jueves, 29 de enero de 2015

LO QUE SE LLEVA



Lo mismo que los fabulistas inventaban personajes irracionales cuyas conductas usaban para adoctrinar a los humanos, los parabolistas urdimos cuentos ficticios para retratar situaciones reales.
En un pueblo de la provincia de Córdoba llamado Palma del Rio había una vez  (once up on a time , Il y avait une fois…) un empresario sin empresa al que se le ocurrió una idea:
Para que los que necesitaran desplazarse al ambulatorio, al polideportivo o a la estación, les vendría bien un autobús que, mediante el pago de un billete, los llevara a esos sitios, con paradas intermedias.
Dicho y hecho: puso en marcha su proyecto que, poco tiempo después, lo aprovechaban tantos pasajeros que, de hecho, se hizo indispensable.
El alcalde, que era de izquierdas, pensó que era un riesgo innecesario que un servicio público fundamental  estuviera controlado por un empresario privado que, por razones políticas, podría utilizarlo para presionar al ayuntamiento.
Era prudente, pues, que un servicio público fuera de titularidad pública:  lo expropió y transfirió su gestión  al ayuntamiento.
Muchos siglos después, y por una enajenación inexplicable, los ciudadanos de Palma del Río eligieron alcalde al candidato de la derecha.
 Con el entusiasmo del neófito, el alcalde derechista tomó dos medidas congruentes con los principios ideológicos liberales: encomendar a empresarios privados la gestión de propiedades públicas.
Así, el observatorio de uno de los dos ríos locales, un edificio que se había levantado con dinero público y  sin saber nadie para qué, se cedió a un empresario privado al que, además, se le pagaba una cantidad anual para que aceptara cargar con el mochuelo.
Poco después, el alcalde de derechas decidió que el Convento de Santa Clara, una joya mudéjar primorosamente restaurada durante el período como alcalde de su antecesor, del mismo partido, se entregara a unos modistos sevillanos para que lo gestionaran.
Accedió además el alcalde a que se modificara al capricho de los modistos, pero con dinero municipal, el monumento mudéjar.
Pero, qué barbaridad, ¿qué me dice usted? ¿y por qué ese despropósito?
Pues porque uno de los dos modistos nació en el pueblo, aparentemente sin querer porque si alguna vez volvió por allí fue de incógnito.
Es que Sevilla está muy lejos, a 89 kilómetros.
--Y que, según el alcalde privatizador, su tendencia sexual lo cohíbe.
--Claro, es que la derecha no acaba de tragar eso de que el hombre debe ser y parecer hombre y la mujer portarse y parecer mujer.
--Unos antiguos, no saben cual es la trending topic.
--¿Y eso qué es?
--Lo que se lleva.
--Ah, bueno, me creí que me estabas mentando la madre.