viernes, 1 de mayo de 2015

PRIMERO DE MAYO



Los de la famélica legión han sufrido un contratiempo: no tenían donde aparcar sus flamantes BMW y Audi para, ya a píe como antiguamente, sumarse a la masa proletaria en el desfile ritual del primero de Mayo.
Y es que son mayoría los liberados sindicales, que viven espléndidamente a costa de los trabajadores a los que dicen que representan, los que desfilan en la pachanga ritual del primero de Mayo.
Si fueran congruentes, deberían manifestarse contra ellos mismos porque, si hay explotadores de los trabajadores, son ellos y no los empresarios.
Son los sindicatos y sus secuaces liberados la más evidente confirmación de la teoría darwiniana de la evolución de las especies: de pedir puestos de trabajo han pasado a exigir subvenciones para no tener que trabajar.
Hay veces en que su celo los lleva a romper comercios, talleres o bancos en los que se trabaja para impedir que lo hagan. Destruyen locales de trabajo para que nadie trabaje.
Y sus orondos budas permanentes, Cándido Mendez y Tojo (no se sabe si pariente del cerebro del ataque contra Pearl Habour) pronunciarán discursos tan ocurrentes como cada año.
Pero que nadie se escandalice: la vida de los dirigentes sindicales no es siempre tan plácida y amena como la de los nenúfares de un estanque dorado: si la manifestación del primero de Mayo se prolonga, perderán tiempo de asueto en balnearios y playas.
Sobre todo si, una vez arranquen el motor de sus BMW y Audis, se topan con los atascos en las carreteras de otros trabajadores que, como no asistieron a la manifestación, salieron antes hacia playas y montañas.