viernes, 18 de marzo de 2011

LIBIA Y LA INSENSATEZ DE ZAPATERO

El neobelicista y criptopacifista José Luis Rodríguez Zapatero mandará militares españoles a combatir en Libia, una insensatez sin otra explicación que la ignorancia del Presidente del Gobierno.
El pretexto es que la democracia desplace del poder a la dictadura de Muammar Gadafi y acabe así la opresión del pueblo libio.
Los gobiernos de raíz cristiana, entre ellos el de España, se exponen a que su injerencia en el pleito libio propicie que una dictadura teocrática, más inclemente que la laica derribada, agudice la opresión de la población.
Indefectiblemente, esa ha sido la consecuencia cada vez que gobiernos de países no musulmanes, con el pretexto de extender los beneficios de su cultura, han intervenido en países de tradición islámica.
El general inglés retirado Sir John Hackett y otros prestigiosos estrategas de la OTAN publicaron en 1978 “The Third World War:Augustus 1985” y la conmoción que provocó duró pocos meses porque, en Enero de 1979, la dictadura teocrática del Ayatollah Jomeini reemplazó la tecnocrática del Sha Reza Pahlevi.
El libro, que predice cómo se desarrollaría una guerra entre la OTAN y el Pacto de Varsovia tras un incidente armado en Agosto de 1985 en Yugoslavia, centra uno de los episodios bélicos en la lucha por el petróleo iraní, naturalmente aliado bajo el Sha, de Occidente y los Estados Unidos.
Fue tan abultado el error de cálculo sobre el futuro de Irán que los autores tuvieron que rehacer en 1983 lo que habían publicado en 1978.
Por el tiempo en que el libro se publicó, la sociedad iraní le pareció a este testigo una de las que había conocido de esa cultura más dinámicas y abiertas.
El retroceso en el disfrute de libertades que los iraníes soportan desde entonces no hubiera sido posible si el gobierno francés y el embajador de los Estados Unidos en París no hubieran convencido al candoroso Jimmy Carter de que el régimen que implantaría el Ayatollah Jomeini garantizaría mejor las libertades individuales que el del Sha.
La pujanza expansionista del chiismo de los ayatollhas desencadenó otro error norteamericano que todavía sufre el mundo: para frenar a Irán, respaldó el militarismo del sunnita Sadam Husein, que desembocó en la guerra irako-iraní, la invasión de Kuwait y la violencia que no cesa en la zona.
Arabía Saudita, aliada de los Estados Unidos y cuna del waabismo sunní, financió las madrazas de todo el mundo—Chechenia, y Magreb sobre todo-- para frenar el renacimiento chií resultante del asentamiento de Jomeini en Irán.
Muchos enraízan el fanatismo terrorista de los grupos magrebíes en la contraofensiva sunnita del dinero saudí.
Al difunto congresista Texano Charlie Wilson habría que responsabilizar de haber convencido al congreso de los Estados Unidos para que financiara a la CIA y proveyera de lanzamisiles antihelicópteros, decisivos en la derrota del ejército invasor soviético.
Los soviéticos, como apóstoles del comunismo que es una derivación del cristianismo, habían intentado meter en el mundo moderno a Afganistán y estuvieron a punto de lograrlo, tras los intentos fallidos de Alejandro e Inglaterra.
Si no hubiera sido por Charlie Wilson y la CIA lo hubieran conseguido. La consecuencia del fracaso fue el atentado de las torres gemelas, el cerco actual de los talibanes a Kabul y la guerra que sigue coleando en Afganistán.
La intervención en Libia en la que tan interesado está Zapatero puede que tenga consecuencias similares, como siempre que los pueblos de raíz cristiana se inmiscuyen para que los musulmanes adopten sistemas basados en la frase evangélica “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Esa filosofía, que fundamenta la división de poderes en las sociedades derivadas del cristianismo, es blasfema para el buen musulmán porque todo el poder, incluido el del César, es atributo exclusivo de Dios.
Harían bien Zapatero y sus colegas cristianos en la gobernanza, en dejar que los moros hagan lo que quieran siempre que el mal se lo hagan entre ellos y no nos salpique a los demás.
No hay mejor política respecto a los musulmanes que añadir a la obra de misericordia “enseñar al que no sabe” la que aconseja la prudencia: “no enseñar al que no quiera aprender”.

