lunes, 24 de enero de 2011

EL PP Y EL SINDROME MOCTEZUMA

Palma del Río, donde el Partido Socialista gana siempre las elecciones, es un pueblo de 21.000 habitantes de la Vega del Guadalquivir en el que se disputará una parte de la contienda electoral que en Mayo trazará la nueva realidad política de España.
Dice David Bohm que cada parte de la realidad contiene la realidad completa así que la realidad electoral de Palma del Río podría reflejar la realidad electoral de la totalidad de España.
Sin el prestigio científico de Bohm, el Dalai Lama sostiene en su libro “The Universe in a single atome” la teoría que su título sugiere: que la mecánica del universo es similar a la de cada uno de sus átomos.
Coinciden con Hermes Trimegisto, al que se identifica con el dios egipcio Tot, en que por el estudio de una parte se puede conocer el todo.
Veamos, pues, lo que ha pasado en Palma del Río para pronosticar lo que, en las elecciones de Mayo, pasará en España:
Desde que se enviciaron los españoles en votar, los de Palma del Río han confiado tozudamente la gestión de su ayuntamiento al Partido Socialista.
Aunque mal no lo hayan hecho, parecía que en Mayo se verían arrastrados, por contagio o simpatía, en la debacle que se vaticina para sus correligionarios del resto del país.
Como en esa España que se extiende al norte del Guadalquivir, los del Partido Popular de Palma del Río han dejado que el Partido Socialista pierda las elecciones para ganarlas ellos.
Pero los del Partido Popular deben sufrir el síndrome Moctezuma por el que ha de entregar el poder a Quetzalcoatl.
Moctezuma confundió al extremeño Hernando Cortés, de rasgos caucásicos y con la cara cubierta de abundante vellosidad, con el dios Quetzalcoatl, la serpiente emplumada de la cosmogonía azteca al que la mitología representaba blanco y barbado.
El emperador de Tenochtitlan sabía que, fatalmente, tendría que devolver al Quetzalcoatl reencarnado en Cortés el poder del que era simple depositario.
En Palma del Río, el Partido Popular sabe que el papel que los dioses le han asignado en la representación de la comedia electoral es el de la oposición, y quizás por eso—o puede que por culpa de eso— la política es para ellos solo una distracción que no entorpece la tarea profesional con la que se ganan la vida.
Los del PSOE, sin embargo, tienen la política como actividad profesional exclusiva, de la que depende su bienestar y el de su familia.
Hay excepciones: Salvador Fuentes, conocido por aquí como El Mantecas, vendía las tortas que elaboraban en la panadería de su familia hasta que salió diputado regional del Partido Popular por Córdoba y la política pasó a ser el pan que, hasta entonces, ganaba con las tortas.
Por Palma del Río, se supone, ha debido seguir viniendo para ver a su familia pero sin inmiscuirse, entrometerse ni preocuparse de la política local. “Paula maiora canamus”, debió decir como Virgilio: “cantemos a cosas más distinguidas”, por lo que dedicó sus desvelos al Parlamento de Sevilla y se olvidó de los electores de su pueblo
Pero la habilidad excepcional del socialista Rodríguez Zapatero para meter la pata y enemistarse hasta con sus más leales partidarios abrió la inesperada posibilidad de que el Partido Socialista perdiera las elecciones municipales en Palma del Río.
En Córdoba, Sevilla y hasta en Madrid debieron pensar los del Partido Popular que esa oportunidad única de arrebatar al Psoe un feudo en el que no los dejaba meter cuchara no podían desaprovecharla. Se acordaron de que nunca habían visitado a sus correligionarios del pueblo, ni siquiera para que no se desanimaran por el desamparo en que los dejaban derrota tras derrota.
El Manteca, que es el funcionario que más alto ha llegado en la jerarquía del Partido Popular, olió poder, quiso apuntarse el éxito previsible, urdió su trama y metió la pata.
Sin consideración al esfuerzo de los que, por afición, habían mantenido a duras penas la bandera del Partido Popular durante años, maniobró para impedir que la candidatura de mayo la encabece el todavía portavoz municipal e impuso a un desconocido no afiliado que dimitió como respuesta a la repulsa que provocó su nombramiento.
El Mantecas se ha visto obligado a encabezar la candidatura de la que privó al representante electo por los afiliados locales al Partido Popular, tras haber renunciado a ella su apadrinado.
El resultado es previsible: el próximo Mayo, si el jefe supremo de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, no se supera a sí mismo como metepatas, el PSOE seguirá ganando las elecciones en Palma del Río.
Y el PP, que sin comerlo ni beberlo parecía que iba a ganar, seguirá en la oposición.