domingo, 23 de noviembre de 2014

PODEMOS NOS TRANQUILIZA



Con tanto hablar de corrupción, hasta la gramática se ha adulterado al sufrir que se confundan el participio pasivo corrupto y el activo corruptor.
Y es que la corrupción viene siendo la preocupación nacional desde que, hace dos años, empezaron a desfilar políticos ante los tribunales, como los conocidos ante los dolientes, en el rito de dar el pésame
Ahora los españoles pueden suspirar aliviados porque hay indicios ciertos de que el movimiento político Podemos, que amenazaba regenerar España,  tiene en sus genes, como todos los demás, la secuencia de nucleólidos que posibilita la corrupción.
Por lo que los jueces están demostrando en los últimos tiempos, ese gen está presente en el genoma de muchos políticos españoles, pero todavía no puede determinarse si lo está en el de todos.
Por eso conviene aclarar que la corrupción consecuencia de ese gen no siempre se manifiesta de la misma manera, aunque en todos los casos hasta ahora detectados tiene como efecto la comisión de un delito.
Son como el placer y el pecado, el cansancio y el sueño, ambos inseparables y sin que uno pueda existir sin  el otro.
En los políticos en los que hasta ahora se han detectado contaminación por la corrupción, se han identificado:
a)  Corruptor: participio activo del verbo corromper, con el que se conoce al individuo que incita o tienta a otro para violar la ley y cometer un delito de corrupción.
b)   Corrupto: participio pasivo del verbo corromper, que se aplica al individuo que acepta la propuesta del corruptor, lo secunda y comete delito de corrupción.
Aunque en los casos de corrupción hasta ahora denunciados parezca que el papel de los políticos en los delitos cometidos sea preponderantemente el de corruptores, también puede que haya políticos corruptos, que se plegaron a la tentación de otros que, aunque no políticos, eran más sinvergüenzas que ellos.
Es de todas maneras, es igual: como en la postura misionera, lo mismo peca quien ocupe la posición superior que la inferior y tan jodido es enero como febrero.
Nada varía, salvo en el caso de los Redentores de Podemos, que son al mismo tiempo corruptores y corruptos: el corruptor, aparentemente, fue Alberto Montero, miembro del Comité de Acción Política de Podemos  y el corrupto Iñigo Errejón, Secretario político de Podemos.
Y es que, en la redentora nacional Podemos, la corrupción es como el incesto: todo queda en familia. 
Menos, naturalmente, el que paga el pecado, que no es de Podemos.