lunes, 25 de mayo de 2015

LA ESPAÑA BIPOLAR



No es España un país al que le siente bien la bipolaridad porque siempre (moros o cristianos, partidarios del candidato francés o del aspirante austríaco, carlistas o isabelinos, conservadores o liberales, frente popular o coalición de  derechas) se acaba en guerra civil.
Asusta, por eso, que el secretario general socialista Pedro Sanchez, para justificar anoche el fracaso electoral de su partido, dijera que los resultados demostraban que era la principal fuerza de izquierdas.
La última vez que esa bipolaridad nacional hizo saltar por los aires la paz de España provocó un millón de muertos de la coalición de izquierdas llamada  frente popular y de la alianza militar-acomodada capitaneada por Franco.
Si las mitades opuestas de una sociedad se enzarzan, no hay lugar para los neutrales: es enemigo al que hay que exterminar todo el que no colabore en ese exterminio.
Todas las declaraciones que he oído a los dirigentes socialistas cuando interpretaban el resultado de las elecciones de ayer sugerían que aspiran a resucitar la condición bipolar que la Constitución de 1978 intentó eliminar.
Lo hizo facilitando que la sociedad española se fragmentara en tantos partidos políticos que dificultara su concentración en dos mitades opuestas.
Pedro Sanchez y Susana Diaz, dos de los socialistas a los que he oído la aspiración de que su partido encabece a los grupos de izquierdas que se presentaron a las elecciones municipales señalaron implícitamente al adversario común de sus coaligados: la derecha.
Poco dura la paz en España. Menos que la alegría en la casa de un pobre.