viernes, 3 de octubre de 2014

HABLAR PARA NO ESTAR CALLADOS

Los que viven del cuento nos incitan  a los que les pagamos para que del cuento sigan viviendo a que nos enzarcemos en discusiones sobre falsas disyuntivas que aparten la atención sobre lo que realmente nos preocupa.
Porque lo que realmente preocupa al hombre (uso el genérico para que englobe a hombres, mujeres, ambiguos, viejos y hasta sevillistas) es satisfacer sus tres necesidades instintivas: comer, fornicar para reproducirse y mandar para que no le manden.
Pues bien, si la palabra es la herramienta de que se sirve el hombre para difundir sus sentimientos (“de la abundancia del corazón habla la boca”) ¿qué  preocupaciones desbordan el corazón de los españoles y que traducen en sus conversaciones?
1.- La secesión o no de Cataluña
2.- El impune latrocinio de caudales públicos por funcionarios públicos en cargos políticos.
3.- Que, para los que se autoretratan de izquierdas, la derecha es mala.
4.-Que, para los que se oponen a la izquierda (no se atreven a definirse de derechas), la mala es la izquierda.
5.- Que España debería seguir organizándose bajo la monarquía.
6.-Que, organizándose como República, los españoles serían más felices.
Lo curioso es que, en los contados momentos de lucidez escéptica de los españoles,  todos coinciden en que:
1.- Lo de Cataluña les da igual.
2.- Que, que si tuvieran la oportunidad de robar que tienen los políticos, también robarían.
3.- Que izquierda y  es la misma mierda.
4.-Que eso de republica o  monarquía les importa menos la metempsicosis.

En definitiva, y tras minuciosa consideración de esos puntos, se llega a la conclusión de que, si los españoles hablan de lo que no les importa, lo hacen  para escuchar su propia voz y autoconvencerse de que no son mudos.