miércoles, 6 de mayo de 2015

CONSTRUIR SIN SABER PARA QUÉ



No hay peor ciego peor que el que no ve porque no mira, y eso nos pasa a veces a los que, en vez de escribir sobre lo que tenemos delante de las narices, pontificamos de asuntos tan lejanos como la felicidad.
En éste pueblo mío al que quiero tanto que casi todo lo que de él veo me parece mejorable, pasó algo ayer de lo que me he enterado hoy por los periódicos.
Como los tres Reyes Magos, la delegada del gobierno (de Andalucía, supongo), Rafaela Crespín, el director general de la Agencia Idea, Antonio Galán y el imprescindible alcalde local, José Antonio Ruiz Almenara, visitaron ¡agárrense! El Centro Tecnológico de Recursos Avanzados de Innovación y Servicios a Emprendedores y Pymes.
Esa cosa cuyo nombre tanto mola va a ocupar 5.033 metros, de los que ya se han construido 1.030, en un parque industrial local.
Pues bien, los tres visitantes  acudieron al lugar de los hechos, según El Día de Córdoba, “para conocer el alcance de sus instalaciones y posibilidades que se abren con su puesta marcha”.
Un mal (o bien pensado, según se mire) se asombraría de que solo después de haberse gastado un dineral en construir algo, el o los que aporten el dinero, caigan en la cuenta de preocuparse de para qué podría servir.
Eso de poner los bueyes detrás de la carreta es una innovadora técnica habitual en Palma del Río: hay un observatorio del Guadalquivir que, después de erigirlo, le pagan una cantidad anual a unos concesionarios para que lo gestionen, un monumental centro de congresos que sirve para mantenerlo cerrado y un museo de El Cordobés que nadie sabe para qué de utilidad pueda servir.
Por supuesto, todas las decenas de inventos erigidos con dinero público tienen una primordial utilidad política: colocar empleados que los dirijan, cuiden y cobren del erario, con la esperanza de que demuestren su gratitud a la hora de votar.
¿Y la oposición política no dice nada? Callados como estatuas.
Algo ganarán con su silencio.