domingo, 21 de diciembre de 2014

LA AMENAZA REAL




Eso de que los políticos roben y se queden con parte del dinero público que manejan parece la más grave amenaza contra los españoles que no tenemos oportunidad de robar.
Eso es discutible: si lo que roban lo dejan en España para que siga engrasando la maquinaria económica nacional no es ni malo ni bueno porque, ¿qué mas le da al que no tiene un duro que los ricos sean hijos de ricos o nuevos ricos enriquecidos en la política?
Pero, si lo que roba en España se lo lleva a otro país para que cree allí la riqueza que debería crear en España, el que lo haga debería ser fieramente castigado: se le impediría a perpetuidad ver Tele5 y se le condenaría a aprenderse los programas del Tiempo de TVE 1.
Hay analistas del devenir nacional que están investigando la posibilidad de que esa tozuda insistencia en culpar de todos los males a esa inmemorial práctica humana de apropiarse de lo que no es suyo encubra peores amenazas.
Por ejemplo, la indefensión de los españoles frente a la amenaza de que extranjeros de todo el mundo, envidiosos de la alegría, la semana santa, el fútbol y los chipirones en su tinta invadan España y se queden aquí.
Antes de que Aznar sustituyera el patriotismo del servicio militar obligatorio por el carácter mercenario de los contratados para la defensa interior y exterior, esa amenaza no existía porque lo impedía el ardor patriótico de soldados y policías.
Pero, ¿defienden ahora los policías y soldados la seguridad interior y la inviolabilidad de nuestras fronteras, o defienden el sueldo que les pagan por hacerlo?
La fidelidad al sentimiento patriótico de Agustina de  Aragón o Mendez Nuñez no la pudieron comprar franceses ni peruanos pero, ¿ y la del que cobra un sueldo por jugarse la vida?
Puede que una oferta salarial superior a la que están percibiendo por defender las fronteras y los derechos españoles haga cambiar voluntades.
“Dádivas quebrantan peñas” decía el dicho antiguo que, traducido al idioma de hoy significa: “el que paga manda”.