domingo, 17 de julio de 2011

CAMPS Y EUTROPIO

Si los del PP llevan años culpando al PSOE de nimiedades como la crisis económica, el paro, avisar a los etarras para que huyan, hacer eres de mentirijillas, favorecer empresas de familiares, forrarse con caballos o meter en nómina a todo el que los vote ha sido, ahora ha quedado claro, para que no se hable de la desvergüenza de que a uno de ellos le regalaran unos trajes.
Aun en el caso improbable de que los del PP demostraran la veracidad de lo que dicen, ¿en qué habría favorecido a los del PSOE?
Lo de la crisis, no hay más que ver la cara de pena del Presidente Rodríguez cuando habla de ella y lo desmejorado que está, prueba que es él quien más la está sufriendo.
Si avisaron a los etarras fue para que no tener que inventar tratamientos de fertilidad o atención a familiares para soltarlos. Al evitar el engorro de encarcelarlos se ahorró la complicación de dejarlos libres antes de que cumplieran la condena.
Los ERE remediaron estados de necesidad en momentos de penuria, lo mismo que los empleos del estado, pagados con dinero presupuestado y, por lo tanto, legal.
Lo de los caballos y el favor a la empresa en la que trabajaba la niña, más que crítica merece elogio porque, si se hizo lo que no debería haberse hecho, fue violentando el deber político en beneficio de uno superior, el deber familiar.
Naderías, como se ve, todas esas críticas injustas de los populares a los socialistas porque los beneficiados fueron la familia y los pobres, preocupaciones básicas de la caritativa e hipócrita derecha en la sociedad que propone.
Por contra, ¿qué decir de lo de los trajes, esa irregularidad monstruosa que los del PP intentaban ocultar, colocando la venda en el sarpullido del PSOE para distraer de la operación quirúrgica que uno de ellos requería?
No hay excusas porque los trajes no remediaban estados de necesidad, ni mejoraban la elegancia de los familiares del trajeado. Aceptó el regalo por vanidad, para realzar la prestancia pinturera de su palmito.
Si el trajeado hubiera sido Eutropio, San Juan Crisóstomo hubiera repetido su amonestación: vanidad de vanidades…