sábado, 2 de abril de 2011

LEIRE PAJIN, PRESIDENTA

Cloroformizado por la monotonía urbana, la renuncia de José Luis Rodríguez Zapatero a la reelección me habría hecho pensar en el final de algo que, aunque malo, podría no serlo tanto como lo que detrás venga.
Pero conocí la noticia recién expatriado de cinco días absorto en la dorada pátina de la floración sobre la adustez de las encinas, del manso viento que mece las flores de los cantuesos, del galanteo de los pájaros con sus cantos más irresistible para que las hembras de su especie perpetúen la vida.
En definitiva, que el anuncio de que Zapatero abandona la política activa, para el que la conoce después de una semana en la gloria sensual de una dehesa en Sierra Morena, es preludio de lo que viene y no ocaso de lo que se va.
¿Quien, después de una semana así, puede desear que al maquiavelismo maniobrero del actual presidente del gobierno le suceda la astucia retorcida de Rubalcaba?
Cambiar el posibilismo acomodaticio de Carme Chacón por el oportunismo permanentemente coyuntural de Zapatero no es cambio, sino más de lo mismo y la dialéctica de sacristán de José Bono, si el actual presidente de las Cortes fuera el sucesor,sería idéntica a la incontinencia verbal del actual presidente.
Contágiese España de primavera y busque un cambio radical y no meramente nominal al escoger nuevo Presidente del Gobierno.
Este esplendor de la naturaleza invita a descartar la ficción conceptual e inclinarse por la realidad tangible, a desconfiar de argucias argumentales y dejarse seducir por evidencias palpables.
Es hora también, después del fracaso de tantas propuestas ideológicas, de confiar en la oscura llamada del primitivismo instintivo y de sucumbir a la tentación atávica de la tan denostada irracionalidad del ser humano.
Es hora, en definitiva, de pronunciarse por Leire Pajín como próxima Presidenta del Gobierno.