jueves, 19 de junio de 2014

HEMOS RECUPERADO LA SELECCION

Memorable este día 19 de Junio no sólo, aunque también, porque haya rejuvenecido la Jefatura del Estado sino, sobre todo porque, desde anoche, los aficionados españoles al fútbol nos sentimos seis u ocho años más jóvenes.
Hemos vuelto a los ya casi olvidados tiempos en los que la selección española de fútbol anterior al tiki-taka perdía porque su juego consistía en mandarle balones al Julio Salinas de turno para que los despejaran los defensas contrarios.
Esa manera de jugar y la mala suerte, que se repartían al 50 por ciento la culpa de los fracasos, permitía que una mayoría de españoles nos identificáramos con unos compatriotas que fracasaban también, aunque vestidos de futbolistas.
Después, y tan de improviso como una tormenta con pedrisco que destroza la cosecha, llegó el invento futbolero de controlar el balón, dejar sin Salinas peleones a la delantera y sacar el balón controlado desde la defensa para que, con recochineo, un enanito habilidoso la empujara a gol.
Fueron años aparentemente felices pero que, en realidad, no lo eran porque, ¿cómo podía sentirse identificado un español que perdía hasta el trabajo con unos tipos que ganaban hasta la Copa del Mundo?
La autosatisfacción, tan contraria a las raíces más hondas de los españoles, empezó a germinar y unos aficionados al fútbol cansados ya de ganarlo todo sin un mocetón plantado en la defensa contraria en la posición del delantero centro clásico, se empestiñó en exigir uno, preferiblemente no español, para ganar de manera diferente a la empleada hasta entonces.
En el fondo,y subconscientemente, de lo que se trataba era de igualar en el fracaso a todos los españoles ya que, para ser iguales en el éxito, todos hubiéramos debido trabajar igual y demostrar el mismo talento.
Hacía falta también algo de mala suerte para que la selección española de fútbol recuperara el hábito de perder que la identificara con el carácter nacional.

Llegó: fue el día en que los médicos dictaminaron que Diogo Costa estaba en condiciones de jugar y lo hizo tan bien que, cada vez que los defensas contrarios despejaban el balón al que quería llegar, lo confundíamos con Julio Salinas.