jueves, 17 de marzo de 2011

EL DICHOSO Y VIEJO RIO GRANDE

Diga lo que haya dicho el Tribunal Constitucional, a los andaluces les corresponden todas las competencias, derechos y control sobre las aguas del Río Guadalquivir, genuina vena aorta de Andalucía.
¿Es que sobre esa arteria reguladora del flujo sanguíneo en el organismo humano puede decidir alguien ajeno a quien la aloja?
Como los catalanes hicieron con los artículos de su estatuto que el Constitucional declaró incompatibles con la Constitución Española, los andaluces también deberían buscarle las vueltas para ignorar la sentencia que dice que un artículo de su estatuto la contradice.
Hay dos maneras de hacerlo: por las buenas o por las malas.
Por las buenas, y si Extremadura se siente perjudicada por el artículo recurrido,
a) Se podría ofrecer a Extremadura que se constituya en protectorado de Andalucía.
b) Andalucía podría anexionarse la extremeña Badajoz como novena provincia andaluza. (La de Cáceres podría integrarse en Castilla-León, con la que tiene un conflicto similar respecto al Duero, y así habría en España una autonomía menos).
Por las malas, y si Extremadura rechaza esas generosas soluciones al conflicto que ha suscitado, Andalucía tiene un argumento irrebatible con el que justificar la inevitable acción armada:
Como todos los Estados, el andaluz se ha ido forjando a lo largo de tres mil años de Historia extendiendo su control sobre la cuenca del río que la vertebra, en éste caso el Guadalquivir.
Si Extremadura aduce que controla parte de esa cuenca, admite el derecho de Andalucía a ocupar un territorio irredento, para alcanzar su destino nacional.
Queda claro que razones no les faltan a los andaluces para invadir, conquistar e incorporar a su soberanía ese espacio vital (lebensraum) en disputa.
Lo malo es que, posiblemente, si los andaluces se pelearan con los extremeños, los segundos derrotarían a los primeros porque son más austeros, laboriosos y aguerridos.
Además, la inminencia del verano, que por estas tierras aumenta tanto las temperaturas que disuade a sus habitantes de esfuerzos superiores al de abanicarse, es el momento menos oportuno para liarse la manta a la cabeza y andar por ahí, bajo el sol inclemente, expuestos al fuego de las armas extremeñas.
Que los extremeños, pues, se queden con el río, su cuenca, sus peces y sus inundaciones.

martes, 15 de marzo de 2011

LA CORRUPCION IMPERCEPTIBLE

Está alborotado el gallinero porque algunas de las aves de la estirpe que manda desde que se montó el tinglado han picoteado más de la cuenta en el comedero.
Los de la estirpe que pretenden que los suyos tengan acceso preferente al comedero no paran de cacarear para que los pollos y gallinas de plumaje indefinido los ayuden a sustituir a los malos conocidos por los buenos por conocer.
Las aves, que van a lo suyo y que bastante tienen con evitar que en el cruce de picotazos les dañen la cresta, no saben qué hacer porque, aunque algunos de los que mandan hubiera comido demasiado, a ninguna le faltó su ración de trigo.
Desde que los encerraron para proteger su bienestar, aunque lo único que importaba a los carceleros era explotarlos mejor, los inquilinos del gallinero saben que quien picotea en lo que es de todos no perjudica a nadie.
No era así en los tiempos en que, a cambio de su libertad, cada uno tenía obligación de procurarse su propio sustento y los más audaces, los más emprendedores o los más afortunados se quedaban con la comida más apetitosa.
No es necesario ser un águila para establecer el paralelismo entre el gallinero y Andalucía, ni el alboroto originado por el metemano de los ERE, Mercasevilla o los fondos europeos, con los gallinos aprovechones.
Ni los unos ni los otros tienen la menor importancia por mucho escándalo que provoquen, si no se encuadran en la corrupción ambiental de la que lo que escandaliza son meros síntomas.
Sirva de modelo Palma del Río, un municipio de 21.000 habitantes de la provincia de Córdoba que, en el conjunto de la región, sobresale por la pujanza de su economía, la razonable eficacia de los servicios públicos y la meritoria honestidad personal de los responsables municipales.
Una cuarta parte de los que viven en este pueblo, equidistante de Norte a Sur entre Hinojosa del Duque y Tarifa y de Oeste a Este entre Ayamonte y Garrucha, cobran el subsidio del Plan de Empleo Rural aunque, durante los ya lejanos años de bonanza, para las labores agrícolas se recurría a los inmigrantes.
Los problemas más acuciantes de Palma del Río son la falta de estacionamiento para los autos, la precaria fragilidad del suministro eléctrico, la limitada oferta de atención sanitaria, la insuficiente frecuencia de los enlaces ferroviarios, el monopolio de hecho de la tenue cobertura telefónica y, como diagnóstico global de esas carencias, la abulia inversora del capital privado en la economía.
La fisonomía de Palma del Río se sigue transformando de manera constante: se ha restaurado un convento cuyo singular claustro mudéjar enseñan a grupos de escolares, permanece cerrado los días festivos y en el que sus amplios salones muestran la desnudez de sus paredes de forma casi permanente.
Hay un teatro espectacular que, cada año, se utiliza siete días para que teloneros de mítines políticos pasen una semana a cama y mesa puesta Y por la noche ofrezcan espectáculos de vanguardia que nadie comprende.
Se ha puesto en marcha un palacio de congresos, en el que los improbables congresistas tendrán que pernoctar lejos del pueblo, se va a hacer una piscina-parque acuático de más de 500 metros cuadrados con chorritos de agua y ya se han dado las primeras paladas para un “Centro de Interpretación del Río Guadalquivir”, con sus senderos para bicicletas, sus salas de exposiciones, su almacén de piraguas y otras amenidades.
Están adelantadas las negociaciones para adquirir un par de edificios que se dedicarán a un museo taurino, a otro de moda y diseño y hay `planes para otra media docena de proyectos lúdicos,en los que gastar lo que pudieran reportar fábricas o negocios que a nadie se le ocurre echar a andar.
No es dinero que se detrae de las necesidades del pueblo el que se destinará a palacios de congresos, museos, paseos en bicicleta, piscinas con chorritos de agua y demás zarandajas porque en su mayor parte se financiarán con fondos FEDER europeos y de Desarrollo Rural, que solo tienen aplicación en proyectos de éste tipo.
Una vez en marcha, por supuesto, el mantenimiento de las amenidades, su gestión, personal, monitores y reposición de material tendrán que sufragarlos los impuestos de los habitantes del pueblo.
En tiempos de opulencia ya idos, persiste la mentalidad de la negra época de la cartilla de racionamiento: si la comida con la que uno puede atiborrarse es gratis, mejor engullirla toda que abstenerse para evitar la indigestión.
Por eso, los ERE, Mercasevilla y otros escándalos son erupciones llamativas de la corrupción ambiental a la que es tan cómodo acostumbrarse y que ha invertido los términos de la relación entre el Estado y la Sociedad: hasta hace poco, eran Estados sólidos los financiados por una sociedad próspera y, ahora, las sociedades más prósperas son las que más `pródigamente subvenciona el Estado.

