viernes, 8 de noviembre de 2013

DESDE QUE EL HOMBRE APRENDIO A NO ANDAR-18-EL AMIGO AMERICANO




Entre las anécdotas ilustrativas de lo que es realmente la política exterior norteamericana  destaca la que se atribuye al secretario de Estados de Eisenhower John Foster Dulles, hernaano de Allen, fundador de la CIA.
El secretario asistía en silencio a una acalorada discusión entre sus asesores sobre la conveniencia de derrocar al tirano, asesino y ladrón presidente de Nicaragua, Anastasio “Tachito” Somoza.
--“Maybe”—cortó la discusión—“he,s a sonofabitch, but Tachito is our sonofabitch” (“Bueno, puede que sea un hijoputa, pero Tachito es nuestro hijo de puta”
Sucesivos errores norteamericanos en la identificación del hijoputa que más le convenía han provocado o agravado la amenaza que para todo el mundo supone el terrorismo fanático musulmán.
En todos los casos, las equivocaciones las pudo originar la afortunada desgracia de los norteamericanos de no haber padecido nunca la humillación de la dictadura y creer por eso que todas las dictaduras son iguales.
Si hubieran sufrido dictaduras de todo tipo sabrían que la laica es menos fanática y menos sólida que la religiosa, por lo que entre dos males es preferible el primero.
Se deshicieron del Sha de Persia, incondicional hijo de puta de Estados Unidos, para poner en su lugar la dictadura religiosa de los ayatollahs,
Como eran de la facción shiita del Islam, inyectaron abundante dinero en las madrasas para que formaran propagadores de su peculiaridad religiosa, adversa a la sunnita. Apoyaron también la interpretación más radical de Islam, que conduce a la guerra santa y el terrorismo.
La escisión se originó porque los que después fueron conocidos por chiitas sostenian que debía suceder a Mahoma alguien de su linaje o parentesco y proclamaron califa a su yerno Alí.
Los sunnitas sostenían que ser de la tribu de Mahoma, persona instruida y observar fielmente las enseñanzas del Profeta era mérito suficiente.
Arabia Saudita, el país musulmán más rico, cuna de la facción sunnita del Islam, vió una amenaza en el proselitismo iraní, contrarrestó la ofensiva chiita financiando escuelas religiosas (madrasas) sunnitas e y como consecuencia de esa rivalidad tan pródigamente financiada, se acentuó el conflicto interreligioso musulmán.
La mayoría chiita (60%) de la población de Irak la contenía Sadam Hussein, un dictador laico que forzó la convivencia con los sunitas (30%) y kurdos (10 %) hasta que los Estados Unidos lo depusieron, juzgaron y ejecutaron  al ganar la guerra que iniciaron para encontrar armas que Sadam Hussein no tenía.
A pesar de la intervención norteamericana en Irak y del fusilamiento de Hussein, la inestabilidad en el país se mantiene, lo mismo que los enfrentamientos sangrientos entre activistas armados de radicales sunitas, chiitas y kurdos.
 En Afganistán, el congresista por Texas Charlie Wilson, sin ninguna visión de la división geoestratégica ni de política exterior, aprovecho su puesto en el comité de asignaciones de la cámara para transferir un  río de fondos a la CIA para ayudar a los mujahidines afganos a derrotar al ejército soviético, que había invadido el país a petición del gobierno de Afganistán.
La retirada del ejército ruso derrotado aceleró el derrumbamiento del régimen comunista en la Union Soviética, puso fin a la guerra fría y todos los países europeos, además de Rusia, modelados por el comunismo, pudieron tener gobiernos electos.
Los mujahidines tan bien entrenados por los Estados Unidos llevaron a cabo el atentado aéreo contra las Torres Gemelas de Maniatan y han intensificado la guerra santa en todo el mundo.
Errores norteamericanos por no tener en cuenta que hasta la más sólida dictadura laica es más perecedera que la del fanatismo religioso musulmán, que condena a la división de poderes (no hay más poder que el de Dios).
La observancia del Islam es incompatible con la democracia porque rechaza la división de poderes en que se basa la democracia: el poder del pueblo lo administran el gobierno, el parlamento y los tribunales.
Lo que más escandaliza a un musulmán es la, para ellos, herética recomendación de Cristo de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” porque dar a otro parte del  todo que pertenece a Dios es robarle.
Si el gobierno norteamericano hubiera seguido la doctrina de John Foster Dulles sobre Tachito Somoza, y hubiera apoyado al menos malo contra el malo peor, se hubieran evitado, al menos en parte, esos conflictos.
Los reveses de Irán, Irak, Afganistán y Egipto, entre otros, no habrían ocurrido.