Quisiera yo un pregón y no un soneto
y que ciegos me canten, no poetas.
Mi pluma cambiaría por la escopeta,
la insignia por la horca, sin respeto.
El que nace aldeano es un paleto
por mucho que le ilustren la chaqueta,
pisen sus alpargatas la moqueta
o esmalte sus modales de cateto.
Yo quiero ser leal a mi destino
y la fama alcanzar como asesino
(oficio de mendigos y aldeanos),
que olvidan ahogándolas en vino
las ofensas que sufren de tiranos,
esbirros de lo humano y lo divino.
jueves, 28 de febrero de 2013
martes, 26 de febrero de 2013
LAS PERSONAS SON DIFERENTES, NO IGUALES
En los tiempos idos, nos decían que el ser humano tenía un objetivo en la vida: amar, adorar y servir a Dios para, así, salvar su alma.
En los tiempos en que vivimos ahora, el fin del ser humano es agenciarse los medios y maneras para pasarlo bien.
Como observador relativamente imparcial que ni quita ni pone rey, uno piensa a veces que engañando lo menos posible a los demás y nunca a uno mismo es como se consigue el bienestar que representa estar en paz y tener como su mejor amigo al que ve cada mañana en el espejo.
Cualquier método que le sirva al individuo para sentirse cómodo consigo y con los demás es válido.
El problema surge cuando, convencido de la eficacia de su método, se dedica a proponérselo a los demás.
Ignora o se olvida de que cada persona es única e irrepetible en el conjunto de su especie y de que pueden vivir su vida de manera relativamente similar, pero cada uno la siente, ve y encara como le apetece, puede y quiere.
La convivencia cómoda entre individuos tiene un límite: respetar las fronteras de su libertad, sin invadirla con sugerencias, consejos no pedidos, presiones para que la altere o promesas de bienestar si lo hace.
El respeto a la libertad de los demás se sobrepone al malentendido deber de proponer a otros la creencia, práctica o idea con la que se siente cómodo el proponente.
Ya lo dijo Benito Juárez: "el respeto al derecho ajeno es la paz".
Desde esa perspectiva, es obligado suponer que quienes inducen a otros a compartir creencias o militancia política lo hace más para beneficiarse a sí mismo que para beneficiar al otro.
En los tiempos en que vivimos ahora, el fin del ser humano es agenciarse los medios y maneras para pasarlo bien.
Como observador relativamente imparcial que ni quita ni pone rey, uno piensa a veces que engañando lo menos posible a los demás y nunca a uno mismo es como se consigue el bienestar que representa estar en paz y tener como su mejor amigo al que ve cada mañana en el espejo.
Cualquier método que le sirva al individuo para sentirse cómodo consigo y con los demás es válido.
El problema surge cuando, convencido de la eficacia de su método, se dedica a proponérselo a los demás.
Ignora o se olvida de que cada persona es única e irrepetible en el conjunto de su especie y de que pueden vivir su vida de manera relativamente similar, pero cada uno la siente, ve y encara como le apetece, puede y quiere.
La convivencia cómoda entre individuos tiene un límite: respetar las fronteras de su libertad, sin invadirla con sugerencias, consejos no pedidos, presiones para que la altere o promesas de bienestar si lo hace.
El respeto a la libertad de los demás se sobrepone al malentendido deber de proponer a otros la creencia, práctica o idea con la que se siente cómodo el proponente.
Ya lo dijo Benito Juárez: "el respeto al derecho ajeno es la paz".
Desde esa perspectiva, es obligado suponer que quienes inducen a otros a compartir creencias o militancia política lo hace más para beneficiarse a sí mismo que para beneficiar al otro.
lunes, 25 de febrero de 2013
DECIMA CONTRA LA CORRUPCION
Harto estoy, muy cabreado
de pagar tantos impuestos
a los que dan por supuesto
que es suyo lo del Estado.
Si todos los estafados,
más que miles son millones,
le echan al caso cojones
y no le pagan ni prestan
créditos, tributo o renta
se acabarían los ladrones.
domingo, 24 de febrero de 2013
TETA Y SOPA NO CABEN EN LA BOCA
Como la de todo ciudadano, la declaración de patrimonio del político profesional revela el monto de su fortuna, pero de la forma que la haya acumulado solo se pueden aventurar conjeturas.
