lunes, 30 de junio de 2014

iIGLESISMO,NAZISMO, LENINISMO, STALINISMO, FASCISMO...

Increíble, pero cierto: Aunque desde hace años escribo mis análisis y opiniones sobre todo sin tener idea de nada, todavía no lo he hecho sobre “Podemos” y Pablo Iglesias, su mesías.
   Vamos a remediarlo:
Como los millares que a lo largo de la historia a los que sus fracasos al anonimato, Julio Iglesias puede incluirse en la Casta de los verdugos que acabaron encabezando la casta que el propio Iglesias  promete erradicar.
La casta en la que el mesías de “Podemos” aspira a que lo incluyan es la de  Lenin, Mussolini, Hitler, Mao, Pol Pot, los Castros o los Kim de Corea del Norte.
Todos ellos, como Iglesias socialmente instalados en una clase social superior a la de los explotados, llegaron al poder prometiéndoles que el poder social, político y económico de los explotadores lo ejercerían los explotados.
En todos los casos anteriores, esas promesas desembocaron en dictaduras individuales de los redentores y en regímenes de esclavitud social, miseria económica y privación de derechos humanos a los explotados.
Como sus precedentes políticos a los que amenaza imitar, Pablo Iglesias pone como cebo en su anzuelo político utopías irresistibles para los que envidian a los que tienen más:  que lo han obtenido ilegalmente porque todos los hombres somos iguales.
Si todos somos iguales, ¿por qué unos tienen más que otros?
La conclusión es obvia: porque los que tienen más se aprovechan de los que tienen menos.
Es el ser humano poco inclinado a entender plenamente conceptos sin ejemplos que los ilustren.
La Venezuela de Chaves y Maduro es el ejemplo que Iglesias propone como modelo de la España a la que aspira.
Los Estados Unidos y los países de la Europa Comunitaria son modelos que España debe abandonar para que los españoles sean más felices, según la doctrina Iglesias.
Se olvida el impulsor de “Podemos” de que cientos de miles de ciudadanos procedentes de países similares a Venezuela arriesgan sus vidas por emigrar a Estados Unidos o a la Europa Comunitaria.
Si hubiera una palabra en la que el iglesismo plasmara su doctrina sería “Podemos”, el nombre con que ha bautizado a su movimiento político y que, como todo el movimiento antiliberal sugiere más contradicciones que confirmaciones.

“We can” (cuya traducción literal es “Podemos”) fue el lema con el que Barak Obama, actual presidente del pais que encarna las fobias ideológicas de Iglesias) inició su camino hacia la presidencia en 2008.

jueves, 19 de junio de 2014

HEMOS RECUPERADO LA SELECCION

Memorable este día 19 de Junio no sólo, aunque también, porque haya rejuvenecido la Jefatura del Estado sino, sobre todo porque, desde anoche, los aficionados españoles al fútbol nos sentimos seis u ocho años más jóvenes.
Hemos vuelto a los ya casi olvidados tiempos en los que la selección española de fútbol anterior al tiki-taka perdía porque su juego consistía en mandarle balones al Julio Salinas de turno para que los despejaran los defensas contrarios.
Esa manera de jugar y la mala suerte, que se repartían al 50 por ciento la culpa de los fracasos, permitía que una mayoría de españoles nos identificáramos con unos compatriotas que fracasaban también, aunque vestidos de futbolistas.
Después, y tan de improviso como una tormenta con pedrisco que destroza la cosecha, llegó el invento futbolero de controlar el balón, dejar sin Salinas peleones a la delantera y sacar el balón controlado desde la defensa para que, con recochineo, un enanito habilidoso la empujara a gol.
Fueron años aparentemente felices pero que, en realidad, no lo eran porque, ¿cómo podía sentirse identificado un español que perdía hasta el trabajo con unos tipos que ganaban hasta la Copa del Mundo?
La autosatisfacción, tan contraria a las raíces más hondas de los españoles, empezó a germinar y unos aficionados al fútbol cansados ya de ganarlo todo sin un mocetón plantado en la defensa contraria en la posición del delantero centro clásico, se empestiñó en exigir uno, preferiblemente no español, para ganar de manera diferente a la empleada hasta entonces.
En el fondo,y subconscientemente, de lo que se trataba era de igualar en el fracaso a todos los españoles ya que, para ser iguales en el éxito, todos hubiéramos debido trabajar igual y demostrar el mismo talento.
Hacía falta también algo de mala suerte para que la selección española de fútbol recuperara el hábito de perder que la identificara con el carácter nacional.

