viernes, 22 de julio de 2011

EL GOBIERNO AYUDA A LOS BANCOS CONTRA LOS AHORRADORES Y LOS QUE PIDEN CREDITOS

Pagan no más del tres por ciento por el dinero que se les comfia y cobran no menos del diez por ciento por lo que prestan a los que, a duras penas, logran que les concedan un crédito.
Son los bancos que, si no se han aprovechado de la crisis que contribuyeron a provocar, no han sufrido por ella más que una reducción marginal de sus beneficios.
Culpan los Bancos al decreto del gobierno que limita desde el primero de Julio el tope de retribuciones que las entidades dedicadas a captar y prestar dinero pueden pagar a los ahorradores, con penalizaciones si los exceden.
Y llevan razón pero no es menos cierto que una diferencia de siete puntos entre el porcentaje que pagan y el que cobran por dinero ajeno los beneficia de manera abusiva.
El gobierno puede aducir como justificación de su decreto la conveniencia de incentivar la actividad de la economía penalizando la seguridad del beneficio de los ahorradores sin el riesgo de invertir en actividades sujetas a los vaivenes del mercado.
Y puede que lleven razón pero esa medida es, por lo menos ineficaz e injusta si no se acompaña de una limitación a los topes máximos del interés que las empresas crediticias exigen a quienes obtienen de ellas créditos de capital ,obtenidos con limitación de remuneración fijada por el gobierno.
Si el gobierno, como ha hecho, limita el porcentaje máximo que los bancos pueden pagar a los ahorradores de los que obtienen capital, pero los dejan en libertad de fijar los topes al interés al que lo prestan, sirven a los menos (las entidades de crédito) en perjuicio de los más (los ahorradores).
Penalizan así a los más desfavorecidos, para beneficiar a quienes cobran intereses usurarios, a los bancos.
Si el gobierno se entromete en las reglas de la oferta y la demanda que regulan el mercado del dinero, que por lo menos lo haga imparcialmente, fijando topes equivalentes para quienes confíen sus ahorros a los bancos y para quienes recurran a los bancos para obtener los créditos que necesiten.
Lo que ahora ha hecho el gobierno con el decreto vigente desde el primero de Julio ha sido perjudicar a los que menos tienen para favorecer a los que tienen más. Y dice que es un Gobierno Democrático.

lunes, 18 de julio de 2011

¿POR QUÉ NO CONTRATAMOS POLITICOS INGLESES PARA ESPAÑA?

No es solo porque no los entendamos por lo que los extranjeros nos parezcan raros a los españoles, sino porque no le encontramos lógica a algunas de sus costumbres.
La superpoblación en sus islas puede explicar que los japoneses vayan siempre de mil quinientos en mil quinientos, ver que todos los personajes de sus películas se sirvan un latigazo al entrar en sus casas explicaría que los Yankees le tengan la afición que le tienen al alcohol.
Hay tanto sicólogo argentino porque necesitan comprender cómo han conseguido arruinar un país tan rico, y el machismo mexicano explica que digan que es “padre” lo que es bueno y que hacerle la puñeta a alguien sea “darle en la madre”.
Pero lo que es incomprensible para un español es esa afición que los ingleses tienen a dimitir.
Por más que uno se estruje los mendrugos húmedos de la sesera no comprende esa manía británica ¿dimitir por permitir que la policía a tus órdenes espíe, si lo normal es que te cesen si no facilitas el espionaje?
Aquí en España, tierra de gente seria, no solamente se colocan aparatos que permitan espirar, sino que las transcripciones de esas investigaciones judiciales que afecten a la oposición, se publican en los periódicos y al responsable de no haber preservado el sigilo de las escuchas se le propone para presidente del gobierno.
Para que los ingleses aprendan.
A menos que los ingleses no sepan qué es eso de la democracia y necesiten que los gobiernen políticos españoles, blindados por naturaleza contra la debilidad de dimitir.
Si lo contrario fuera lo cierto, la lección es clara: necesitamos en España políticos ingleses a los que no haya que darles una patada en el trasero para que despeguen su trasero del sillón, cuando metan la pata.

domingo, 17 de julio de 2011

CAMPS Y EUTROPIO

Si los del PP llevan años culpando al PSOE de nimiedades como la crisis económica, el paro, avisar a los etarras para que huyan, hacer eres de mentirijillas, favorecer empresas de familiares, forrarse con caballos o meter en nómina a todo el que los vote ha sido, ahora ha quedado claro, para que no se hable de la desvergüenza de que a uno de ellos le regalaran unos trajes.
Aun en el caso improbable de que los del PP demostraran la veracidad de lo que dicen, ¿en qué habría favorecido a los del PSOE?
Lo de la crisis, no hay más que ver la cara de pena del Presidente Rodríguez cuando habla de ella y lo desmejorado que está, prueba que es él quien más la está sufriendo.
Si avisaron a los etarras fue para que no tener que inventar tratamientos de fertilidad o atención a familiares para soltarlos. Al evitar el engorro de encarcelarlos se ahorró la complicación de dejarlos libres antes de que cumplieran la condena.
Los ERE remediaron estados de necesidad en momentos de penuria, lo mismo que los empleos del estado, pagados con dinero presupuestado y, por lo tanto, legal.
Lo de los caballos y el favor a la empresa en la que trabajaba la niña, más que crítica merece elogio porque, si se hizo lo que no debería haberse hecho, fue violentando el deber político en beneficio de uno superior, el deber familiar.
Naderías, como se ve, todas esas críticas injustas de los populares a los socialistas porque los beneficiados fueron la familia y los pobres, preocupaciones básicas de la caritativa e hipócrita derecha en la sociedad que propone.
Por contra, ¿qué decir de lo de los trajes, esa irregularidad monstruosa que los del PP intentaban ocultar, colocando la venda en el sarpullido del PSOE para distraer de la operación quirúrgica que uno de ellos requería?
No hay excusas porque los trajes no remediaban estados de necesidad, ni mejoraban la elegancia de los familiares del trajeado. Aceptó el regalo por vanidad, para realzar la prestancia pinturera de su palmito.
Si el trajeado hubiera sido Eutropio, San Juan Crisóstomo hubiera repetido su amonestación: vanidad de vanidades…