jueves, 4 de octubre de 2012

LA CONSPIRACION DE ROMNEY

 Que alguien con más imaginación que un ladrillo ponga en marcha su fantasía y conteste qué haría un individuo al que sorprendieran robando:


1-Se excusaría alegando que todos roban.

2.-Movilizaría a todos sus familiares y amigos para que declaren

que es honrado.

3.-Reconocería que cayó en la tentación de robar y volvería a la senda de la honradez.

El ejemplo anterior es un suponer, una metáfora, un símil para que personas sencillas y sin ringorrango se percaten de lo que dijo Mitt Romney, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, y de cómo reaccionaron los españoles.
   Todos coincidieron en las dos primeras posibilidades y todos, también, descartaron la tercera.
“España destina el 42 por ciento de lo que produce a gastos del estado. Yo no quiero que Estados Unidos siga ese camino”, había dicho Romney en el debate de Denver con el candidato demócrata, el presidente Barack Obama.

Ni uno de los veinte millones de españoles que opinan diariamente en emisoras de radio o estaciones de televisión se ha privado de criticar a Romney.

Pero ninguno ha desmentido el dato aportado por el candidato republicano a la presidencia nde Estados Unidos, a pesar de su manifiesta falsedad: las administraciones públicas españolas derrochan el 43,6 por ciento del PIB, el valor de los bienes y servicios que España produce al año.

Así que, a la vista de este último ejemplo, queda claro cómo reacciona tradicionalmente el español frente a las alusiones que de fuera hacen a algunas peculiaridades españolas.

Como de costumbre, se culpa a eficaces conspiraciones judeomasónicas y a imposibles alianzas entre comunistas, anarquistas y liberales de tramar insidias contra España.

En el caso de Romney, todos coincidían en que, para contrarrestar la denuncia de que el Estado gasta demasiado, nada mejor que aumentar el derroche:

Proponen que el gobierno de Madrid contrate empresas internacionales de relaciones públicas y financie un lobby en Estados Unidos para sembrar ideas positivas sobre España y equilibrar así la impresión negativa que inspiró el candidato republicano.
 Es la spanish way of life, la manera de vivir de los españoles: culpar a otros de nuestras culpas.