La fortuna por la que debería preocuparse el que ejerza un cargo de responsabilidad conseguido por elección es el respaldo de los electores.
Por lo que revelan los sondeos de opinión publicados, los políticos del partido que gobierna y los de los que aspiran a sentarse en sus sillas coinciden: los votantes que no estén colocados por los políticos estiman ruinosa su credibilidad y desconfían de su capacidad para gestionar el Estado.
¿Pueden regenerar el sistema los que lo han degenerado o tendrán que ser otros los que refunden el Estado?
Sean quienes sean los que lo hagan, deberían saber que teta y sopa no caben en las boca y tener en cuenta:
1.-Al ciudadano le importa más ser bien gobernado que creer que elije al que lo gobierna.
2.-El autogobierno ciudadano, en las distintas formas de organización que adopten las democracias, solo es posible si se aplica a pueblos que sean capaces de reconocer la responsabilidad de sus errores.
3.-El pueblo español, víctima de un retraso de cuatro siglos en su evolución de la dependencia a la autoresponsabilidad, tiene que adecuar su forma de ser a las de los países que accedieron a la democracia conscientes de que el derecho a elegir se contrapesa con la responsabilidad de la elección.
4.-Importa menos la forma de organización del Estado que la capacidad personal de sus ciudadanos para hacer frente y resolver los problemas propios.
5.- Los sistemas de organización del Estado conocidos por democracias son propios de ciudadanos con voluntad de asumir sus propios problemas y de exigir lo convenido a cambio de su contribución a servicios comunes,
5,-El ciudadano de un país cuyo Estado tenga alguna de las formas de las Dictaduras cede al Estado la obligación de que le proporcione educación, sanidad, vivienda y trabajo, a cambio de su libertad.
Eso es lo que hay y la pregunta obligada es: ¿nos compensa a los españoles disfrazar al gobierno de democrático o preferimos que el gobierno nos gobierne con eficacia, se apellide como se apellide?
Para evitar equívocos, yo prefiero un sistema democrático de gobierno que deje en paz y se inmiscuya lo menos posible en la vida de los ciudadanos, que deje en manos de la sociedad civil todas las iniciativas empresariales, que las empresas propiedad del Estado tengan prohibido competir en sectores de la economía en que funcionen empresas privadas, que deje en manos de trabajadores y empresarios concertar las condiciones de su relación, que no financie fundaciones, sindicatos, organizaciones patronales ni partidos políticos, que no se inmiscuya directa ni indirectamente en el nombramiento o cese de los jueces, que el jefe del gobierno deje de coincidir con el que mande en su partido para que el poder parlamentario apruebe leyes que ejecute el poder ejecutivo y decida sobre su legalidad el judicial.
La fortuna por la que debería preocuparse el que ejerza un cargo de responsabilidad conseguido por elección es el respaldo de los electores.
Por lo que revelan los sondeos de opinión publicados, los políticos del partido que gobierna y los de los que aspiran a sentarse en sus sillas coinciden: los votantes que no estén colocados por los políticos estiman ruinosa su credibilidad y desconfían de su capacidad para gestionar el Estado.
¿Pueden regenerar el sistema los que lo han degenerado o tendrán que ser otros los que refunden el Estado?
Sean quienes sean los que lo hagan, deberían saber que teta y sopa no caben en las boca y tener en cuenta:
1.-Al ciudadano le importa más ser bien gobernado que creer que elije al que lo gobierna.
2.-El autogobierno ciudadano, en las distintas formas de organización que adopten las democracias, solo es posible si se aplica a pueblos que sean capaces de reconocer la responsabilidad de sus errores.
3.-El pueblo español, víctima de un retraso de cuatro siglos en su evolución de la dependencia a la autoresponsabilidad, tiene que adecuar su forma de ser a las de los países que accedieron a la democracia conscientes de que el derecho a elegir se contrapesa con la responsabilidad de la elección.
