jueves, 4 de diciembre de 2014

PASION Y RAZON



Espanta, como los castellanos antiguos decían del sentimiento que ahora llamamos admirarse, el furor dialéctico con que el ciento uno por ciento de los españoles discute, más que hablan, de política.
Ojalá  se enzarzaran en debates de más sustancia como podría ser si, al atravesar un cuerpo un agujero negro, no lo notaría siquiera o quedaría reducido a la nada.
¿Por qué entonces, se discute tanto de política y tan poco de ciencia?
1.- Porque de política todos saben lo mismo, por lo que vale tanto decir una tontería como la contraria.
2.-Porque todo experimento de una teoría política es válido hasta que se demuestre lo contrario y, para su fracaso, hay siempre motivos circunstanciales que lo exculpen y expliquen, lo que permite sostener que, en condiciones diferentes, habría sido un éxito.
3-Porque, aunque se enseñe en las facultades universitarias a conseguirlo, cada triunfo en política es único y alcanzado sin manual, ya que las condiciones que propiciaron uno no se repiten en los otros.
4.-Porque la política es una pasión, generalmente irracional como el amor o el odio, y no una ciencia. Al discutir de política y al votar, al ciudadano lo condiciona más la aversión al contrario que la simpatía al que defiende y vota.
Que la política sea pasión irracional y no frió ejercicio de cálculo sobre las ventajas e inconvenientes de que gobierne un partido determinado explica el éxito de partidos extremitas como Podemos, comunismo, nacional socialismo o fascismo.
Son esas utopías envueltas en posibilismo tentaciones volcánicas irresistibles para sociedades que, como los cónyuges de una unión desgastada por la rutina,  se entregan a la vorágine de un amor prohibido.