miércoles, 29 de abril de 2015

ALIANZA PSOE-A CON PODEMOS



Que no panda el cúnico ni nadie pida cita urgente al psicoloco.
¿Que el partido anticasta va a apoyar al partido de la casta por antonomasia, el Partido Socialista andaluz?
No sería nada descabellado ni inédito.
La casta de los señores feudales del medievo, el ejemplo paradigmático (que dirían los finos) de castas dominantes, enriquecía de vez en cuando su decaído vigor resultante de la cosanguinidad, incorporando la sangre nueva de bastardos.
También sería de lógica política esa alianza, aunque los bienpensantes crean que un partido político es una agrupación de ciudadanos que sacrifican su comodidad para ayudar al bien común.
En realidad, los partidos políticos nacen como la confabulación de unos cuantos para manejar en su propio beneficio los honores y responsabilidades públicas que pongan en sus manos los electores.
Son esos partidos políticos egoístas en sus fines y tolerantes en sus medios: si hay que pactar con otros para acceder al poder, lo hacen hasta que se presente la oportunidad de romper la transitoria alianza que los obliga a compartir el botín.
¿Renunciaría Podemos a quedarse como administrador único del Estado si, en una primera fase, solo pueden meter cuchara en la olla que sigue sirviendo el PSOE-A?
En absoluto, porque poco es más que nada y, si un descuido del otro comensal les permitiera quedarse con toda la cazuela, mejor es estar sentado a la mesa que ver como simple espectador cómo otros comen.
Así que, si los de Podemos pactan con el PSOE para que siga gobernando en Andalucía, no significaría que renuncian a implantar su régimen de control absoluto del Estado, sus pesadas responsabilidades y sus amenos placeres.
Es porque saben que no se ganó Zamora en una hora.