Hasta
que los trajeron los moros a Andalucía, ni los españoles ni los europeos conocían
los textos de los clásicos griegos.
Hasta
que el andaluz Nebrija escribió la primera gramática normativa del español, los
que ahora hablamos esa lengua no siquiera sabían lo que hablaban ni por qué lo
hacían y han tenido que ser andaluces los que escenifiquen la eficaz técnica del
paripé.
En
conciliábulos semiclandestinos de Sevilla, la ciudad donde la luz tiene un
color especial y de la que emana el sentimiento conocido por andalucismo, la técnica
del paripé se está ahora escenificando y los espectadores ya preparan sus manos
para aplaudir la farsa.
Los
académicos sucesores de Lebrija dice que paripé es un vocablo emanado del caló
paruipén que significa fingimiento, simulación o acto hipócrita.
Justito
justito lo que, amparados en el más conveniente sigilo, han negociado y a punto
están de darse la mano sellando lo pactado los que han transado los término y
el precio de apoyar a Susana Díaz, a la que dijeron antes que no apoyarían para
Presidenta de Andalucía.
Como
para llegar al pacto entre oponentes se requiere que las dos partes cedan parte
de lo que al principio del trato se declaraban resueltos a no ceder, Susana
Diaz y sus antes reacios adversarios han debido encontrar la fórmula que a
todos los haga parecer ganadores.
La
socialista Diaz, que de entrada pretendía quedarse ella sola con el pastel
andaluz, va a tener que ceder algunas migajas de lo que le sobre con los que se
tenían que resignar a mirar cómo lo engullía todo.
Mejor
los restos que nada y, así, la socialista seguirá cortando la tarta mientras
que sus ya cómplices y antes adversarios lamerán el cuchillo de las particiones
del PODER, ese manjar que ensaliva a los políticos.
¿Y
los que no tengan la política como actividad indispensable para ganarse el pan
blanco y el vino alegre de su sustento?
--Esos
que sigan votando, que es lo que más les gusta y lo que más eficazmente saben
hacer.