viernes, 26 de diciembre de 2014

CÓMO SERÁ 2015



Como vivir es comprometerse a que los errores del pasado no se repitan en el futuro, 2015 será peor que 2014 y mejor que 2016 porque estar vivo es tener capacidad de equivocarse.
--“No seas sieso”, protestarán los que temen asustarse si se enfrentan  a la verdad.
Y es que el fin de mundo, como la verdad, son conceptos relativos y personales.
Hay quien se siente feliz si le pegan adecuadamente y quien llega al paroxismo del gozo si le pega a otro-a de forma meticulosa.
Un suponer: el fin del mundo, eso de que todo bicho viviente muera más o menos simultáneamente, aterroriza a la mayoría, que se queda indiferente ante la realidad de que, cada día, es el fin del mundo para millones de personas.
De entre todos los inventos modernos, el de las encuestas es el más inútil y el menos fiable y, sin embargo, sirve tanto para comprar un coche como para venderlo, para silenciar lo que no conviene que se sepa como para repetir lo que conviene que se conozca.
Pues bien, las encuestas de las que se habla más, como es lógico, son las que pronostican un futuro más negro para España pero, no para todos los españoles porque los que cifran su bienestar en el triunfo de Podemos, desean tanto que se cumplan sus pronósticos como los temen los de los otros partidos.
Se basan esos pronósticos sobre el futuro en algo tan discutible como la influencia de los que mandan en la felicidad de los que obedecen, que es como tirar piedras a un charco: en cuanto dejas de tirarlas, la superficie de las aguas vuelve a su tersura.
Y es que la felicidad y la desgracia son sentimientos individuales y a veces opuestos porque la felicidad de uno puede provocar la desgracia de otro, como la lluvia: la bendice el vendedor de paraguas y fastidia al empresario taurino.
Así que, ¿cómo será 2015? Exactamente igual que 2014. Bueno para unos y malo para otros:
A los niños los acercará a la edad del paro, a los de mediana edad el momento del despido laboral y  a los viejos nos faltará menos para que solo se recuerde lo buenos que fuimos cuando estábamos vivos.