miércoles, 2 de marzo de 2011

NO TENGO NADA QUE VER CON LOS ERE DE ANDALUCIA

“El ex consejero andaluz Antonio Fernández se acogió a un ERE en el que aparece que comenzó a trabajar el día de su nacimiento”: Titular en prensa.



A pesar de que lo que se lee en la página 76 del capítulo IV (“Campos y ciudades”) del libro “Sentencias salomónicas para doce problemas humanos y para uno divino” pueda señalarme como inductor, niego toda responsabilidad en lo que el consejero Fernández hizo.
Cito la frase de la obra de la que soy autor y que podría inculparme: “Al inscribir a un recién nacido español en el Registro Civil se expedirá a su nombre un certificado que le garantice todos los beneficios de la prejubilación, como afectado por un “Expediente de Regulación de Empleo” que lo apartará, desde la cuna a la tumba, de la tentación de trabajar”.
No pudo inspirarse Antonio Fernández, en 2008, en esa frase de mi libro editado el año antes porque “Sentencias Salomónicas” vendió tan pocos ejemplares como las “Notas marruecas de un soldado" de Ernesto Giménez Caballero y, ni de lejos, aspiró a calar tan hondo como la obra del propulsor del fascismo español.
Pero no puedo dejar de sentirme orgulloso de que mi propuesta para resolver los problemas de la sociedad coincidiera con la fórmula que aprovechó uno de los individuos de esa sociedad para resolver su problema.
No quiero ser pretencioso, pero me malicio que José Luis Rodríguez Zapatero, aunque evidentemente no haya leído las “Sentencias salomónicas”, de forma intuitiva por lo menos coincide con sus postulados tanto como su correligionario Antonio Fernández.
En su página 79 dice el libro: “…como los españoles hemos demostrado que el de gobernarnos es el trabajo en el que de forma más contumaz hemos fracasado, de la gestión del nuevo estado se encargaría un patronato de notables de todo el mundo, que hayan acreditado en sus países y en ocupaciones anteriores su capacidad de gestión”.
Exactamente, lo que el Presidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el pasado Mayo.
Que conste, por tanto, que éste humilde escritor sin lectores no influyó en el Consejero andaluz del ERE de González Byass´ ni en el Presidente del Gobierno de España.
Antonio Fernandez, José Luis Rodríguez y éste servidor de ustedes, si no almas gemelas, somos por lo menos almas trillizas.