viernes, 13 de enero de 2012

CINCINATO Y LOS SOCIALISTAS ANDALUCES

Los socialistas andaluces viven sin vivir en ellos por la alta manera de vivir que podrían perder tras las elecciones de marzo.
Están convencidos de que, si los andaluces encargan a otros que tutelen el bienestar que los socialistas administran desde 1982, una era de desgracias bíblicas sucederá a la edad venturosa que todavía perdura.
Uno de esos socialistas que consiguen la felicidad propia gracias a la tutela del bienestar ajeno se escandalizaba hoy de lo mal que el gobierno de Mariano Rajoy está administrando la herencia recibida del zapaterato socialista.
El curriculum del quejumbroso acredita lo fundado de sus críticas: abandonó a los 23 años una prometedora carrera comercial para dedicar su vida al servicio público municipal, parlamentario y provincial , además de haber representado a su partido en la cúspide de una entidad bancaria.
La parasitación del servicio público es una forma de entender la vida, sin que la condicione el relumbrón del cargo ni la tentación de su recompensa material.
Aduciendo su experiencia como teniente de alcalde, diputado nacional, presidente de corporación municipal, vicepresidente ejecutivo de caja de ahorro y diputado provincial, el experimentado socialista estaba preocupado.
Temía que, si los electores cometen en marzo en Andalucía el mismo error en que incurrieron en noviembre en España, los andaluces serán esta primavera tan desgraciados como ya lo son los demás españoles.
Es éste amigo mío andaluz y socialista el reverso de un antepasado romano de su cultura, Lucio Quincio Cincinato, aquél patricio que, cuando una comisión del senado lo obligó a aceptar el cargo de dictador para salvar a Roma del asedio de los ecuos, volvió al, arado en cuanto cumplió su misión.
Mi amigo, el socialista andaluz, es un experto inventor de ecuos para ofrecerse a salvar Roma. Vive de eso desde que abandono el comercio (su arado) sin que le apetezca volver a empuñar la mancera.

CINCINATO Y LOS SOCIALISTAS ANDALUCES


Los socialistas andaluces viven sin vivir en ellos por la manera en que esperan las elecciones de marzo.
Están convencidos de que, si los andaluces encargan a otros que tutelen el bienestar que los socialistas administran desde 1982, una era de desgracias bíblicas sucederá a la edad venturosa que todavía perdura.
Uno de esos socialistas que consiguen la felicidad propia gracias a la tutela del bienestar ajeno se escandalizaba hoy de lo mal que el gobierno de Mariano Rajoy está administrando la herencia recibida del zapaterato socialista.
El curriculum del quejumbroso acredita lo fundado de sus críticas: abandonó a los 23 años una prometedora carrera comercial para dedicar su vida al servicio público municipal, parlamentario y provincial , además de haber representado a su partido en la cúspide de una entidad bancaria.
La parasitación del servicio público es una forma de entender la vida, sin que la condicione el relumbrón del cargo ni la tentación de su recompensa material.
Aduciendo su experiencia como teniente de alcalde, diputado nacional, presidente de corporación municipal, vicepresidente ejecutivo de caja de ahorro y diputado provincial, el experimentado socialista estaba preocupado.
Temía que, si los electores cometen en marzo en Andalucía el mismo error en que incurrieron en noviembre en España, los andaluces serán esta primavera tan desgraciados como ya lo son los demás españoles.
Es éste amigo mío andaluz y socialista el reverso de un antepasado romano de su cultura, Lucio Quincio Cincinato, aquél patricio que, cuando una comisión del senado lo obligó a aceptar el cargo de dictador para salvar a Roma del asedio de los ecuos, volvió al, arado en cuanto cumplió su misión.
Mi amigo, el socialista andaluz, es un experto inventor de ecuos para ofrecerse a salvar Roma. Vive de eso desde que abandono el comercio (su arado) sin que le apetezca volver a empuñar la mancera.