viernes, 12 de diciembre de 2014

CHISMES PREFABRICADOS





Dicen que los programas televisivos que pomposamente se autotitulan como “de crítica social”, y que no pasan de chismorreos de patio de casa de vecinos, cumplen una función inapreciable.
Ni más ni menos que la de satisfacer la curiosa voracidad por enterarse de los trapos sucios de la gente bien, saciándolos con la exposición de las miserias de famosos artificiales, que cobran por aparentar que descubren unos las flaquezas de los otros.
Se inspiró el inventor de eses gran invento, que con distintos títulos difunden con parecido formato en sus horas de mayor audiencia las televisiones, en una estratagema habitual de los vaqueros de Los Llanos de Venezuela:
Cuando tienen que hacer que las reses atraviesen un río infectado de pirañas, obligan a la menos valiosa a ser la primera en tirarse al agua y, mientras las pirañas la devoran, el resto de la manada cruza el río aguas arriba.
Ha sido un éxito evidente el invento para que la gente deje de interesarse por las miserias de famosos de oro y se sacien con las miserias de famosas y famosos de oropel.
Lo demuestra que espacios de televisión que nada tendrían que ver con los de chismes hayan imitado la fórmula y, así, las tertulias deportivas arrastran más seguidores por las rencillas y velados insultos entre los tertulianos que por los asuntos deportivos que deberían centrar su conversación.
Todo en éste mundo de la televisión se limita a engrupir: hacer que los demás acepten como genuino lo que tanto el que lo dice como el que lo escucha saben que es mentira.