lunes, 8 de octubre de 2012

LA INÚTIL SABIDURÍA

         
  



Dicen que la sabiduría, aunque sea una habilidad conseguida mediante  la aplicación de la inteligencia a la experiencia, no tiene por qué tener aplicación práctica.

Hablando claro: que la sabiduría ni sirve para ganar dinero ni el que más dinero tenga es el más sabio por lo que, en tiempos de Horacio o de Fray Luis de León, tener entre las amistades un sabio quedaría muy bien, pero hoy sería como tener un tío en Graná.

Imagínense que alguien tuviera un familiar sabio y presumiera de eso entre sus conocidos.

-Ganará una millonada, envidiaría uno
--Será, por lo menos, diputado, aventuraría otro.
--La Junta le dará una buena paga, supondría el guardia interino municipal.

Pero todos estarían equivocados porque un sabio de verdad, hoy en dia, no sirve para nada.

Ni los discípulos de dos teóricos de la sabiduría conceptual, como los antiguos, y además poetas Horacio y Fray Luis de León ganarían nada siguiendo sus enseñanzas.

Si sobreviviera todavía un admirador del viejo Horacio, que siguiera como norma de conducta las enseñanzas del poeta latino, ¿qué haría si la necesidad lo acuciara a enviar curriculos  para encontrar empleo?

Como todo el que, en estos tiempos, sigue ese método de buscar ocupación pagada fracasaría, sobre todo si entre sus virtudes destacara la “dorada mediocridad” que el poeta recomendaba.

¿Y qué resultado le daría a un discípulo de Fray Luis de Leon que,én el apartado  “pretensiones” de solicitud de empleo escribiera, y además en verso:

A LA SOMBRA TENDIDO
DE YEDRA Y LAURO ETERNO CORONADO
PUESTO EL ATENTO OIDO
AL SON DULCE, ACORDADO,
DEL PLECTRO SABIAMENTE MENEADO.

Lo más probable es que ni se molestaran en contestar a ninguno de los dos y, si acaso, al primero le dirían que los jefes ya disfrutaban de sobras de un envidiable y “dorada mediocridad”.

Al otro le dirían que se fuera con la música a otra parte y que, con la púa que llama plectro, rasque sus cuerdas vocales y no las cuerdas de la vihuela.

En conclusión, que en este mundo grosero y materialista que nos ha tocado, sabios son los que halagan y sirven a un político prometedor para que, en su momento, le pague con un lugar en el pesebre público, bien provisto de cebada.