Llegó: fue el día en que los médicos dictaminaron que Diogo Costa estaba en condiciones de jugar y lo hizo tan bien que, cada vez que los defensas contrarios despejaban el balón al que quería llegar, lo confundíamos con Julio Salinas.

lunes, 9 de junio de 2014

NADAL

    Los elogios al esfuerzo personal de Rafael Nadal como explicación de sus triunfos encubren el cinismo de los que aplauden o la pérdida general de la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Porque, ¿cómo es posible que una sociedad como la española, que con tanto entusiasmo se ha apuntado a la vida birlonga elogie, el esfuerzo sobrehumano de Nadal?.
En esta España en la que los más viven de la apropiación de las plusvalías que generan los menos, Nadal es un mal ejemplo.
Y para que no se multiplique el número de nadales, es urgente poner remedio fiscal para disuadir a los que intenten imitar al tenista.
Si, como se dice, la retribución monetaria que consiguió ayer al ganar la novena Roland Garrós asciende a 1.300.000 euros, debería pagar a Hacienda todo lo que exceda al equivalente del salario mínimo durante los dias que haya durado la competición.
Lo que así recaude el Estado debería repartirse entre todos los ciudadanos que, por las condiciones abusivas impuestas para poder participar en el torneo, no pudieron hacerlo.
Hay que poner pié en pared antes de que el nocivo efecto Nadal se propague y parezca normal que cada cual gane según sus méritos y rendimientos. Fascismo puro.

   

miércoles, 4 de junio de 2014

REFERENDA PARA TODO

   Uno, que estudió latín en Bachillerato porque las ciencias de la naturaleza las aprendió en la huerta en la que pasó sus primeros años, sabe que referenda es el plural de referéndum, vocablo del género neutro. 
Sabe también que, prácticamente con el mismo gasto que el referéndum sobre monarquía o república, podrían y deberían celebrarse otros, y dejar así resueltas muchas de las disyuntivas que corroen y desasosiegan a la sociedad.
El referéndum propuesto sobre monarquía o república necesitaría completarse con otros dos para cada una de las disyuntivas iniciales propuestas:
                  a) Hereditaria
Monarquía:
                  b) Electiva.
   Cada una de esas dos opciones requeriría, antes de llevarlas a cabo, referendos  aclaratorios:
Monarquía hereditaria:
a)     Pariente más próximo
b)     Pariente más remoto.

(Debe hacerse notar que, si el rey muerto hubiera sido malo,  los resentidos súbditos preferirán al heredero más remoto y, si hubiera sido un rey bueno, al más próximo).
Monarquía electiva: (entronca con la más rancia tradición monárquica española, la de los godos).

Votantes:
a)     individual.
b)     Agrupaciones.
En el primero de los casos serían electores todos los que, en el momento de la elección, vivan en territorios sobre los que la monarquía ejerza su soberanía, sin distinción de edad, sexo ni estatura.
En el segundo caso, una ley aprobada por facebook o whatsapp determinará las agrupaciones (sindicatos, clubs de fans, forofos deportivos o agrupaciones promotoras del consumo de papas fritas, por ejemplo), que conjuntarán los votos individuales de sus agrupados).
Otra ley, aprobada por una mayoría expresada mediante llamada de móvil (1,73 euros la llamada) determinará el período de vigencia de los asuntos refrendados) pero, teniendo en cuenta que no solo “la dona é mobile” (la mujer es voluble) sino que tanto o más lo es el hombre y puede cambiar de opinión varias veces al día, lo ideal sería que, cada día, a todos los ciudadanos les fuera sometido a referéndum desde qué dia de la semana prefieren que sea hasta las temperaturas máxima y mínima.
Naturalmente, habría distintos referendos, según su ámbito de aplicación: los vecinos de una calle deberían poder determinar cada día el sentido del tráfico rodado por ella, el nombre de la calle, la diferenciación por nombres, números o colores de cada una de sus casas y hasta si la basura de recoge por medios mecánicos o mediante puercos que la consuman directamente en la calzada.
El referéndum que ponga de acuerdo a los ciudadanos sobre el clima y la temperatura que prefieren debería tener carácter local, por la dificultad de conciliar no solo los gustos de los que prefieren el calor al frío sino por la variedad de condiciones orográficas, paisajísticas y de concentración de humedad.
Pero, si no el clima, por lo menos podríamos resolver mediante referendos cómo aliviar psicológicamente los efectos que sólo la mención de las dos estaciones extremas nos producen: bastaría llamar invierno a la época de más calor y verano a la de más frío. Así el ser humano lograría la felicidad imposible hasta ahora a la que aspira: vivir como en el Caribe en invierno y como en el polo norte en verano.

El referéndum, pues, resuelve todos los problemas.