4.-Importa menos la forma de organización del Estado que la capacidad personal de sus ciudadanos para hacer frente y resolver los problemas propios.
5.- Los sistemas de organización del Estado conocidos por democracias son propios de ciudadanos con voluntad de asumir sus propios problemas y de exigir lo convenido a cambio de su contribución a servicios comunes,
5,-El ciudadano de un país cuyo Estado tenga alguna de las formas de las Dictaduras cede al Estado la obligación de que le proporcione educación, sanidad, vivienda y trabajo, a cambio de su libertad.
Eso es lo que hay y la pregunta obligada es: ¿nos compensa a los españoles disfrazar al gobierno de democrático o preferimos que el gobierno nos gobierne con eficacia, se apellide como se apellide?
Para evitar equívocos, yo prefiero un sistema democrático de gobierno que deje en paz y se inmiscuya lo menos posible en la vida de los ciudadanos, que deje en manos de la sociedad civil todas las iniciativas empresariales, que las empresas propiedad del Estado tengan prohibido competir en sectores de la economía en que funcionen empresas privadas, que deje en manos de trabajadores y empresarios concertar las condiciones de su relación, que no financie fundaciones, sindicatos, organizaciones patronales ni partidos políticos, que no se inmiscuya directa ni indirectamente en el nombramiento o cese de los jueces, que el jefe del gobierno deje de coincidir con el que mande en su partido para que el poder parlamentario apruebe leyes que ejecute el poder ejecutivo y decida sobre su legalidad el judicial.
viernes, 22 de febrero de 2013
EL SON DE LA NEGRA
Negrita de mis
pesares
Ojos de papel
volando
A todos diles
que sí
pero no les
digas cuando
así me dijiste
a mí
por eso vivo
penandoooo….
No es posible
que Blas Galindo se inspirara en este bando de cotorras parlanchinas que es la casta política española, que hablan
sin ton ni son y siempre pretextan que no dijeron lo que dieron a entender
cuando hablaban.
Es imposible
porque el compositor de la música y autor de la letra de “El son de la negra” la
dio a conocer en 1940, en tiempos de la más tenebrosa dictadura, cuando si a
alguien se le hubiera ocurrido predecir la democracia de carnaval que hoy sufre
España lo hubieran fusilado o metido en un manicomio.
En doce horas de discursos se pueden decir
muchos dislates, escuchar embelesado el orador el tono de la propia voz, dar a
entender lo que se quiere decir pero no decirlo abiertamente para guardar la
posibilidad de desdecir lo que sugirió pero sin decirlo expresamente.
Nada de lo que
en estos dos días del debate sobre el estado de la nación se dijo fue relevante.
A quien escuchara los discursos les importó más el cómo que el qué de lo que se
dijo.
Prueba de eso
es que todos se atrevieron a opìnar cuál de los dos principales contendientes
había ganado el torneo dialéctico, pero sin poder precisar lo que dijo para
declararlo vencedor.
Esta diarrea
verbal propia de la época que nos ha tocado vivir, en la que todo el mundo se
gasta un dineral en aparatos carísimos
para decirse idioteces, ha proclamado que se valora más el medio que el
mensaje, más la máquina que el talento.
La palabra nada
vale y economizarlas no es una virtud.
Lejos quedaron
los tiempos en que llamar a alguien hombre de palabra era el mayor elogio.
Se olvidó la
virtud de la concisión, la de evitar palabras innecesarios.
Desde que lo ví
venir,
supe: por la
burra viene.
Dije pa no
discutir
dame, toma,
tengo o tienes:
La burra no te
la llevas
porque a mí no
me conviene.
jueves, 21 de febrero de 2013
FALSA DEMOCRACIA PARLAMENTARIA
A esta
forma de organización del Estado que ya nació agonizante en 1978 y en el que
nada de lo que parece es, la definieron como democracia parlamentaria.
Como
toda la tramoya fabulada desde 1978 y apodada democracia parlamentaria, el
nombre no define, sino que encubre la realidad.
Para
que la martingala montada en España fuera una democracia parlamentaria debería
asentarse en el funcionamiento independiente, uno de otro, de tres poderes:
ejecutivo, legislativo y judicial.
