lunes, 30 de marzo de 2015

SUCEDANEO DE ESPAÑA



Si a usted se le ocurriera  (Dios no lo quiera) ir a comprar un refresco de cola, popularizado por la multinacional norteamericana antecedida por la palabra coca, y al probarlo nota que su sabor se parece pero no es una coca cola, a usted le han vendido un sucedáneo.
Y eso es la actual España, un sucedáneo de coca-cola, una coca que lo parece pero no lo es.
España, patria teórica de todos los españoles,  es en realidad un amorfo conjunto de individuos del que solo una minoría reducida se declara dispuesta a arriesgar su comodidad para defenderla.
Ese sucedáneo de Patria que es España tiene un sistema de organización llamado Estado, que se basa en ceder a las presiones expresas de las partes que quieren disociarse frente al tácito deseo de los que la prefieren conjuntada.
El estado, que se gestó para que una parte de los ciudadanos administre los bienes y servicios de todos, ha evolucionado a un sistema por el que la mayoría dedique sus esfuerzos a garantizar el bienestar de la minoría de los que administran.
Así el Estado, al que se le asignó la misión de castigar a los infractores de las normas de convivencia, cada vez protege más a los que incumplen las leyes que a los que las respetan.
Como consecuencia, el Estado vela tanto o más por el bienestar de los que invocando su libertad delinquen, que por el de los se quejan de que su respeto a las leyes está mas desprotegido que el de los que las violan.
Esta España, además, no tiene vuelta atrás si no rectifica la falacia en la que se sustenta: que todos somos iguales y que, por consiguiente, lo que la mayoría dice que es verdad es cierto y justo, y lo que la minoría prefiere ni es justo ni es verdad.
Lo que sería indiscutible si las sociedades humanas, en vez de formarlas personas fisiológica e intelectualmente distintas todas unas de otras, agrupara a robots programados y fabricados siguiendo el mismo esquema, y tan perfectamente ensamblados unos como otros.
Se está intentando y en el camino andamos.