miércoles, 24 de septiembre de 2014

VIOLADORES Y OTROS ANIMALES

Hace años, ya pasó siete en la cárcel por abusar sexualmente de una niña y, ahora,lo acusan de varios otros delitos similares.
Volverá a la cárcel en la que, sin las tentaciones que espoleen su instinto, no tendrá ocasión de delinquir hasta que recupere la libertad que le permita recaer en su demostrada incapacidad de resistir al deseo antinatural de abusar de una niña.
Como los siete años que ya cumplió, cumplirá los años a que ahora lo condenen sin obligación de trabajar, alojado, alimentado, protegido y tratado médicamente a costa de los impuestos de las personas decentes capaces de controlar sus instintos.
Sin una intervención médica que inhiba su torcido instinto o lo prive de capacidad para satisfacerlo, será una amenaza siempre que viva en libertad.
La decisión la tiene esta sociedad acomplejada e incapaz de afrontar los problemas en toda su crudeza:
a)           Alojarlo, alimentarlo, cuidarlo y protegerlo aislado hasta que muera de muerte natural, o
b)           Acelerar el momento de su muerte.

           Y no vale lo de decir que no se puede privar de la vida a un ser humano. Los individuos así no lo son.