sábado, 18 de abril de 2015

METER EN LA CARCEL A LOS DELINCUENTES, MAL NEGOCIO PARA SUS VICTIMAS



Cuando meten en la cárcel a algún personaje, como parecía estos días que iban a hacer con Rodrigo Rato, una ráfaga de alivio estremece a los españoles como el soplo del viento hace ondular el trigo ya granado.
Si no es por el natural placer de que al que nos hemos acostumbrado a que sea elogiado lo veamos ahora vituperado, no lo entiendo.
Y, en cierto sentido, es todavía peor si el famoso abatido fue hasta ese momento un político aclamado.
Porque, ¿qué termina ganando y empieza perdiendo el que se alegra de un hecho semejante?
No gana nada de lo que el supuesto estafador le haya robado, sino que  pierde todavía más.
En el caso de que el detenido vaya ante el juez y que, a pesar del esfuerzo de sus costosos abogados lo condene, todo ese proceso y el posterior de su estancia en prisión genera gastos adicionales para sus víctimas, más costosos mientras los años de prisión de la condena sean más prolongados.
A lo que sus víctimas hayan perdido por la estafa, habrá que añadir alojamiento, cuidados, alimentación, vigilancia, conservación del aire acondicionado, cuidado de la piscina, mantenimiento de la televisión de plasma y gastos para tabaco, drogas y otras necesidades esenciales.
--Oiga usted ¿es que el dinero que cuesta es lo único que le importa del régimen penitenciario? ¿Y la reinserción?
--La reinserción, querido amigo, es una falacia que inventaron hace ya  tres siglos unos a los que se les ocurrió que el hombre es originalmente bueno y que el contacto con la sociedad es el que lo pervierte, así que una sociedad tan poco ejemplar como la carcelaria, lo más probable es que lo envilezca todavía más.
--Pero todo eso lo dice usted en contra del encarcelamiento de delincuentes sólo por ahorrarse dinero.
--Por eso también, pero no solo por razones económicas porque las tres pesetas que cuesta una bala sería la solución más barata, y no la propongo para no escandalizarlo.
--Total, que reconoce que usted es un fascista de derechas.
--Lo primero contradice lo segundo porque los de derechas defendemos la libertad y los fascistas, comunistas y otros maleantes la persiguen.
--Bueno, pero no es usted demócrata.
--Pues, no…