viernes, 22 de mayo de 2015

ESPAÑA: VOLVER A EMPEZAR



Supongo que algún psicoloco habrá inducido a su paciente a un estado de amnesia para reajustar su comportamiento al ambiente en que desarrolla su actividad.
Volver a empezar para recuperar el sentido de lo que se hace y para qué se hace, si lo que hacemos mecánicamente y sin saber por qué ni para qué, nos deja cada vez más confusos.
Hacer punto y aparte si, como parece, los españoles de ahora no sabemos si España es la patria por la que merece la pena morir o la farsa que debemos matar para que vivamos.
De hecho, los españoles siempre hemos tenido nostalgia como pueblo diferenciado, si es que lo somos, de los tiempos remotos en que cada individuo era enemigo de su semejante y cada grupo coyunturalmente aliado lo era de la pandilla contraria.
En éstos momentos, por un capricho evolutivo de la sociedad, pandillas de españoles accidentalmente agrupados en un partido político disputan a las bandas adversarias los beneficios de la explotación del territorio.
Tiene prioridad la eliminación de la pandilla adversaria, como paso inevitable para el disfrute en exclusiva del disfrute del espacio en disputa.
Ahora, como pasaba mil años antes del nacimiento de Cristo, grupos  de individuos conocidos por iberos, descendientes de los llegados de Libia y el Norte de Africa, disputaban el control del territorio a los indoeuropeos llamados celtas , que habian entrado por los Pirineos.
Hasta que llegaron los romanos y los obligaron a todos a soportarse, aquellos iberos y celtas andaban como sus descendientes actuales, a guantazo limpio.
Pero es más difícil de solucionar que el de entonces el conflicto de ahora porque, antes de los romanos, los de etnia distinta vivían en pueblos cercanos pero alejados.
Los de los partidos políticos enemistados de ahora conviven en regiones, ciudades, pueblos y hasta en las mismas casas, mirándose todos de reojo, acechando un descuido del adversario para rebanarles el cuello.
No es como antes, lo de ahora es peor.
Si la Historia tiende a repetirse, algún Imperio Romano, si Dios quiere, llegará de fuera para que los españoles dejen de pelearse entre ellos.