martes, 14 de abril de 2015

SUSANA PERDEDORA



SUSANA PERDEDORA

Es verdad lo que, no siendo irrefutablemente mentira, parece que es verdad.
Un suponer: Es verdad que si a alguien que apueste para llevarse los cien millones del bote de euromillones tiene que repartirlo con otros tres acertantes y se embolsa solo 25, no se le puede discutir que haya ganado aunque haya conseguido solo parte de lo que pretendía.
Pero también es cierto que ha perdido porque logó solo una parte de lo que pretendía ganar al apostar.
Y eso, ni más ni menos, es lo que le ha ocurrido a Susana Diaz, que ganó las elecciones andaluzas, pero falló el objetivo que la decidió a convocarlas.
La lideresa del PSOE gobernaba gracias a una coalición tan sólida con Izquierda Unida que le permitió sacar adelante todas sus iniciativas gubernamentales, entre ellas la aprobación del Presupuesto.
Pero un día de Enero soñó que, si rompía su alianza con Izquierda Unida y convocara elecciones, su resultado le permitiría hacer lo que quisiera en Andalucía, sin necesidad de pactar con otro partido que la condicionara.
Y por eso fracasó Susana: porque el resultado de las elecciones que convocó para robustecer su poder la obliga a fragmentarlo todavía más y condicionarla al apoyo de más partidos que antes y de más difícil contentamiento que Izquierda Unida.
Todo lo demás son zarandajas, parches terapéuticos anelgésicos para aliviar los hematomas de su tropiezo.
Y eso no es lo peor porque, si antes de la convocatoria de elecciones podía culpar a las trabas de Izquierda Unida por su fracaso gubernamental, de la decisión de romper con su aliado y convocar elecciones solo puede culparse a ella misma.
Ni siquiera, si quisiera buscar chivos expiatorios, podría hacerlo culpando a sus consejeros o a su partido.
Porque en esta apodada Democracia en cuyo sumidero han metido a España, el poder emana del líder al pueblo y no asciende del pueblo al líder.
Como en las despreciables dictaduras.