domingo, 10 de noviembre de 2013

LA ESPAÑA MEDIOCRE



  En lo que importa a los españoles excluidos de la nómina de 145.000 empleados  de los partidos políticos, (que supera a la que suman la de los cinco principales bancos), la conferencia política del Psoe ha prometido que, si llega al gobierno, eximirá del pago del impuesto sobre la renta a los mileuristas.
   Consolida con ello el Partido Socialista Obrero Español su mensaje ideológico: mejor refugiarse en la confortable madriguera de la mediocridad que arriesgarse en la osada búsqueda de la excelencia.
   Quieren asegurarse así mayoría de votos de los que se conformen con seguir como están, aunque arriesguen el apoyo de quienes se atrevan a intentar mejorar.
   La inevitable consecuencia será una España mediocre habitada por españoles mediocres, todos manejados con subsidios, el soma esclavizante que Orwell describía en su “1984”, un mundo idiotizado por el Gran Hermano con la advertencia “The big brother is watching you”, el gran hermano te vigila).
    Porque lo que socialistas, comunistas y el resto de los partidos españoles proponen con mayor o menor descaro según el ideario socialdemócrata que todos profesan, es una sociedad sin alma, adormecida con la droga de los subsidios.
   Tan drogodependiente de los subsidios es la sociedad de España que no se le puede  privar radicalmente de su consumo. Habría que desengancharla poco a poco, como a los adictos a la heroína, con un equivalente a la metadona.
    Bastaría subvencionar el trabajo y no el paro, y siempre con un subsidio concedido a través de la exención de impuestos, y nunca más, como hasta ahora, con subsidios en efectivo.
   Acabaría así, o al menos se limitaría radicalmente, el hipócrita rechazo a la corrupción,provocada porque el dinero de las subvenciones “se pierde” entre las innumerables manos por las que pasa hasta llegar al subsidiado.
   Y el que no genere riqueza producida por su trabajo se quedaría sin subvenciones hasta que trabaje.
    Algo tan fácil como eso se le ocurre hasta a un cateto aldeano como el que suscribe y que se malicia que, si no se les ha ocurrido ya a las eminencias  que nos gobiernan, es porque no les ha convenido que se les ocurra.