sábado, 11 de abril de 2015

HOMENAJE A ZAPATERO




País de ingratos esta España, que rindió homenajes a un dictador asesino, levantó estatuas en su honor en todos los pueblos y ciudades y rotuló con su nombre calles y plazas y, sin embargo, relega al olvido a un hombre bueno y clarividente que, desde la presidencia del gobierno, encauzó a los españoles hacia la igualdad y el respeto a los oprimidos.
El malo homenajeado, evidentemente, fue Francisco Franco y el bueno ninguneado José Luis Rodríguez Zapatero.
De entre los innumerables aciertos de Zapatero, el de la Alianza de Civilizaciones fue, posiblemente, el más clarividente y provechoso.
También el de efectos más tardíos porque sus beneficios solo se hicieron notar una vez que Zapatero dejó de ser protagonista político, y nadie se acuerda de él para agradecerle sus beneficios.
Porque, que la historia es injusta lo demuestra, una vez más, la injusticia cometida contra el ex presidente socialista.
Como a Colón, que no pudo disfrutar en vida de las tortillas de patatas que engullimos porque descubrió América, tampoco a Zapatero se le recuerda aunque, gracias a su Alianza de Civilizaciones, el mundo es ahora distinto al que era cuando hizo su propuesta.
¿Qué es una Alianza? Es un pacto tácito o expreso para que dos partes opuestas colaboren en la consecución de un objetivo útil para ambas.
Antes de Zapatero, los moros y los cristianos iban cada uno por su lado, vivía separados física y mentalmente y de su mutuo aislamiento ninguno se beneficiaba.
Todo lo contrario de lo que ahora es el mundo, gracias a la genial aportación de Zapatero al progreso de la Humanidad.
Ahora, cuando ya el presidente del gobierno español  ha dejado de serlo, su iniciativa ha cambiado el mundo: la Alianza de Civilizaciones, aquél objetivo utópico de que formas opuestas de entender la vida y la muerte cooperen, está vigente.
Los moros están logrando su destino religioso de matar a todos los que no crean lo que ellos creen y los cristianos el suyo: ganar el cielo dejándose matar antes que renegar de sus creencias.
Lo de la Alianza de Civilizaciones, que a los torpes escépticos nos parecía una simpleza, está demostrando que fue una genialidad.
Como se hizo con Franco, los españoles deberíamos rotura con el nombre de Zapatero plazas y calles de nuestras ciudades y erigirle estatuas en todas las rotondas y encrucijadas. de nuestras ciudades.
No se hará porque este pueblo de desagradecidos solo homenajea a los que pueden premiarlos desde el poder.