miércoles, 13 de abril de 2011

PORTUGAL: LA CRISIS DE LA QUE NADIE QUIERE HABLAR.

Puede que las ideologías entraran hace tiempo en fase crepuscular en el resto del mundo pero en Portugal, el jardín de Europa plantado junto al mar, conservan su vigor auroral.
Prueba de ese fenómeno fue el trasfondo ideológico de la fugaz conversación entre el primer ministro de Portugal, el socialista José Sócrates y Pedro Paços Coelho, candidato a sucederlo como representante de los socialdemócratas, de matiz conservador.
La media hora del encuentro tenía por objeto acordar una posición conjunta sobre lo que Portugal necesita que le presten para salir del atolladero, fijar los recortes al gasto y consensuar cómo debe incrementar el Estado sus ingresos para devolver a los acreedores los 80.000 millones de euros que piden.
Aparentemente, una simple cuestión de contar habas, de renunciar a lo superfluo y estimular la producción rentable. Un problema de técnicos más que de políticos pero, como en Portugal le sobra al debate ideológico la pujanza que a la actividad económica le falta, el acuerdo no fue posible.
Paços Coelho, el conservador, dijo que el socialista se negaba a dar prioridad a los recortes que supongan un adelgazamiento en la burocracia del Estado y liberen a los contribuyentes de impuestos y trabas administrativas que frenan la iniciativa empresarial.
Sócrates, como correligionarios socialistas de otros lugares, culpa de la crisis y de la intervención internacional en la economía portuguesa al líder de la oposición porque, después de haberlo apoyado en tres planes sucesivos anteriores, en Marzo le negó apoyo parlamentario para un cuarto.
Andan por aquí desde ésta mañana los técnicos internacionales llegados para evaluar la realidad de la situación, las necesidades reales de ayuda de Portugal y sus posibilidades de cumplir un riguroso plan para enderezar el entuerto y devolver los créditos.
Los ceremoniosos portugueses, poco expresivos cuando exteriorizan sentimientos y siempre comedidos en la selección de palabras para expresarlos, en ésta ocasión se han superado a sí mismos.
Apenas hablan de lo que se les ha caído encima, no se sabe si por el pudor del hidalgo venido a menos o como deliberada negación de una realidad desagradable,
Contrasta esa parquedad dialéctica de los portugueses con la abrumadora locuacidad de sus vecinos orientales que, desde haced dos años, no dejan de hablar de la crisis económica.
La primera fórmula no es mejor que la segunda, sino resultado de una respuesta congruente con la influencia cultural heredada por españoles y portugueses: los primeros, condicionados por su herencia argentina, espantan sus males aireando sus traumas para que, como en el sicoanálisis, se desvanezcan al contacto con la realidad.
La herencia cultural inglesa de los portugueses los induce a resolver en la intimidad los problemas íntimos que, si se airean, no añaden más que el mal gusto de que los demás sepan lo que no les atañe.
Lo digan o lo oculten, la crisis que se traen entre manos los portugueses es de aúpa: el litro de combustible es diez céntimos de euro más caro que el de sus vecinos, por cada cien kilómetros de autopista tienen que pagar seis euros de peaje, los precios de los productos de consumo son iguales o superiores, la seguridad social paga parte del precio de las medicinas a los jubilados que cobren menos del salario mínimo y hoy admitió el gobierno que las retenciones del salario de 80.000 policías y GNR (la guardia civil de aquí) no las hizo llegar a la Seguridad Social.
Que los ciudadanos hablen de la crisis que los afecta no la mitiga, pero el asentimiento del mutismo tampoco.

lunes, 4 de abril de 2011

JOSE LUIS, ¿PATO SENTADO O PATO COJO?

La inagotable capacidad analítica de los tertulianos españoles—esa evolución resultante de la mayor demanda ambiental de opinión que de información—ha encontrado de forma corporativa un animal hasta ahora desconocido: el pato cojo.
Debe ser una variante del “sitting duck”, o pato sentado en traducción literal a esta especie de serbocroata que es ya el español y que, hasta ahora, era como se llamaba en el lenguaje coloquial de los Estados Unidos al político que recibe disparos por todas partes, sin poder defenderse.
Al pobre José Luis, al que el otro día dijo que se iba pero que todavía no se ha ido, a los tertulianos españoles les ha dado por calificarlo de “pato cojo”, seguramente por analogía con los señuelos que los cazadores colocan en los charcos para atraer a sus congéneres voladores.
Sería bueno que se aclararan los que así llaman al bueno de Zapatero, que se habrá quedado sin ideas ni recursos para sobrevivir en la política, pero todavía conserva buenas piernas para salir huyendo.
En caso de que además de “patos sentados” haya “patos cojos”, los tertulianos españoles ameritan un reconocimiento adicional al de su capacidad dialéctica de justificar a toro pasado lo que sostenían hasta que el morlaco inició la arrancada.
Se merecen, por lo menos, el premio nobel de ornitología por descubrir una clase de pato que en los Estados Unidos, donde dicen que existe, nadie hasta ahora había descubierto.
Y, por cierto, a la gobernadora de Alaska e imagen del regeneracionismo frente a la abusiva intromisión estatal en la vida de los ciudadanos, Sarah Palin, la Sociedad Nacional de Columnistas de Periódicos de los Estados Unidos le concedió su premio Sitting Duck 2009.
Quien le iba a decir a José Luis que iban a compararlo con la Palin.

sábado, 2 de abril de 2011

LEIRE PAJIN, PRESIDENTA

Cloroformizado por la monotonía urbana, la renuncia de José Luis Rodríguez Zapatero a la reelección me habría hecho pensar en el final de algo que, aunque malo, podría no serlo tanto como lo que detrás venga.
Pero conocí la noticia recién expatriado de cinco días absorto en la dorada pátina de la floración sobre la adustez de las encinas, del manso viento que mece las flores de los cantuesos, del galanteo de los pájaros con sus cantos más irresistible para que las hembras de su especie perpetúen la vida.
En definitiva, que el anuncio de que Zapatero abandona la política activa, para el que la conoce después de una semana en la gloria sensual de una dehesa en Sierra Morena, es preludio de lo que viene y no ocaso de lo que se va.
¿Quien, después de una semana así, puede desear que al maquiavelismo maniobrero del actual presidente del gobierno le suceda la astucia retorcida de Rubalcaba?
Cambiar el posibilismo acomodaticio de Carme Chacón por el oportunismo permanentemente coyuntural de Zapatero no es cambio, sino más de lo mismo y la dialéctica de sacristán de José Bono, si el actual presidente de las Cortes fuera el sucesor,sería idéntica a la incontinencia verbal del actual presidente.
Contágiese España de primavera y busque un cambio radical y no meramente nominal al escoger nuevo Presidente del Gobierno.
Este esplendor de la naturaleza invita a descartar la ficción conceptual e inclinarse por la realidad tangible, a desconfiar de argucias argumentales y dejarse seducir por evidencias palpables.
Es hora también, después del fracaso de tantas propuestas ideológicas, de confiar en la oscura llamada del primitivismo instintivo y de sucumbir a la tentación atávica de la tan denostada irracionalidad del ser humano.
Es hora, en definitiva, de pronunciarse por Leire Pajín como próxima Presidenta del Gobierno.