jueves, 7 de mayo de 2015

VUELVE LA BURRA AL TRIGO



La cosa tiene intríngulis: o Andalucía no es tan feraz como se dice o el pollino es menos frugal de lo que la fama lo pinta: hace menos de dos semanas que lo echaron a votazos y ya vuelve el burro al trigo.
Si en vez de asno fuera cabra, que dicen que arranca de raiz la hierba, ese rucio insaciable que por muchos votos que devore siempre se queda con hambre, ya habría convertido la siempre verde Andalucía en un desolado Sahara.
Lo mismo que la cocina de los pueblos pobres se las ingenia para transformar en exquisiteces los más ruines despojos, Andalucía transmuta en virtud el vicio de votar.
En eso andamos: se está sustanciando una propuesta para que cuente como  trabajada la jornada electoral, y poderla sumar así  a las necesarias para tener derecho al Plan de Empleo Rural (PER).
Sería un factor añadido, pero no determinante, para mantener vivo el anhelo de los votantes por acudir a las urnas: el motor que echa andar ese impulso es el sentimiento íntimo de saberse dueño del propio destino y del de los candidatos.
El que vaya a mandar lo hará porque el votante lo ha votado y si, como siempre su acción de gobierno lo defrauda, será porque el candidato lo engañó y no porque como votante se equivocó al preferirlo.
Ahora, después de que todavía queda el regusto de las elecciones para el parlamento andaluz, los andaluces afilan sus dientes para las de alcaldes y concejales.
Los andaluces  están siempre dispuestos a votar, como exhortaba la canción de El Rey León. Al fin y al cabo, eso de votar es entretenido y no cuesta nada.