sábado, 23 de mayo de 2015

CONTRA LA JORNADA DE REFLEXION



Un sieso es un fulano esaborío, sin grasia, que va cuando los demás vienen y viene cuando los demás van. Un malage.
Pues la cosecha de siesos esta temporada ha sido particularmente abundante. Se distinguen de las personas normales en que dicen que habría que suprimir la jornada de reflexión que antecede a la electoral.
Los siesos no entienden que ese día es más que necesario, imprescindible y que, en ocasiones como la actual en la que el voto está tan disputado, más que un día de reflexión haría falta una semana.
Sobre todo, en Andalucía, crisol de razas con preponderancia de las semíticas que, como todo el mundo sabe, tienen especiales inclinaciones para  el comercio gracias a su habilidad para el regateo.
Y en esta ocasión, un solo día para regatear el precio del que está dispuesto a vender su voto con el comprador que esté interesado en pagar por conseguirlo es demasiado poco tiempo.
¿Razones? El crecimiento de la demanda porque hay agentes nuevos en el mercado del voto que, como artículo sometido a las inmutables leyes de la oferta y la demanda, ha disparado su precio.
En la bolsa clandestina del voto protestan tanto los compradores como los vendedores por las limitaciones a su comercio porque la jornada de reflexión, impide utilizar los medios de comunicación para difundir las últimas ofertas y  demandas de votos.
Los agentes del mercado del voto, aunque son contrarios a la interferencia estatal que altere el precio que fije el ajuste entre oferta y demanda, estarían dispuestos a aceptar dos medidas:
a) Que el precio del voto tenga un precio máximo equivalente al de seis meses del salario mínimo y,
b) Que en todos los colegios electorales se habilite un espacio acotado, contiguo a las mesas sobre las que se encuentren las urnas, desde el que los agentes de los partidos hagan su oferta final a los votantes.