domingo, 19 de octubre de 2014

MEJOR QUE VIVAN DEL CUENTO



Esta martingala urdida por los ratones cuando se murió el gato que los tenía a raya parece de goma: por mucho que la estiren, nunca se rompe.
Ahí siguen desde hace casi cuarenta años las cuadrillas de insaciables roedores que, siempre en competición para ver quién come más queso ajeno, se admiran de que al dueño no le importe que se aprovechen de su abuso.
La martingala de la parábola previa es el concierto de intereses, aparentemente enfrentados, de los que viven del cuento y apesebrados en partidos políticos y sindicatos.
Aunque en su vida hayan hecho nada de provecho, se quejan de que dejaron de lado el éxito en actividades privadas, que tenían garantizado, para servir a sus conciudadanos desinteresadamente y sacrificando sus ambiciones.
Y hasta puede que tengan razón porque, si como políticos han demostrado su ineptitud, ¿quién garantiza que hubieran hecho menos daño a sus semejantes en actividades privadas?
En la política han vivido la vida birlonga quedándose con lo que, por ser de todos no es de nadie, faltando a todas sus promesas  y demostrando la habilidad de que cada verdad que aseguran que dicen, encubra al menos media docena de mentiras.
No es para ponerle una medalla  a gente así pero, ¿se imaginan si sus habilidades las hubieran demostrado en honestas actividades privadas?
¿Qué daño habrían podido hacer con una hachuela de carnicero en sus manos? ¿y como albañiles de viviendas para los incautos que las habitaran? ¿se  hubiera puesto alguien en manos de un político con un bisturí en la mano y estudiando cómo meterle el primer tajo al futuro cadáver,tendido en la mesa de operaciones?
Bien pensado, mejor que sigan en política, por muy pesados que sean y por mucho que chupen del bote.