miércoles, 1 de octubre de 2014

EL DESTINO MANIFIESTO DE ESPAÑA

El germen de los actuales Estados Unidos fue el convencimiento de los más notables impulsores  de la emancipación de las trece colonias inglesas de América del Norte de que su destino era extenderse del Atlántico al Pacífico.
Tan indiscutible como objetivo nacional se hizo esa voluntad expansiva que se dio a conocer como “destino manifiesto”, el que no necesita justificación para alcanzarlo.
Ya convertida en potencia mundial desde que arrebató Cuba, Puerto Rico y Filipinas a España y fue convocada como mediadora tras la guerra ruso-japonesa, el destino manifiesto de Estados Unidos adquirió proporciones universales.
Lo invocó el presidente Woodrow Wilson para justificar  la intervención directa de Estados Unidos en la primera guerra mundial y, desde entonces, cañoneras y soldados americanos son despachados a cualquier lugar del mundo donde los intereses norteamericano corran peligro.
Si esa doctrina es buena y rentable para los Estados Unidos, el país mas belicoso de los últimos siglos, también debería serlo para España, el país más pacifista porque, desde hace cinco siglos, los españoles solo se han peleado entre ellos, en guerras civiles.
Sabia decisión porque en una guerra internacional los paises corren peligro de derrota, y en las civiles siempre hay una parte del país que vence, aunque la otra pierda.
Como los españoles están habituados a imitar en gustos, modas, comidas y modismos a los Estados Unidos, deberían copiarles el fundamento filosófico que ha permitido su preponderancia mundial: un destino idóneo que devuelva a España al rango de primera potencia.
El procedimiento a seguir sería:
1.-Encontrar a dos o tres españoles nativos notables (si no los hubiera servirían nacionalizados) que fijen un objetivo nacional con proyección  mundial para España.
2.-Imponer con tozudez y por todos los medios, incluidos los bélicos, el sometimiento de todos al cumplimiento de objetivos y plazos para la consecución final del objetivo nacional español.

3.-Menospreciar las acusaciones de fascistas de los españoles antiespañoles que acusarán de fascista el destino manifiesto de España.

DESTINO MANIFIESTO DE ESPAÑA



El germen de los actuales Estados Unidos fue el convencimiento de los más notables impulsores  de la emancipación de las trece colonias inglesas de América del Norte de que su destino era extenderse del Atlántico al Pacífico.
Tan indiscutible como objetivo nacional se hizo esa voluntad expansiva que se dio a conocer como “destino manifiesto”, el que no necesita justificación para alcanzarlo.
Ya convertida en potencia mundial desde que arrebató Cuba, Puerto Rico y Filipinas a España y fue convocada como mediadora tras la guerra ruso-japonesa, el destino manifiesto de Estados Unidos adquirió proporciones universales.
Lo invocó el presidente Woodrow Wilson para justificar  la intervención directa de Estados Unidos en la primera guerra mundial y, desde entonces, cañoneras y soldados americanos son despachados a cualquier lugar del mundo donde los intereses norteamericano corran peligro.
Si esa doctrina es buena y rentable para los Estados Unidos, el país mas belicoso de los últimos siglos, también debería serlo para España, el país más pacifista porque, desde hace cinco siglos, los españoles solo se han peleado entre ellos, en guerras civiles.
Sabia decisión porque en una guerra internacional los paises corren peligro de derrota, y en las civiles siempre hay una parte del país que vence, aunque la otra pierda.
Como los españoles están habituados a imitar en gustos, modas, comidas y modismos a los Estados Unidos, deberían copiarles el fundamento filosófico que ha permitido su preponderancia mundial: un destino idóneo que devuelva a España al rango de primera potencia.
El procedimiento a seguir sería:
1.-Encontrar a dos o tres españoles nativos notables (si no los hubiera servirían nacionalizados) que fijen un objetivo nacional con proyección  mundial para España.
2.-Imponer con tozudez y por todos los medios, incluidos los bélicos, el sometimiento de todos al cumplimiento de objetivos y plazos para la consecución final del objetivo nacional español.
3.-Menospreciar las acusaciones de fascistas de los españoles antiespañoles que acusarán de fascista el destino manifiesto de España.