miércoles, 28 de agosto de 2013

ESTADOS UNIDOS Y SU NUEVO ERROR EN SIRIA


   Es natural que quien nunca haya estado enfermo ignore la desgracia que es perder la salud y no sepa el lento proceso que debe seguir para recuperarla.

   Es lo que a los Estados Unidos les pasa con las dictaduras. Nunca sufrieron directamente  ninguna porque los criollos de ingleses que declararon la independencia de su país ya lo venían gobernando bajo la bandera de Inglaterra.

   La dictadura, como bacteria mutante que es, evoluciona lentamente, sufre retrocesos en su tratamiento y, en muchas ocasiones, la enfermedad empeora por haber intentado el médico darle el alta al enfermo demasiado pronto.

   De hecho, todas las convulsiones que el mundo sufre ahora comenzaron con el error clínico del equipo diplomático de los Estados Unidos, entonces encabezado por Zbigniew Brzezinski, que sacrificaron al Sha de Persia, el único aliado seguro que tenían los Estados Unidos en Oriente Medio.

   Se equivocaron los Estados Unidos porque la dictadura religiosa que siguió al Sha evolucionó hacia una dictadura igual de sanguinaria pero más sólida, al asentarse en el  pilar fundamental del Islam, el sometimiento.

   Casi simultáneamente a la implantación del régimen de los ayatollahs en Irán, en Afganistan, su vecino del este, se gestaba otra crisis que permitiría a los Estados Unidos cometer un error de todavía peores consecuencias que el de Irán.

    El partido gobernante en Afganistán, pidió a su hermano el partido comunista de la Unión Soviética  que apoyara el envio de fuerzas del ejército ruso para derrotar a los mujahidines religiosos.

    Para los Estados Unidos estaba claro cuál de los contendientes lo era también suyo: naturalmente el ejército de la Unión Soviética que.además de una dictadura, era la potencia que le disputaba la hegemonía mundial.

    Apoyaron, pues, a los combatientes religiosos musulmanes que, al contrario que sus conocidos católicos irlandeses que se sacudieron la opresión de los protestantes ingleses, colonizadores de Estados Unidos, eran todavía más radicales e intransigentes que la peor de las dictaduras.

   Apoyaron pues a los combatientes mujahidines y los entrenaron tan bien que años después volaron las torres gemelas de Nueva York.

   Desapareció el comunismo que los americanos ayudaron a derrotar en Afganistan pero la dictadura religiosa yihaidista que se benefició de la ayuda ha pasado a ser la mayor amenaza para los países occidentales, aunque sea la raíz cristiana que sus culturas comparten lo que los une.

   Acogieron los norteamericanos con inexplicable alegría las revoluciones que hace un par de años hicieron retroceder a los países con dictaduras laicas (Túnez, Egipto) al de dictaduras religiosas fundamentalistas.

   Después del laico Bashar al Assad, que inevitablemente será derrocado porque es un dictador, ¿con qué dictadura religiosa castigará la Historia la conciencia de los Estados Unidos?