El
ejecutivo, en esa clase de sistemas, ejecuta las medidas aprobadas por la
mayoría del parlamento y el judicial ratifica o rechaza la legalidad de esas
medidas y de su aplicación.
En lo
que en España se ha implantado, el candidato que gana las elecciones y ocupa la
jefatura del gobierno suele haber sido previamente secretario
general o presidente de su partido, que simultaneará con el de presidente del gobierno.
Por el
primero de esos cargos da el visto bueno a las listas electorales y, en calidad
de máximo dirigente de su partido, decide el sentido del voto de su grupo en todos
los asuntos, porque le conciernen como jefe del ejecutivo.
Una de
los cometidos asignados exclusivamente al parlamento es el de designar a los responsables de supervisar el buen funcionamiento de tribunales y organismos de supervisión judicial.
Pero es el presidente del ejecutivo (que se coloca para la ocasión la careta de presidente o secretario general del partido) ordena al jefe del grupo parlamentario de su partido cómo deben votar sus diputados.
Por
eso, y aunque se quiera hacer creer que a la dictadura de Franco le sucedió una
democracia parlamentaria, es mentira: a la dictadura de Franco le viene
sucediendo la dictadura del presidente del gobierno, propuesto como candidato por sí mismo,n
su calidad de secretario general o presidente del partido que ganará las
elecciones.
En
resumen, que la misma persona que se propone a sí misma para encabezar la lista
electoral es la que, al ganar las elecciones, maneja los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial.
Por
mucho que se les llene la boca al definir este sistema como democracia
parlamentaria, es en realidad una dictadura personal temporal.
La dictadura
de Franco, comenzó a tiros y solo acabó con su muerte.
La de ahora, afortunadamente, empieza con el triunfo electoral del candidato autopropuesto, y termina cuando finalice la legislatura.
domingo, 3 de febrero de 2013
DINERO NEGRO
Se
realizan transacciones en dinero negro para evitar que se reflejen en registros
oficiales.
Por
eso, cuando Mariano Rajoy publique sus declaraciones de la renta y del
patrimonio no aparecerán los ingresos a su nombre que figuran en la lista atribuida
a Luis Bárcenas y publicada por El País.
Se
demostrará, si ese acta de la inmoralidad del PP se confirma como documento auténtico, que la avaricia y la rapacidad no son características distintivas de los partidos políticos, sino de la naturaleza humana y que, si el
truhán se atrinchera en la política, es para eludir mejor el castigo.
El
delincuente, sea político o persona normal, viola la ley porque está convencido
de que es más listo que su víctima o, dicho de otra manera, que los engañados
son idiotas.
Se
equivocan porque el timado sabe que es víctima de un delito del que no puede defenderse amparándose en la ley porque el delincuente, si maneja fondos públicos, los empleará para librarse de la acusación.
El denunciante
timado, por su parte, tiene que pagar de su bolsillo todos los gastos
judiciales y sufragar con sus impuestos la defensa del funcionario o político denunciado.
Por
eso, y por desgracia los políticos del partido de Rajoy que ahora mandan saldrán
más o menos mojados del chaparrón que los moja, como escaparon sus antecesores en tormentas similares.
Y más
vale que así sea porque, que se sepa, ningún Estado en fase terminal como el
que sobrevive a duras penas en España desde que se murió el dictador se ha
regenerado pacíficamente.
La transición
del viejo Estado franquista a la apodada democracia sobrevino al extinguirse el sistema unipersonal anterior por la muerte de quien lo encarnaba.
Por lo
general, el Estado se regenera por derrota militar, amputación territorial o
estallido popular, generalmente provocado por la sensación de corrupción social
o política extrema, como la actual.
Lo malo es que, en esos casos, un redentor se
proclama escoba de la inmoralidad vigente para establecer su propia
inmoralidad: Primo de Ribera, República,
Franco , ¿y el siguiente?
En eso, España no es diferente: salvadores de la imoraliudad reinante y tiranos del sistema que implantaron fueron Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Castro y los que vendrán.
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