo cuando lo tiró el caballo y el batacazo le provocó tal conmoción cerebral que le hizo ver blanco lo que hasta entonces le parecía negro.
Si no hubiera sido porque Angela Merkel y su ministro Werterwelle revelaran el lunes lo que el domingo pasó en la capital belga, Zapatero hubiera hecho pasar una vez más por gato lo que era liebre: que las promesas de reducción adicional del déficit que adelantó el sábado las había decidido por propia iniciativa.
El Espìritu Santo que camino de Damasco convenció a San Pablo de que estaba equivocado fueron, en Bruselas, los mandamases de la Union Europea que “exigieron a España y Portugal que corrijan el curso de su gasto público”.
Misterio resuelto: no fue Zapatero quien, de pronto, decidió hacer lo que desde hace dos años se negaba a hacer. Lo obligaron a hacerlo.
Para algo bueno ha servido esto de Europa, aunque suponga una ratificación de los temores de algunos sobre la pérdida de soberanía individual de los Estados que integran la Unión.
Lo malo es que se han quedado cortos los europeos porque, ya puestos, deberían haberse atrevido a hacerle a los españoles el favor completo y no dejarle a Zapatero y sus muchachos otra función que la de cobrar sus sueldos hasta que terminen sus mandatos, aunque tan rebajado que no se les olvide que tienen casas que compraron sin darse cuenta.